Mujer si puedes tú con Dios hablar (Ensayo) -Segunda Parte-
Publicado en Feb 22, 2017
Mujer recuerdo, mujer presencia, mujer cuya divinidad recae dentro de su alma y allí incuba los sentimientos amorosos. Aún te espero, diario pensamiento, aunque no importa ya si te quedarás para siempre o sólo serás un sentimiento pasajero que como mejor virtud sea la de volver el tiempo, hacerlo impermeable, y transformarlo en inquieta esperanza. Mis letras perdidas con el amor temprano sólo piden un acto de libertad, volviendo a su origen, clamando su romance, reiniciándose en su zona cero. Y yo sigo así esperando como habitante solitario de mis letras perdidas... hasta que al fin alguien encuentre la señal inconclusa de la libertad de sus expresiones. Entonces ese alguien se transformará en idea y esa idea será la meta a la que habrá llegado el clamor de todas mis voces. Mujer si puedes tú con Dios hablar eres esa idea que se ha transformado en clamor para elevarte a la cima de todas las expresiones humanas. Eres sentimiento cuando eres expresión. Y en tu esencia de mujer veo mucho de ambas cosas. Merece la pena volver a leerlo más tarde para seguir comentando.
En el interior donde crees que existen las olas del sentimiento hay algo que debo citar: el palpitar del alma. Cuando hablas de la libertad ante los hombres doy por sabido, bajo mi punto de vista, que lo que existe es la liberación. En la libertad es imposible creer pero la liberación es esas "manos que aprenden a sentir sobre la roca". Precisamente sobre la roca estoy sntiendo ahora porque tú eres el presente del ahora pasado con el ahora futuro. Sólo existe un tiempo: sentir o no sentir. Y tú mujer, si puedes con Dios hablar, sientes cuando renaces todos los días. Tu puedes escribir "por primera vez renazco de entre los escombros, renazco entra las sombras, por primera ve comprendo que esto es poesía, mi poesía". Y yo te digo que llevas razón. Cada vez que renacemos por primera vez -y estamos siempre renaciendo de esa misma manera- podemos sentir que la poesía forma parte de nuestro yo. En ese sentido sentir es ser yo y sentir es ser yo extendido hacia los demás. Así que tú, mujer que puedes con Dios hablar eres, más que nada, poesía en movimiento. Permite que te cante algo de mi adolescencia que escuchaba tantas veces por las ondas del aire: Cuando estoy contigo siento soñar... veo en ti sólo poesía. Nubes en el cielo olas en el mar poesía en movimiento eres tú al pasar. Luces que se encienden en la inmensidad poesía en movimiento contigo siempre va. El sol va pasando la luna va detrás y tú al ir andando pareces una estrella más... Flor que mueve el viento dentro del rosal poesía en movimiento contigo siempre va. Luces que se encienden en la inmensidad poesía en movimiento contigo siempre va. El sol va pasando la luna va detrás y tú al ir andando pareces una estrella más... ¿Quién puede huír de tu mirada escrutadora que abre el alma de los hombres? Pensemos. Posiblemente las realidades estén construidas de muchas huídas y regresos continuos. Los recuerdos relacionan ambas posiciones. Es cierto que afrontar, confrontar y aceptar tienen muchas veces características de huídas hacia adelante. Por eso la valentía consiste en intentarlo todo en la búsqueda de capturar nuestras existencias propias. Es muy interesante el tema. Es algo que mucha gente olvida pero que yo considero asunto esencial para nuestros propios autoanálisis personales. Muchas veces huímos hacia rincones de seguridad. Y eso no es nunca cobardía, sino deseo de relanzarse hacia búsquedas diferentes a las primeramente pensadas. Esper que tú, si puedes con Dios hablar, hayas comprendido y entendido qué es lo que quiero decir cuando le canto a la divinidad de tu presencia en la humanidad. Y es necesario saber que, ante una mujer como tú, toda existencia es una alternativa no de fuga ni de huída alguna sino de eso que se nombra como sensibilidad, responsabilidad, reflexión y emoción... porque detrás de toda óptica existencial está la parte oscura que no se ve pero que es la alterna conjunción de la vida real. A veces eres lágrima de un corazón viviente. Posiblemente un poema por lo que tienes de profunda, no de una salida sino, más bien, una verdadera entrada a aquellos que viven unidos a tu sueño; porque que todo lo que llevas en tu interior es el contenido primordial y esencialmente verdadero para hacerte superar todos los problemas. En el camino andamos... en el camino superamos... y en ese camino nos enlazamos en un solo sentimiento... y es que tu criptografía sentimental hace pensar mucho. Bienvenida por tu presencia. No te vayas tanto tiempo a la lejana sensación. Y es que eres un poema lleno de esperanza. Eso que se produce cuando la realidad se convierte en sueño y el sueño en meta de la vida. Me gusta tu sincero estilo mujer que puedes con Dios hablar. Eres la poesía contenida en el alma de un ser humano que, por aproximación metalingüïstica, te conviertes en una cercanía a la realidad de los días que se viven