Icarindia (Relato)
Publicado en Jan 19, 2017
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Se hizo oscuro, muy oscuro. Los dos jinetes, exhaustos de tanto cabalgar kilómetros y kilómetros sin encontrar huella alguna de la Señora Madura, se encontraban ya en Zipayare,
 
- ¿Por qué no descansamos un par de días, Lucas?
 
- Imposible, Tatú... debemos de continuar buscando...
 
Lucas le había prometido a Tatú regalarle la piel de oro que, según la leyenda, cubría el cuerpo de la Señora Madura, la bruja de los nookta, que mataba antes de preguntar a nadie de dónde venía o hacía donde quería dirigirse. En toda la tierra regada por el río Machango la Señora Madura era conocida como la más feroz de todas las criaturas saturnianas existentes en la memoria de los tiempos. Una especie de asesina que, tras matar a sus vícitmas, les partía los huesos para alimentarse chupando sus médulas. Por un momento Tatú sintió como si una mano helada le tocase en la espalda.
 
- Tengo miedo, Lucas...
 
- ¿Miedo de una absurda leyenda de terror? Más allá de todas las ceremonias de los brujos no existe ninguna prueba verdadera de que la Señora Madura sea una asesina. 
 
Se esparcieron por los aires un grupo de mosquitos que, al sonido de los cascos de los dos caballos, salieron de entre los cardones, las dunas y los cujíes. 
 
- ¡Cuidado, Lucas! Pueden contagiarnos la malaria.
 
Llegaron a la altura del Bar Flamingo y Lucas cambió de opinión.
 
- Está bien, Tatú... tomemos un par de cervezas antes de continuar...
 
En la Tasca Flamingu no había nadie más que una señora gorda, excesivamente gorda, que apenos podía moverse pero que estaba atenta a servir a cualquier parroquiano que entrara en aquel siniestro cuchitril.
 
- ¿Qué desean los señores?
 
- ¿Es usted la mesera?
 
- Soy la mesera, la cocinera y la dueña al mismo tiempo. Desde que murió mi Olegario Nicolás, linchado y despedazado por la masa de los pobladores de Zulia, no ha habido nadie que haya querido trabajar para mí. Por si les interesa, me llamo Rosa Adela. Adelita para quienes quieren ser mis amigos, y estoy al servicio de ustedes.
 
Los dos jinetes se dirigieron una inteligente mirada.
 
- No, gracias, señora. Tatú y yo solo queremos dos cervezas frescas.
 
Lentamente, como si los minutos se hubiesen convertido en pesadas horas, les sirvió las dos "polarcitas"al mismo tiempo que les interrogaba.
 
- ¿Y se puede saber que hacen dos hermosos mozos por estas tierras zipayarenses?
 
Lucas no le permitió hablar a Tatú.
 
- Solo estamos buscando algún lugar tranquilo para montar una granja.
 
Rosa Adela sacó un puro habano que estaba a medio consumir, lo volvió a encender y, tras toser violentamente, esparció la ceniza por los aires; lo cual llamó la atención de Lucas,
 
- ¿Puedo saber por qué?
 
Tatú le hizo una señal de que se anduviera con mucho cuidado acerca de las preguntas que hacía pero ya era un poco tarde porque Rosa Adela lo había escuchado.
 
- Es para ahuyentar a los muertos vivientes.
 
- ¿Zombis en Zipayare?
 
- Algo peor que simples zombis. Los nuestros no amenazan nunca. Los nuestros son los esbirros del "Otro Yo". ¿Habéis oído alguna vez algo sobre el "Otro Yo"? 
Tatú intentaba hacerle comprender, por gestos y señas, a Lucas que era mejor salir de allí cuanto antes pero Lucas ya estaba metido de lleno en el misterio y una fuerza superior a su propia voluntad le hacía querer saber más de aquel extraño asunto.
 
- Tenemos tiempo suficiente, Tatú.
 
- Pero...
 
- Supongo que esta dama no tardará mucho en contarnos la historia del "Otro Yo",
 
- Seré breve pero muy concreta.
 
- Adelante pues.
 
Los tres se sentaron en un semicírculo después de que Rosa Adela pìntase un triángulo en el suelo de la tasca.
 
- ¿Por qué precisamente un triángulo, señora Rosa?
 
- Prefiero que, ya que hemos tomado confianza, me llaméis Adelita.
 
Tatú hizo un último esfuerzo por convencer a Lucas que abandonaran rápidamente aquel lugar.
 
- Tu amigo parece no estar muy interesado.
 
