Fue precisamente, y con total exactitud, el compañero Matesanz del Instituto San Isidro de Madrid, el ejemplo que tuve para aprender lo que era ser socio de una Biblioteca Pública, Ahora que ya  soy un asiduo de las que encuentro en mi largo caminar por los países donde he residido y por los que viajo de vez en cuando, recuerdo ver a Matesanz saliendo con un lote de libros en la mano de la Biblioteca Pública que estuvo situada en la Calle Mayor de Madrid, muy cerda de la casa de Luis. Me fijé en aquel detalle de los libros y me propuse hacer lo mismo cuando tuviese posibilidades propias. Tal como lo prometí así lo he hecho.
 
El caso es que, aquel día en que vi a Matesanz saliendo de dicha Biblioteca Pública yo ya había dejado atrás a los "Pulgas", había leído "Aventuras de un niño irlandés"(de Julio Verne), "Sinuhé el Egipcio" (de Mika Valtari) y, lo que era más interesante, "Cinco mujeres marcadas" (de Ugo Pirro) a escondidas de la mirada escrutadora de mi madre, y "El Decamerón" (de Boccaccio) en un descuido fatal de Gimi. Así que, habiendo madurado como lector, pronto me dio por sacar el carnet de socio de las bibliotecas madrileñas y elevarme a la categoría del más culto de toda la familia completa (incluyendo no solo a mi abuela, a mi padre, a mi madre y a mi hermana y hermanos sino a todos los parientes que mi memoria puede recordar). Con ese afán cumplí con la labor voluntaria de convertirme en escritor durante mis momentos de ocio y, después, soñar con ser periodista. Ambas cosas las he llegado a cumplir con total empeño y dedicación abnegada superando toda clase de obstáculos producidos por la envidia.
 
Tanto aprendí de Matesanz que, desde aquel día, hasta he empollado enciclopedias enteras (incluyendo incluso alguna de libros escritos en francés) investigando temas culturales de la más varíada índole como, por ejemplo, el estudio de los dioses de la Antigüedad Egipcia o lo más granado de lo que se sabe sobre las estrellas que más lucen en el cielo terrestre (pasando por centenares y miles de temas más). Yo no sé si Matesanz sigue acudiendo a las bibliotecas o lo hizo solamente porque estaba estudiando Bachillerato para dejarlo después pero, en lo que concierne a mi caso, fue precisamente al terminar mi Bachillerato Superior cuando comencé a sentirme atraído por toda clase de bibliotecas que he encuentro y sigo encontrando en mis mis caminos. Y asó es como terminé (siguiendo el ejemplo del compañero Matesanz) en un hombre cultoy cultivado que ama y cultiva la cultura.