sucesivamente por etapas de emoción; algunas veces una realidad de calma y meditación... otras veces una pasión desbordante... pero siempre una representación casi metafísica de la existencia, del destino o de la confusión de nuestro propio mundo interior con el que gravita el mundo exterior que se contempla y se asume como materiales de reflexión. De ahí (de tu existencia, destino o confusión) surge el compromiso personal de quien expresa la propia trayectoria de su yo vital gravitando en la concepción de tu universo poético. Este universo poético que siempre muestras (aún en los momentos de rechazo), como el gozo de la vida a pesar de las angustias, los temores y las amenazas que nuestro tiempo presente nos prodiga sin contención alguna. El gozo liberador de tu palabra poética nos enriquece la expresión lingüística aunque en los poemas expresemos gestos cotidianos. Sí. Los gestos cotidianos que elevan su lenguaje diario, casi coloquial, y le otorgan categoría poética y no prosaica. Una categoría poética inmarcesible, superadora de su propio origen habitual. Es lo que te hace ser diferente mujer si puedes tú con Dios hablar. Las expresiones de todo y de todos los días se ennoblecen por las virtudes inherentes que conllevan tus mundos poéticos emblemáticos, simbólicos, ambiciosos, abarcadores y envolventes que solo entiende un poeta. Un poeta que trata, por todos sus medios expresivos, de integrarse en la virtud de tu palabra acogedora. Estando a tu lado y de tu lado nos iniciamos en la poesía de nuestros yo con un amanecer; con una albalda integradora de nosotros con la actitud que anunciamos en nuestros poemas con tono de diario personal, cancionero íntimo, con el que expresamos los temores y las relfexiones de nuestro yo surgido de la observación de una realidad amada y gozada, temida o rechazada, pero siempre inquisidora. Poetas iniciados en tu andadura cotidiana mirando a su alrededor y viendo las cosas y los seres que son habituales, desde un ángulo introspectivo mientras se refugia en su propia palabra poética ante el temor de que llegue a producirse, en su realidad cotidiana, un desentendimiento de ese ahora que comienza durante todos tus días y con el que se puede convivir para estar más cómodo como ser humano. El poeta que se inicia siempre con el yo apalabrado en la poética concepción de tu existencia: un autoanálisis vital o autofotografía introspectiva de tu yo existencial, que vuelve su mirada hacia atrás para hacer observación, comparación y exploración de los signos vitales, de una vida que se inicia en la infancia y sus recuerdos (... yo soy aquel que ayer no más decía...) y entonces el poeta está capacitado para reconocerte en su propio tiempo y analizar tu propia trayectoria que concluye en el pasar de los recuerdos y de la memoria, en un presente formulado con consolidaciones y también dudas propias de los avatares que siempre anidan en el yo del alma poética. No es extraño, por lo tanto, que siendo tan consistente en la palabra poética, mujer que puedes hablar con Diios, haya poemas dedicados ampliamente a las palabras escritas con la intención evidentemente metapoética, pero cuyo contenido e intención real va mucho más allá de las propiedaqdes, los principios y las causas primeras de esas mismas palabras. Del campo exclusivo e inclusivo de la poesía se trasciende, por elevación del yo personal, a la expresión más universal de la existencia propia y de todos al mismo tiempo que se condensa dentro de ti. Dicen que el filólogo, cuando te observa, es el que ama las palabras, aunque en realidad se dedique a entenderlas y explicarlas. Pues bien, el yo del poeta relacionado contigo hace de las palabras reflexiones filológicas intensas que van desde esas mismas palabras adecuadas y eficientes al estudio más íntimo de tus sentidos y tus virtudes. Las palabras de la poesía llevan el nombre de tu esencia y permanecen sobre el tiempo y a lo largo de la vida, mientras nos salvan de la muerte. Siempre queda tu nombre poético y esa es tu virtud y tu fuerza. Los artesanos de las palabras sabemos que es cierto. Nos interesan siempre algunos símbolos (imágenes de la vida poética del yo de cada autor) de los que te sirven a veces de manera más ávida y evidente y otras veces de manera más recóndita e incardinada en la propia intimidad del yo escritorial; pero siempre como una reflexión del transcurrir de la vida y del tiempo... de esa vida y ese tiempo contrastados con la vida y el tiempo universal de tu presencia. Por eso la unívoca profundidad de tu existencia siempre destaca sobre la generalidad de lo prosaico. Mujer si puedes tú con Dios hablar es que eres el símbolo poético viene a ser, a veces, como un ángel de la guarda rebelde y contestatario que se hace cotidiano a fuerza de ser desconsiderado e irreverente para con los prejuicios propios y ajenos. Otras veces eres una mítica caja de Pandora que permanece abierta como antídoto de los conflictos sin fin del yo de los seres humanos. Pero siempre eres el símbolo poético