- Supongo que si nos explica el significado de ese triángulo no pondrá nigún obstáculo para escuchar la historia del "Otro Yo".
 
Uan maligna sonrisa iluminó el rostro amarillento verdoso de Rosa Adela que parecía haber entrado en una especie de éxtasis cuando comenzó a narrar...
 
- Un hospital con dos jardines opuestos. A un lado el de los locos: grande, espacioso, lujoso. Al otro lado el de los enamorados: pequeño, instintivo, íntimo. En el jardín grande los locos danzan como marionetas movidas por las manos de un mago inmisericorde. En el jardín pequeño tú y yo escapamos de la locura grabando, en el viejo tronco de un árbol caído, el nuevo corazón de nuestras realidades. Una playa con dos costas opuestas. A un lado la mayor: la de los ricos, magnates y opulentos seres del dinero. Al otro lado la menor: tú tumbada en la arena y yo rozando con las yemas de mis dedos la guitarra de tu canción favorita. Un autocar con destinos opuestos. Uno minúsculo: el de los incrédulos, los neutrales y los desnaturalizados. Otro mayúsculo: tú sentada mirando el anochecer a través de mis ojos y yo besando tu mirada... Triángulo... amoroso triángulo de mi Grande Sueño...
 
Tatú comenzó a temblar porque presentía que aquello era mucho más misterioso de lo que él mismo estaba ya presintiendo.
 
- Lucas... no tenemos tiempo... 
 
Pero Lucas le chistó para que se callara mientras aquella especie de bruja continuaba hablando, ahora ya como volviendo del "más allá". Ahora parecía estar filosofando. 
 
- Llevaba tiempo imaginándome un mundo lleno de mayúsculos conceptos para no olvidarme nunca del lenguaje humano... pero el mundo comenzó a crear su propio idioma con signos aritméticos de sumas y multiplicaciones de capitales y entonces se olvidó de poetizar a la existencia. Ahora sólo busco lenguajes donde las palabras sean simplemente presencias de seres vivos más que juego de mayúsculas o cifras estadísticas de sumas y restas. Al fin y al cabo la Humanidad debe siempre hablar con gestos tan profundos como el mirarse directamente a los ojos, Lo demás es ya insuficiente.
 
- ¿Y eso qué quiere decir?
 
- Adelita. Para vosotros soy ya Adelita.
 
- Está bien, Adelita. ¿Qué quiere decir todo eso?
 
- ¡El alma del "Otro Yo"! ¡Es el alma del "Otro Yo" buscando a la Mujer Madura!
 
Aquello aterró, ahora más que nunca, a Tatú.
 
- Lucas... no tenemos tiempo...
 
- ¿Puedes tranqulizarte ya, Tatú? Esta buena señora nos está haciendo pasar un buen rato y no seremos nosotros quienes rompamos el encanto de la noche.
 
la enromemente gorda dueña, cocinera y mesonera de la Tasca Flamingu, sonrió de nuevo y pareció como agradecida a Lucas por su interés.
 
- Querer es como saber escuchar. O se hace todo de corrido o le falta la chispa que tú has introducido en este momento. Un saludo amistoso desde la distancia del "Otro Yo". Me alegra poder contar algo suyo.
 
Muy sereno, Lucas parecía como preso de la mirada de Adelitacuando intervino acentuando bien cada una de sus palabras.
 
-  Me pregunto ¿hay suficiente con mil palabras para poder expresar un sentimiento? Mil palabras son como mil gestos o mil acciones. Ellas recogen todo un pretexto del sentir en todo un contexto del vivir. ¿Es verdad que mil palabras pueden expresarse con mil miradas diferentes?
 
Aquella especie de misteriosa bruja se lo confirmó.
 
-  Sí. Es verdad. Necesariamente verdad. Eso fue, al menos, lo que sucedió entre la Señora Madura y el "Otro Yo". Amor es una palabra enorme.
 
- ¿Es que se llegaron a amar?
 
De nuevo pareció que ella entraba en otro éxtasis.
 
- Artificios giratorios que se ponen al servicio de los ramilletes de sentires emboscados en los pensamientos de cristal. Palabras de amor, palabras que ruedan en los chorros de los verbos donde beben las sedientas pasiones en medio del esbelto zorzal que con su canto melodioso acompaña el zigzaguear de las anáforas repetitivas donde el corazón vuelca su conjunto infinito de enunciados orales; corpus del corinto que crece en las regiones orientales del jardín: "... Y el pastor habló a la princesa de ninfas de las aguas, dríades de los bosques, hadas de los aires... pero ella sabía ya demasiado de los mundos incorpóreos y sutiles y sólo ansiaba encontrar la materia lúcida y transparente del bohemio soñador de los mameys; alguien que la ofreciese un tributo a la placentera ensoñación de los trinares y la elevase a la tricúspide corazonal de su perdida sonrisa...".
 
