La Conquista de la Cima la llevé a cabo cuando solamente tenía 17 años de edad; pero no fue tan improvisada como muchos creen. Para saber conquistar siempre es necesario pasar un cierto tiempo estudiando todo el territorio. Así que a los 16 hice acto de presencia. Estuve analizando todos los pros y todos los contras. Tenía que conseguir, en primer lugar, que las chavalas guapas se olvidaran de "Gimi"; así que estuve estudiando y, estudiando a tope, no dejé de observar las reacciones de todas ellas. Las mayores de edad (como "La Argentina" y su inseparable amiga) no me interesaban para nada. Yo iba a por las mejores y las mejores estaban todavía intactas porque "Gimi" había sido una aparición violenta con la que no consiguió nada más que el rechazo de todas ellas. No olvidemos que era ya el año 1965 y no estaba ya "el horno para bollos" porque las madrileña ya no etan como antes sino que se habían liberado del todo.
 
Si "Gimi" se había comportado como un donjuan castigador sin resultado alguno yo debía aprender a seguir con mis planificaciones: el chico guapo y atractivo que se dejaba querer para sorprender a todos mis rivales. Comencé mi labor de reconocimiento completamente seguro de que si batía a "Gimi" todos los demás eran "papeles mojados" únicamente servibles para guardar el bocata y poco más. Observé a todos mis rivales. Eran bisoños, novatos, inoperantes llegada la hora de la verdad. Estando Lozano y Zapata entre otras muchas más, lo que dijera o hiciera "La Argentina" y su inseparable amiga me importaba menos que la sopa boba porque, además de ser mucho mayores que yo, no eran ni chicha ni limonada; o sea, de esas que le gustaban al tío Benito porque no podía nunca aspirar a las que de verdad merecían la pena hacer el esfuerzo.
 
Eliminado "Gimi" sólo me faltaba quitarme de encima la sombra de "Califa" y "Fantini". Fue muy fácil. Desvié sus atenciones a Tecniban porque el paso de "Califa" por Cima iba a ser menos que nada y "Fantini" ni tan siquiera lo iba a intentar. Así que en 1985 despaché a "Gimi" que se tuvo que marchar con todos sus secuaces hacia otros lugares de Madrid mucho menos agradables y preparé la Conquista de 1986. 
 
Fue aquel año de 1985 cuando canté de tal manera que dejé a todas las sirenas llenas de expectativas. Un día cualquiera del frío invierno verás la lluvia caer oirás el viento soplar; pensarás que triste es ver desierta la ciudad, Qué pena da saber que tu nambre nadie llamará. Te espantarás de ver la triste realidad de un mundo egoísta, cruel y material.Párate. Mira atrás. Verás la llucia caer oirás al viento soplar.  Pensarás que triste es ver desierta la ciudad. La ciudad, La ciudad, La ciudad, La ciudad. Con aquello levanté el ánimo a las que me interesaban de verdad. Ahora sólo faltaba acabar con la resistencia de las más duras dentro de las que más me gustaban, Así que seguí cantando, Existe una calle es tan larga que parece que jamás va a terminar. Solitaria. Nunca hay nadie. Esa calle misteriosa siempre está. Hay quien dice que aparece una figurapor las noches que cansada y triste va. Hoy yo he visto a esa figura. Juraría que la he oído sollozar, La he seguido entre la bruma. La figura en las nubes se ocultó. Miro al cielo, Ya no llueve, Lentamente doy la vuelta y me dirijo a la ciudad. Misteriosa. Calle misteriosa. Misteriosa, Calle misteriosa. Si te vemos cantar... nos acercaremos a tus alas... dijeron todas ellas. Había añadido a la atención el misterio. Así que ya tenía bien preparado el terreno para, en 1986, conquistar fácilmente a la Cima mientras los otros tres estaban perdidos en territorios de nadie. Pero eso ya es otra historia.