un motivo casi irracional del yo escritural, de origen metafísico, que nos hace poder convivir con la realidad cotidiana a través de la transformación de una solidaridad no reglamentada sino expreamente explícita y liberada; con sus imposibles incluídos. Se cierra la vida poética de un yo con los poemas de tu despedida diaria hasta que, de nuevo, regresas una vez más y entonces los los poemas del destino problemático de la muerte de todo lo que se escribe, es el aire de fiabilidad de todo lo inspirativo que tiene el alma humana. Termino por señalar que eres la palabra poética de tu yo en la presencia de la omega de lo lógico y el alfa de lo surreal. Final y principio continuos. Dicen los que no te entienden que sólo eres una belleza pasiva. ¿Cómo vas a ser una belleza pasiva si eres una continua inquietud? Conotinua inquietud poetizada: la garganta entre las olas de la belleza durmiente en el corazón un ardiente compás de lágrima azul. Aroma de besos y rosas kamikazes de los suspiros murmurando sus respiros entre sábanas de tu. Pliegue de lunas cariciosas en la penumbra sensación florecidas en la estación del álamo y el abedul. Y entre las horas espaciosas con sentido de cristal estás siempre como metal en medio de mi inquietud. Imán. Eres ese metal imantizado que atrae a mis sentidos y hacen que sienta el por qué de toda tu imagen dentro del movimiento universal. Yo hago reflexión a tu indómito deseo. ¿Quién atenúa tu fuerza antigua, tu vida, tu contenido? ¿Quién te traiciona hasta el extremo de despojarte del combatir continuo al lado de tus definiciones propias? ¡Surge! ¡Levántate de nuevo! ¡Haz que tu corazón se tranforme en fuego! No vale cosa alguna vivir en el fango de la mezquindad. No te hagas daño. ¡Aumenta tu caudal de vida y lanza tus impulsos hacia la ilusión de tus búsquedas!. Que nadie, absolutamente nadie, te deje en la postración de la amargura. Que el vibrante resonar de tus convicciones te sigan convirtiendo, día tras día, en una aspiración hacia lo profundo de tu ser. Y que tus ideas sinceras maduren en el módulo de tus alternativas. Que alegría e inspiración sean siempre expresiones de tu indómito deseo y tu voluntad. Suena a proclama de lucha abierta contra la desidida y me gusta que encierre, dentro de su círculo de palabras exactas, tanta energía en medio de tu siempre ensoñadora inquietud. Sentir tu propia fuerza es el síntoma perdurable. Ese es el verdadero camino de la autoestima personal. Que nadie te arroje de tu estela sea cual sea la ruta que elijas descubrir. La alegría de la primavera puede ser suficiente para insuflar alegría al resto de las estaciones: que el tren del año te encuentre siempre asomada a la ventanilla y respirando aire para sonreír. Es mi deseo porque el caudal de la vida surge a borbotones cuando se lee un trozo de sentir tan animoso como tus miradas. Convicción se llama a la figura. Mujer si puedes tú con Dios hablar dos preguntas despiertan mi interés al conocer tu pensamiento emotivo. ¿La palabra es superior a la razón? ¿Se enamoran quienes quieren o quienes pueden? Pero como en todo diálogo la mejor comunicación es el "feedback" de retorno, esto es lo que yo opino: las palabras nunca superan a la razón cuando están mediadas por lo abstracto pero en lo concreto, cuando nos concretizamos en el sentimiento amoroso, las palabras superan siempre a la razón (en este caso de los sentimientos amorosos) porque toda clase de amor es una forma críptica que supera lo que, desde fuera de la pareja, se cree irracional. Esta sensación de irracionalidad es la que hace que nuestras palabras (orales o escritas según sea la personalidad de cada enamorado o enamorada) superan, con mucho, a la razón establecida por los dogmas sociales. Este "hablar" con palabras amorosas supera, con mucho, a la razón social cuando la razón social está establecida como norma de conducta "lógica" (y pongo lo de "lógica" entre comillas para dar a saber lo que quiero decir) que, cuando está superada por el "habla" amorosa, surgen los prejuiciosos que creen que el amor es una locura. Es una locura porque escapa a la razón de las "masas" impersonales... porque es una lucidez que ninguno de los que forman las "masas" impersonales pueden comprender. En cuanto a si se enamoran quienes quieren o si se enamoran quienes pueden tengo que señalar que existe, en el tema amoroso de un hombre con una mujer, un equilibiro sistemático entre querer y poder. En esa balanza no se enamoran ni quienes quieren ni quienes pueden sino quienes sienten lo que el el verdadero amor. Me gusta lo profundo de tu ser. Me entusiasma ese tu poema profundo de simbolización concreta. Me encanta la manera de tratar la entrega amorosa bajo los prados de la luna porque impones unos acentos de descripción somática que hace interesante desde el principio hasta el final todo un paseo nocturno buscando la luz de unos ojos enigmáticos que hacen padecer las almas. Y así eres tú, mujer que habla con Dios.
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