- ¡Vámonos ya, Lucas! ¡Dicen que escuchando estas cosas es cuando se aparece la "Señora Madura" y arranca el corazón de quienes hablan de ella! ¡Tiene un solo ojo y es peor que cuarenta cíclopes cuando desata toda su furia! Todavía estamos a tiempo de salvar la vida,.. Lucas...
 
- Esperemos un poco más. Parece que Adelita quiere decirnos algo muy importante.
 
- Sé que soy fea; absurdamente fea en un mundo donde todos me habéis quitado un poco de belleza hasta dejarme completamente deforme.
 
- ¡Es mejor irnos ya, Lucas! ¡Esta mujer está loca! Sólo hace falta mirarla a los ojos para darse cuenta.
 
- Escucha, Tatú. Estamos ante la posibilidad de meternos en la noche. En la noche íntegra y completa. ¿Me entiendes?
 
- Porque entiendo lo que dices es por lo que te ruego que nos marchemos ya de aquí.
 
Rosa Adela parecía ya no escuchar nada...
 
-  ¡Noches inolvidables aquellas en que, en medio del profundo sentido de las cosas, las cosas se hacían profundas... hondas... más extensas e intensas que las propias coordenadas de los momentos recordados y vividos entre las nieblas y ese pequeño rincón que todos tenemos dentro de nuestras ilusiones! ¡La proporción del sueño se hacía tan inmensa que yo caminaba entra las luciérnagas sin darme cuenta de la enorme traición!
 
Tatú musitó una pequeña frase... 
 
- Caramba, quizás exista una pequeña posibilidad de llegar a comprenderla.
 
- Por eso debemos esperar un poco, Tatú.
 
- Dice la leyenda de los nookta que en cada ocasión que la Mujer Madura se presenta a algún mortal puede suceder que se enamore perdidamente de él. ¿De verdad quieres que sigamos escuchando aunque estemos a punto de hundirnos para siempre en la oscuridad de las penumbras? 
 
Adelita no dejaba de tirar la ceniza del puro que fumaba, de manera indiscriminada, por el suelo.
 
- Tatú, a veces la ceniza sirve para enseñarnos que la vida de algunas personas sólo es polvo.
 
Un estremecimeinto recorrió todo el cuerpo de Tatú.
 
- Mi madre fue fusilada porque decían que era bruja y yo quiero marcharme ya pero tampoco puedo dejar a un amigo solo ante el peligro.
 
Adelita. por primera vez. se fijó detenidamente en Tatú.
 
- ¿Tu madre fue fusilada por ser bruja?
 
- Era yo tan pequeño que apenas recuerdo nada de ella. Sólo sé que se compró un espejo mágico en el que se miraba buscando su ansiada autenticidad. ¿Es eso ser bruja?
 
De repente Rosa Adela pareció convertirse en sabia pero su mirada no dejaba de ser intrigante y su sonrisa una especie de trampa mortal.  
 
- Ser auténtico es ser uno mismo y saber que en la hora de la verdad es lo que nos hace realmente libres. No puede existir libertad sin autenticidad con nosotros mismos. La autenticidad es un privilegio y por eso no es inteligente salir de casa olvidándola en el desván. Es por nuestra propia autenticidad por lo que podemos medirnos con absoluta objetividad. Cuando somos auténticos es cuando en verdad somos lo que somos. Por eso ser auténtico con uno mismo equivale a ser sincero, a ser honesto, a ser libre y a ser verídico. Para ser auténtico nadie nos exige que tengamos que decir todo lo que sentimos pero sí que aquello que digamos sea realmente lo que sentimos.
 
Lucas estaba más atrapado...
 
- ¿Lo que sentimos? ¿Qué es lo que en verdad sentimos?
 
- ¡No, Lucas, no! ¡No intentes interpretarla!
 
- Calla, Tutú. Es muy importante.
 
- En tu brillante mirada leo la respuesta...
 
Tatú, sobrecogido, ya no se atrevió a decir nada.
 
- ¿Y qué ves en mi mirada que tú consideras brillante?
 
- El gran dominio de las palabras que se meditan y que son las consecuencias de un sentir hondo. Deshacer carátulas y etiquetas para desarrollar una nueva imagen. Muy imaginativo y lírico a la vez que adornado por una prosa rica en contenido anímico. !Siempre me gusta cómo miran así los hombres!
 
