El arcoiris
Publicado en Mar 10, 2017
A veces no comprendemos las cosas que suceden, tanto a nuestro alrededor como en nuestro interior. Y eso es sencillamente horrible. Sí, no hay otra palabra para describir ese conjunto de interrogantes que se instalan en tu mente y te acosan día a día, esas preguntas que pinchan y pinchan hasta reventar la burbuja que contiene tu paz, que escarban en tus miedos y que disfrutan de quitarle el sentido a las cosas que después de una enorme lucha parecían ser coherentes y tranquilas. Quizá, si pudiéramos mirar al futuro entenderíamos las luchas que batallamos, adelantarnos en el camino que tomamos podría dar sentido a tantos acontecimientos que en el momento de vivirlos parecen ser nada más y nada menos que castigos impuestos por Dios. Porque si, a veces las guerras son más fuertes que los ejércitos. Pero todo pasa por algo, eso es a lo que nos aferramos, a que la vida y Dios guardan sus planes y nos guían, aun si eso significa un golpe o dos cuando ya estamos en el suelo. Lo curioso de la vida es que nada te mata, puedes sentir que se te cortar la respiración, que te queman por dentro, que caes y caes en un vacío sin fondo mientras que la desesperación se apodera de ti, podemos sentir como perdemos la cordura, como todo se derrumba encima de nosotros, o dentro de nosotros… pero nada de eso nos acaba. Suena trillado y gastado, pero en realidad nos hace más fuertes. Nos ayuda a ser pacientes, nos da una perspectiva más humana de la vida misma, una versión más real, porque nada en la vida, en la evolución de esta maravillosa creación, absolutamente nada empezó como algo perfecto. Somos errores, y repeticiones. Como dice esa frase: el éxito está en ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo, y puede que lo perdamos, ¡claro que lo perdemos! Pero eso nos hace humanos, es el continuar viviendo lo que debería ser considerado como celestial. Tal vez esa fuerza interna que nos impulsa u obliga a quitarnos del rostro toda esa mierda que nos cae encima sea la pequeña prueba de que no estamos solos; de que alguien nos cuida y nos susurra: continúa. Y es difícil, y las lágrimas puede llegar a quemar tus mejillas y el odio y la desesperación pueden hacerte escribir letras como estas, pero todo terminará, y cuando veas atrás veras tu lucha, ¿qué puede ser más hermosos que eso? Ver como caíste y te levantaste, ver como la luz existía, solo que la distancia no nos dejaba mirarla. Quizá la luz que necesitas en este momento está a la vuelta de la esquina así que no dejes de caminar, el que se arrastra siempre avanza más que el que se queda inmóvil. Puede que sea el único secreto. Y nadie te va a culpar si piensas en rendirte, si golpeas la pared, si tiras la toalla una, dos o cuantas veces sea, es normal dejar que la desesperanza entre en escena de vez en cuando, incluso es adictivo. Es más fácil recostarte que levantarte y luchar, más aún cuando tienes el cuerpo y el alma cubierto de cardenales. Claro que sí, ¿Quién quiere continuar caminado por el fuego si le ofrecen un prado? Pero quizá el prado se convierta en un eterno desierto, mientras el fuego sea efímero y te lleve al paraíso. Nunca sabemos lo que espera por nosotros, nadie puede adelantarse, al tiempo es imposible ganarle. Así que lo único que puedo decir es que no importa las heridas, el dolor, el horror de no ver un mañana, todo pasa, todo termina y el que existan días malos no significa que todos los sean, no puede haber arcoíris sin lluvia, y quizá entre más intensa y tenebrosa sea la tormenta más brillante sea el oro que no espera al final.
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Gustavo Adolfo Vaca Narvaja
Felicitaciones Lucía
Lucia Alfaro