Alcantarilla de Murcia (Diario)
Publicado en Jan 24, 2017
Otra vez el retorno ya soñado; otra vez lo soñado por soñar; otra vez el soñar tan recordado; otra vez los recordado para olvidar. Otra vez el olvido de lo caminado; otra vez la caminado para amar: otra vez el amar encadenado; otra vez lo encadenado por saltar. Otra vez el saltar ya liberado; otra vez lo liberado para juzgar; otra vez el juzgar indeseado; otra vez lo indeseado por salvar. Otra vez el salvar del condenado; otra vez el condenado para llegar;
otra vez el llegar como terminado: otra vez lo terminado en su lugar. Otra vez su lugar junto a tu lado; otra vez a tu lado para cantar; otra vez el cantar siempre ansiado; otra vez lo ansiado para eternizar. Otra vez eternizar lo ya hablado; otra vez lo hablado por despertar; otra vez depertar en tu estado; otra vez tu estado para ganar. Otra vez ganar lo ya pasado; otra vez el pasado junto al mar; otra vez mar a sabor salado; otra vez lo salado de tu manjar. Otra vez de tu manjar alimentado; otra vez alimentado sin llorar; otra vez llorar de enamorado, otra vez enamorado sin parar. Regreso de un emigrante. Lo primero que Alcantarilla (de Muricia en España) me trajo a la memoria fue el inolvidable Real Madrid 11 Elche 2. Recuerdos del diario "ABC" madrileño. El Real Madrid y el Elche se han enfrentado en 20 ocasiones en el Bernabéu en Liga, con 17 triunfos madridistas y tres empates. Nunca ganó el Elche en Chamartín, a pesar de que cuatro veces llegó al descanso con ventaja, las cuatro con 0-1. En los 20 partidos siempre marcó el Madrid y cinco veces el conjunto ilicitano se adelantó con el primer gol, en las que, en tres, terminaron imponiéndose los locales. El Real Madrid tiene su récord goleador en el campeonato con un 11-2 frente al Elche, en la temporada 59-60, la mayor goleada en sus 2.652 partidos de Liga. Han pasado desde aquel Madrid-Elche más de 50 temporadas y no se ha vuelto a superar el registro. Aquella fue la primera temporada de los franjiverdes en Primera y llegaba al Bernabéu, en la jornada 21, en el sexto puesto, a cinco puntos del segundo, Barcelona, y a ocho del Real Madrid. Los ilicitanos habían recibido 36 goles en contra en esos 20 partidos y se encontraron con once más. Curiosamente, el Madrid se dejó arrebatar aquella Liga por el cociente de goles, empatado a puntos con los azulgranas. El Elche se mantuvo en la categoría, con una meritoria décima posición y repitió doce años consecutivos entre los grandes. El equipo del Madrid de la legendaria goleada madridista lo formaron Domínguez en la portería; Marquitos, Santamaría y Miche en la defensa; Vidal y Santisteban en la línea media; y los cinco delanteros: Canario, Rial, Pepillo, Puskas y Gento. Curioso: aquel día Di Stéfano no jugó. Estuvo lesionado cuatro partidos. El Madrid venía de perder tres días antes en Niza 3-2 en Copa de Europa, en un partido en el que se dejó remontar una ventaja de dos goles. El último gol de aquel 11-2 se marcó a falta de 17 minutos para acabar el partido (en esos minutos, el Madrid marcó en Riazor el sábado la mitad de sus goles). Lo curioso de aquel partido fue que el Madrid aprovechó varias galopadas a la contra con la velocidad de Gento y el acierto rematador tanto de Pepillo como de Puskas. Como en el 2-8 de Riazor, ni hubo una avalancha atacante, ni el Elche se defendió a duras penas, incluso hizo buenas jugadas y marcó también dos goles. Pepillo anotó cinco tantos, Puskas, cuatro; y otros dos fueron obra de Gento y Santisteban. En la plantilla de aquel sorpredente Elche, debutante en la Primera División y debutante en nuestro infantil juego de fútbol-chapas, se encontraba un jugador apellidado Alcantarilla, Por eso, nada más llegar a Alcantarilla (en Murcia de España) le recuerdo a él y a todos sus compañeros: García, Gómez, Quirant, González, Laguardia, Moll, Ré, Pahuet, César, Fuertes, Cardona, Gallego, Felipe, Mezquita, Guerrero, Alcantarilla, Navarro, Zuazo, Riquelme, Nito, Rodri,, Nito, Roche, Outerelo y Periquín. Hablando de Periquçin (que nunca estuvo en el fútbol-chapas porque no salñia en los cromos de fútbol) me pongo a pensar en "Matilde, Perido y Periquín" de aquel año de 1960 cuando el Real Madrid goleó al Elche por 11-2 (en partido que estuvimos escuchando en el Carrusel Deportivo por el aparato de radio de la marca Feudal). "Matilde, Perico