-¡Lucas! ¡Se está enamorando de ti!
 
- Espero que no, Tatú. No quisera yo que por mi culpa se desataran todos los diablos de los nookta.
 
- Escucha, hombre blanco.  Las ondas de mis pensamientos luchan contra los fantasmas del aire.
 
- ¿Es que existen los fantasmas del aire, Adelita?
 
- ¡Camino por la senda del bosque intrincado mientras mi pensamiento vuela más allá de los horizontes! ¡En el altiplano los fantasmas se diluyen liberándose de sus cadenas y resuena en todo el valle el ruido de sus presencias que se van alejando lentamente con su cansino andar hasta dejar despejada la corriente del río y las orillas del lago! ¡Tú y yo estamos haiciendo el amor de los imposibles!
 
- ¡Vámonos, Lucas, antes de que se enamore también de mí!
 
- Enamorarme de ti es más imposible todavía. Está pendiente de expresión el "Otro Yo" e impediría que yo me uniera a un hombre sin palabra.
 
- Pero si yo nunca te he conocido jamás...
 
- Pero estás conociendo el misterio de los nookta...
 
Ahora Tatú era como un montón de hojarasca removido por el huracando viento del anochecer que rugía intentando entrar en la tasca.
 
- ¿Es tal vez el espíritu del "Otro Yo"?
 
- Veo que tienes mayor  inteligencia que tu compañero Tatú. Sí. Es el espíritu del "Otro Yo" que viene en busca de la Mujer Madura.
 
- ¿Y se puede saber qué tenemos que ver mi amigo y yo en todo esto?
 
- Recuerda siempre, Lucas, que la verdad de la amistad no está en los demás sino que reside en ti mismo. ¡Tú estás deseando enfrentarte a la Mujer Madura mientras tu amigo Tatú siente miedo sólo al escuchar su nombre! ¡No digas que no estoy diciendo la verdad!
 
- ¿Cómo puedes saber que deseo conocerla para enfrentarme a ella?
 
- Porque los hombres valientes nunca dicen que lo son.´
 
- Pues tengo miedo...
 
-  No es valiente el que no tiene miedo, sino el que sabe conquistarlo. ¿Te asustan los fantasmas del aire?
 
- Jamás me ha importado su existencia o su inexistencia.
 
- ¿No sabes de su presencia en la tierra de los misterios?
 
- ¿Qué son esos misterios de los nookta?
 
- Los mueve a su antojo el "Otro Yo",  
 
- No me da miedo el "Otro Yo".
 
- ¿Cómo has podido superarlo?
 
- Escucha bien, Adelita, porque no sé si esta vez lo vas a saber interpretar con acierto: En un solo sinfín de misterios me introduces toda tu materia y me conviertes en círculo abierto, en parábola del viento, en síncope prolongado de existencia con sólo un ligero movimiento de tus labios encardinados en mi alma. ¡Qué extraña paradoja es ésta en la que un humano que muere de libertades está totalmente esclavizado a tu manera de sentir, de vivir, de permanecer etérea en el espacio! Y vuelvo una vez y otra y otra a ser parámetro de tus destellos y a envolverme en la cápsula de tus abrazos perdiendo la noción de los sentidos. Busco ser nave rauda hacia los horizontes y sin embargo estoy clavado en tu bahía. Y sólo sé que de todas las maneras pluriformes en que se puede existir en este mundo. Es en el elemento de tu sueño donde soy y donde me realizo como hombre mensajero de la eterna...
de la perpetua libertad...
 
- ¡Sé que lo estás diciendo por ella!
 
- Cuando la gente se vuelve vieja lo adivinan todo y ya no queda espacio para la fantasía de la ficción. Yo no. Yo nunca seré un prisionero de tu mirada, Rosa Adela, nunca me quedaré en el vacío de los años.
 
- ¿Es por eso por lo que no tienes miedo a los fantasmas del aire?
 
- Es por eso.
 
- ¿Y si abro la puerta de par en par y vienen todos ellos a robarte el corazón antes que la terrible Mujer Madura te lo destruya para siempre?
 
Ese fue el momento en que, ante el tronar de los relámpagos en las cercanas montaás, Tatú decidió abandonar a su amigo Lucasy dejarle solo ante la incertiudumbre.
 
 ¿De verdad no tienes miedo a la incertidumbre, Lucas?
 
-  Mirar bien para no errar. Ese es el sistema que aplico ante las visiones espectrales.
 
- Esta vez es demasiado fuerte para cualquier ser humano, Esta vez es la realidad convertida en espectral presencia. Esta vez es el miedo de los hombres ante lo desconocido.
 
