De capitán estrella a líder olímpico (Diario)
Publicado en Feb 10, 2017
A mis 16 años de edad ya había demostrado, con suficiencia más que visible, que era capaz de ser capitán de un equipo de fútbol y ejercer con totales garantías de seguridad el cargo de capitán de un equipo de fútbol. Así lo entendió el señor Rueda, presidente del Estrella Olímpica, quien viendo mis actuaciones en los partidos amistosos, previos a la celebracíon del Primer Trofeo Juvenil "As", decidió libremente que el capitán de su equipo debía ser yo. Y fue en uno de aquellos últimos partidos amistosoS donde me lo expuso con total claridad:"No sólo sirves muy bien para ser el capitán del Estrella Olímpica sino que lo tienes que demostrar tomando la decisión, sin dudarlo ni un instante, de lanzar este penalty que si se transforma en gol nos da la victoria. No puedo confiar en quienes se "aflojan" ante situaciones tan límites como ésta y con tal grado de responsabilidad para con los compañeros; así que demuestra a todos que no me he equivocado contigo". No entré en discusión alguna con el señor Rueda sino que cogí el balón etre mis manos, lo coloqué en el punto geométrico del penalty y me dispuse a lanzarlo sin ninguna clase de nervios. Pensé para mis adentros: "Voy a demostrar a todos mis compañeros que si soy capitán del Estrella Olímpica es porque me lo he merecido y voy a demostrarles que un capitán no huye de la responsabilidad de serlo aun en momentos tan difíciles y decisivos como este". Sin pensarlo dos veces golpeé al balón con tal serenidad y técnica que lo coloqué justo en el lugar donde estaba pensando para batir al portero rival y convertirlo en el gol que nos diese la victoria. Al portero rival sólo le quedó, como recurso final, hacer la "estatua" por ver si yo fallaba y enviaba el balón a sus manos. No fallé, Fue un golazo que hizo imposible que el portero pudiera atajar la trayectoria del balón que, a ras de suelo y muy cerca del poste izquierdo de la portería rival, entró dentro y se quedó besando la red con la categoría de eternidad. Era el premio a mi decisión. Un beso a la red que me hizo pensar que así debería ser un beso cuando se lo diese a mi enamorada.
Pero el rumbo de las circunstancias fue imprevisible. El señor Rueda contrató a un entrenador vallecano que tuvo la infeliz idea de decidir que iba a desmembrar al Estrella Olímpica, puesto que eramos una plantilla muy numerosa y, con la aportación de su Rayo Vacesa, crear tres equipos competitivos. Aquello era inconcebible, Era mucho mejor tener un solo equipo capaz de luchar por ser los ganadores del Primero Trofeo Juvenil "As" que hacer tres equipos con la única ambición de quedarnos en alguna posición intermedia que no jugase por ser campeón sino por no quedarse en el furgón de cola. Al señor Rueda le faltó el suficiente coraje de hacer caso a lo que yo le estaba indicando y cedió ante aquel entrenador vallecano que ni conocía de nada al Estrella Olímpica ni había visto nuestra manera de jugar. Fue entonces cuando un grupo de jugadores nos declaramos en rebeldía y abandonamo al Estrella Olímpica para no ceder antes la despótica decisión de fragmentar nuestra unión y camaradería que hasta entonces había sido proverbial. Los rebeldes fundamos el Deportivo Olímpico y el Rayo Vacesa no entró a formar parte de aquella Liga. El error del señor Rueda hizo que el Estrella Olímpica quedase tan debilitado que sólo se situó en los últimos lugares de aquella Liga del Primer Trofeo Juvenil "As" mientras que el Deportivo Olímpico fue el equipo sorpresa y quedamos situados entre los primeros. ¿Qué hubiese sucedido si el Estrella Olímpica se hubiese mantenido tal como estábamos jugando en la pretemporada anterior a dicha Liga? Posiblemente hasta hubiésemos podido quedar campeones luchando de igual a igual contra un equipo con tanta experiencia como el San Federico. ¿Y qué pasó conmigo? Que dejé de ser capitán estrella pero no para bajar de categoría personal sino que los del Deportivo Olímpico, que habían decidido que el capitán fuese Cabello, siguieron confiando plenamente en mí y me nombraron líder del equipo. De esta manera tan singular ascendí de rango y pasé de ser solamente capitán estrella a convertirme en todo un líder olímpìco. No defraudé a nadie. En todos los partidos de aquella Liga demostré que mi categoría como futbolista no se había enquistado sino que aumentaba en calidad hasta el extremo de poder dirigir a mis compañeros del Deportivo Olímpico a muchas victorias deslumbrantes (empatamos y perdimos muy pocos partidos) suficientes para demostrar que había mejorado mi forma y manera de moverme por los campos de fútbol y hacerme, cada vez más, un jugador completo. De capitán estrella a líder olímpico y mis goles siguieron haciendo a los balones besar las redes con categoría de eternidad mientras seguí manteniendo, cada vez con mayor intensidad, que esa debería ser mi forma de besar a mi enamorada cuando me encontrase con ella a solas, ella y yo solamente, demostrando ella que era toda una princesa y demostrando yo que era todo un líder olímpico. Fue simplemente inolvidable.
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