y Periquín" fue un serial radiofónico enmarcado en el estilo de comedia costumbrista y producido por la cadena SER. La serie comenzó el 26 de febrero de 1958 y no terminó hasta la muerte de uno de sus protagonistas, Pedro Pablo Ayuso, en 1971, estaba patrocinada por Cola-Cao, algo relativamente novedoso en aquel momento. El autor de la serie fue Eduardo Vázquez, y dieron voz a los personajes principales Matilde Conesa (Matilde), Matilde Vilariño (Periquín) y Pedro Pablo Ayuso (Perico), mientras que Carmen Martínez, Juana Ginzo y Agustín Ibáñez interpretaron a personajes secundarios. Los episodios, de 10 a 15 minutos, habitualmente mostraban la vida cotidiana de una familia española supuestamente típica, en la que los padres trataban de no dejar ver su bajo nivel de vida, sólo para ser puestos en evidencia por la sinceridad de su hijo pequeño, por ejemplo ante su maestra (Doña Pepa Cifuentes) o ante su vecina "metomentodo". El serial, que comenzó a emitirse en 1955, tuvo un enorme impacto en la audiencia española, lo que le permitió mantenerse en las ondas durante 16 años. Por la tarde, hacia el crepúsculo, poco antes de cenar, la familia se pegaba al receptor radiofónico para escuchar uno de los programas familiares que más éxito popular tuvo en aquellos años 50 y 60 en España. "Matilde,. Perico y Periquín" siempre terminaba con don Perico, es decir, el papá de Periquín, llamando con ironía, que escondía sus verdaderas intenciones, al niño: "Periquín guapo, ven aquí...!", porque toda la trama de este serial consistía en describirnos las travesuras que día a día cometía el pequeño Periquín que terminaba siempre llorando y diciendo: "No al nene pupa no". ¿Y qué hágo yo ahora, emigrante español retornado, en el pueblo de Alcantarilla (en Murcia). Lo que hago es que todavía no tengo ninguna vivienda propia y habito en un piso de la calle Mayor de esta población en calidad de alquilado. No me interesa otra cosa sino reenprender mi vida en España hasta ver cuándo Dios quiere que tenga piso propio. Ahora estoy con mi esposa y mi pequeña segunda hija. La mayor se encuentra estudiando y trabajando en Madrid. Y todo transcurre en un área de acciñon de unos pocos centenares de metros a la redonda pero, a veces, me da por caminar hacia la ruta Alcantarilla-Murcia para seguir estando en forma como atleta fondista y de resistencia. Siempre he sido así desde que tengo uso de conciencia en mi infancia madrileña. 7'88 kilómetros dese Alcantarilla hasta Murica y otros 7'88 metros desde Murcia hasta Alcantarilla suponen un tota de 15'78 kilómetros sin parar. Y comoa veces le añado otro buen puñado de kilómetros por la ciudad de Murcia (ya que de la iglesia de Alcantarilla nos hemos ido a la iglesia de Renuevo porque en la de Alcantarilla ni comprenden ni entienden quiénes somos Liliana y yo y qué queremos hacer Liliana y yo en nombre de jesucristo) pues salgo a un total de 20 kilómetros cuando me da por aplicar el ritmo de la resistencia. Y todo ello ya con 53 años de edad. Para que luego vengan diciendo que no soy capaz de repetirlo una vez más. No una vez más sino todas las que sean necesario. Pero volviendo a Alcantarilla estoy aclimatándome a las nuevas costumbres de una España que dejé en equilibrio y ahora parece bastante desequilibrada. Supongo que en un mundo así lo más importante es poder sobrevivir. Efectivamente, sobrevivimos en Alcantarilla mientras yo no dejo nunca de citarme con la computadora para empezar a escribir mis "grandes produciones" literarias que cada vez son más en cantidad y en calidad. Algunos dicen que me "piropeo" yo solo porque ya no tengo abuela. Si supieran la verdad no dirían tantas majaderías. Ángel Ossorio dijo: "Cabe confiarse a un malvado, mas no a un majadero. Aquél puede enmendarse. Este no tiene cura". Sobrevivo en un piso alquilado de Alcantarilla (de Murcia de España) y voy "pasando" cada día más y más de los majaderos que encuentro en mi camino. Para los citados majaderos he de decirle que Ángel Ossorio y Gallardo (Madrid, 20 de junio de 1873-Buenos Aires, 19 de mayo de 1946) fue un abogado y político democristiano español, ministro de Fomento durante el reinado de Alfonso XIII, embajador de la Segunda República Española y una figura destacada en el proceso de concepción de la «solución corporativa". Fue conocido por el apodo de «Papa de la juridicidad». ¿Pero qué pueden saber los majaderos de lo que es la juridicidad? Pulsión y compulsión sentimental. Estoy en Alcantarilla recordando este texto que escribí en mis últimos tiempos de estadía en Ecuador. Lo transcribo para que quede impreso en mi Diario:En el sicoanálisis se denomina pulsación a la fuerza en el límite entre lo orgánico y lo psíquico que empuja al sujeto a llevar a cabo una acción con el fin de resolver una tensión procedente del organismo. Y compulsión es un tipo de conducta que el sujeto se siente impulsado a seguir por acción de una fuerza interior a la que no puede resistirse. Los seres humanos estamos llenos de múltiples sentimientos que son estados afectivos de nuestro ánimo, pero que normalmente operan bajo el control de la razón. Los sentimientos siempre nos guían al desarrollo de una sensibilidad que es, primordialmente, la facultad de los seres animados para percibir y experimentar, por medio de los sentidos, sensaciones, impresiones y manifestaciones emotivas. Las emociones, por otro lado, transforman de un modo momentáneo pero brusco el equilibrio de la estructura psicofísica del individuo. Las relaciones se estabilizan cuando hay condición de normalidad pero se alteran cuando los fenómenos físicos y psíquicos no son controlados por la racionalidad. Por eso existe la sicogénesis que estudia las causas de orden psíquico susceptibles de explicar un comportamiento determinado. El caso es que yo tengo una cuñada, de nombre Rocío, que continuamente transtorna la convivencia familiar con sus reacciones compulsivas. No está enferma. Lo que sucede es que se ha debido de quedar en una etapa infantil de su desarrollo. Tiene ya cuarenta años de edad, casada y con tres hijos, pero no pierde nunca la pésima costumbre de hablar, opinar y calificar a los demás como le viene en gana, sin pensar lo que dice, sólo porque ella se autodenomina sincera y falta de hipocresía cuando suelta todo lo que piensa, así, de botepronto, sin razonamiento alguno, sólo movida por una explosión de sensiblerismo (aunque ella lo confunde con sensibilidad) que produce tal caos en los demás que es un verdadero infierno el ambiente cuando ella llega a casa. Ni piensa en los demás ni tiene en cuenta que para decir algo hay que pensar antes lo que se dice. El problema se agudiza cuando interviene mi cncuñado, su esposo, que tiene cuarenta y cinco años, se llama Pepe Aurelio y no le va a la zaga a la hora de soltar barbaridades. Cuando algo no les sale bien o cuando no estamos dispuestos a cumplir sus caprichos reaccionan con unas compulsiones sentimentales de tal orden (opino que nunca dejaron de ser niños malcriados) que yo lo que hago es, para no participar de tales desaguisados, irme a la heladería de enfrente (cuando me entero de que van a venir de visita) y allí tomarme un refresco leyendo una buena novela hasta que adivino que ya es la hora en que ha llegado el final de su visita que, como siempre, termina con los dos llorando a moco tendido porque se consideran incomprendidos por los demás. A veces he intentado hacerles comprender y les he comentado sobre los parámetros de conducta pero... Dios mío... qué problemón tener que explicarles lo que son los parámetros de conducta a unos seres compulsivos de más de cuarenta años de edad. Terminé un día por decirles que antes de hablar hagan el ejercicio simple y sencillo que me inculcó mi papá (a él se lo había inculcado mi abuelo) de contar mentalmente, tranquilamente, hasta diez antes de soltar majaderías. No me entendieron. Creyeron que les estaba llamando majaderos (en realidad es una majadería oirles) y decidí que a partir de entonces recurriría siempre a la heladería de enfrente cuando ellos viniesen de visita. Ahora les he enviado a su buzón de correos un anuncio de un señor que realiza terapias emocionales para sanar a los neuróticos. Sólo pido a la vida que nunca lean este texto de mi Diario... porque en caso contrario me tocaría emigrar a Uzbekistán con tal de no escucharles. En cuanto a los majaderos de "la calle" mejor que calle es callar. Y en callando los majaderos se van alejando... alejando... alejando por la calle Mayor de Alcantarilla hasta terminar por desaguar en algunas de sus periferias. Quizás donde los gitanos bailan sus zambras,
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