- Me gusta jugar con mi otro ser que no conozco; ese que está tan hundido en mi interior que nadie puede predecir nada sobre él.
 
- ¿Y no tienes miedo de descubrir cuál es el misterio de la Mujer Madura?
 
-  Junto a la vida nocturna de los que mueren durmiendo, su sombra en el cementerio se alarga bajo un ciprés. Más allá de la sombra deambulan los que caminan arrastrando sus vidas entre las hojas caídas por el viento. Su llanto es la infinita soledad de quienes insultan a los ángeles amorosos de la vida. Alguien hace sonar el violín de la existencia: una especie de poeta que sólo sonríe mientras se descompone la sombra del moribundo en mil pedazos agónicos y sin sentido alguno. No le vencen al artista las voces ni los gritos ni las órdenes jactanciosas de los moribundos sino que, desde arriba, la luz blanca y pacífica de la luna alumbra su rostro. Es un rayo divino que le anima a seguir tocando esa sinfonía de notas que hacen enmudecer al canto de las lechuzas.
 
Adelita dió un horrible alarido y desapareció envuelta en el torbellino de aire que arrancó la puerta de cuajo. Sólo quedó Lucas admirando a la mujer más bellea y preciosa  que había conocido en su vida. Con la sonrisa más pura y dulce jamás iamginanda. Su ropaje era tenuemente transparente y dejaba adivinar lo que todos habían deseado antes de que les venciera el miedo, el terible terro a lo desconocido.
 
- Has vencido al "Otro Yo" y me has liberado de sus cadenas, Luca. Ahora soy solamente tuya.
 
Un fantasmal sonido gutural se escuchó proveniente del exterior,
 
- No te precupes. Es que está muriendo...
 
- ¿Quién está muriendo?
 
- Llámame solamente Icarindia.
 
- ¿Quién está muriendo, Icarindia?
 
 - El inexistente miedo que nunca se apoderó de ti.
 
- ¿Miedo?. ¿Esperanza?. Algunos términos parecen tan usados a lo largo del tiempo, que comienzan a perder su sentido.
 
- Pero todos creyeron que, en verdad, yo era monstruosa. ¿Cómo adivinaste que era mejor no creerles?
 
Lucas se acercó a ella y la estrechó entre sus brazos,
 
- Escucha, Icarindia. Tus preguntas son inmensas. Son preguntas llenas de eternidad. No hay respuestas exactas. Hay siempre algunas respuestas relativas más o menos correctas. Preguntas cómo entender la vida. Ni los más sabios de la Tierra han podido responder a ello. Sólo han dicho que la respuesta está en el interior de cada ser humano. No, Aurora, no seas nunca igual que los demás si los demás no satisfacen tu manera de soñar. Sé siempre una respuesta verdadera para ti misma. Te acompaño en ese sentimiento de no aceptar ni la muerte, ni el hambre, ni la injuticia, ni la maldad... pero la muerte, el hambre, la injusticia y la maldad están todavía presentes en este mundo. No te preocupes, Icarindia. Sigue dándote respuestas innatas en ti misma y válidas o valiosas para ti, coincidan o no coincidan con la forma de vida de los demás. Creer o no creer en lo que dicen otros depende de saber o no saber quiénes son esos otros. Es mucho mejor moverse por los caminos de la paz y no herir a nadie, aunque hay heridas involuntarias que no podemos evitar. Yo creo que siempre hay un porqué para seguir existiendo... más allá de todas las heridas y de todas las injusticias y los desamores... así que no te rindas en tu búsqueda vital. Sé siempre sincera contigo misma y encontrarás continuamente respuestas a esas preguntas inmensas que te haces. La respuesta verdadera y válida surge siempre de repente, en un momento inesperado, como una sorpresa del vivir. Capta el momento y vívelo. Hay dolor en esta vida, pero también hay felicidad y alegría. Hay bienestar y también sufrimiento. Todo cabe a la vez. Todo. Pero la respuesta final es haber sido siempre la persona honesta y sincera que se descubre en tu figura corporal. ¡Un beso, Icarindia! Más allá de toda incertidumbre está tu propia persona. Ámala. Ama a tu propia persona... y podremos amarnos los dos...
 
Ella se dejó besar porque había descubierto la infinita aventura de lo cierto.
 
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Foto del autor Jos Orero De Julin
Textos Publicados: 7132
Miembro desde: Jun 29, 2009
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Descripción

Relato-

Palabras Clave: Literatura Prosa Relato Narrativa

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Fanfictions



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