El cuarteto de Giovanna (Relato)
Publicado en Mar 17, 2017
El cuarteto de Giovanna
(Relato) Giovanna, la bellísima y escultural señorita ecuatoriana recién contratada, como profesora de Literatura Española, por el British School of Barcelona, observaba atentamente el fanelógrafo del aula mientras le daba vueltas y más vueltas a sus pensamientos. Estaba dispuesta a iniciar sus experiencias en el colegio más caro de España demostrándole a todos sus alumnos y alumnas lo que era un cuarteto y todo lo que tuviera alguna relación con un cuarteto. La mejor idea que se le ocurrió fue la de clavar, en aquel orlado franelógrafo, un cuarteto de su propia creación personal para dejarles a todos y a todas flipando. Faltaban dos horas justas antes de que los pelados y las peladas, todos ellos y ellas pertenecientes a las familias barcelonesas más peluconas, entrasen en el colegio; así que tenía tiempo de sobra para pensar. Y comenzó a memorizar para sus adentros. - El cuarteto es una estrofa de 4 versos de Arte Mayor, de 9 o más sílabas por verso, con rima asonante, en la que riman el primero con el cuarto y el segundo con el tercero; o sea, ABBA. La bellísima y escultural profesora ecuatoriana eligió, por puro capricho elemental ya que las mujeres cuanto más guapas son más caprichosas se vuelven, hacer terminar el primero y el cuarto verso en "entos" y el segundo y tercer verso en "ojas" y, además, forzarlos a ser de 12 sílabas. No sabía muy bien cuál era el síndrome de aquella decisión, pero sonrió pícaramente pensando que era chévere aquel reto. Y comenzó con su tarea escribiendo en papel blanco con bolígrafo de tinta de color azul. Primer Intento - ¡Oh, qué pobre es el duro pensamiento de quien se pasa soñando con las rojas amapolas de las lacias cortas hojas sabiendo que es vano entretenimiento! Se entretuvo, durante unos segundos, pensando en el cuarteto ya finalizado, mas decidió que podría mejorarlo. Por un momento, un destello de lucidez mental la insufló de ánimo invencible y se decidió por escribir otro cuarteto bien distinto. Segundo Intento - Buscando al anochecer alojamiento un comerciante con almohadas flojas encontró refugio en medio de dos cojas que se reunían en las puertas del convento. Giovanna pensó que aquello podría ser demasiado comprometedor ante el claustro de los directores del colegio y decidió que era mejor hacer un tercer intento. Tercer Intento - Era un atleta tan fuerte y corpulento que se jactaba del toma pan y mojas y le gustaban tanto las pelirrojas que ellas le hicieron un monumento. Giovanna, que era una morena de las de rompe y rasga y de las que te tiran de espaldas al contemplarla, se dio cuenta de que se le estaba yendo la olla y decidió que debía frenar los impulsos de sus fantasías sensuales si quería durar muchísimos años en aquel destino tan sensacional que la vida le había deparado. No era lógico hablar de atletas ni de pelirrojas al menos durante el primer día de sus explicaciones literarias ya que, si bien los tiempos eran muy liberales, el conservadurismo seguía teniendo gran vigencia en el ambiente catalán. ¿Qué iban a pensar sus pupilos y sus pupilas sobre aquel emotivo y sensual cuarteto? Era mucho mejor nadar y guardar la ropa hasta que tuviese mejores ocasiones para saber cómo se respiraba en aquel ambiente al cual ella todavía no estaba suficientemente adaptada. Convenía intentar a llevar a cabo otro intento. Cuarto Intento - En la trastienda de un establecimiento donde lo oscuro produce mil congojas o te ríes de la muerte o te despojas de cualquier forzado estremecimiento. Hasta ella misma dio un respingo y se sintió sobresaltada. El cuarteto no estaba del todo mal pero era bastante tétrico y, lo más seguro, es que produciría entres sus alumnos y alumnas alguna que otra desazón pues ya estaba avisada de que, en las muy altas clases sociales catalanas, la sensibilidad se desata por cualquier cuestión baladí como hacer referencias a preocupaciones desmesuradas relacionadas con el mundo de las oscuridades y la muerte. Preferían no pensar en nada más que en vivir la vida con el mayor placer posible. Sintió tener que volver a comenzar de nuevo, pero no le quedaba otro mejor remedio. Quinto Intento - ¡Cuán grande eres tú, oh dios del viento, al cual Eolo te llaman en miles de hojas! ¡Yo veo que ya ni tú mismo te sonrojas cuando llega el mismo tiempo del Adviento! ¿En qué estaría pensando la bellísima y escultural Giovanna? ¿Cómo se le iba a ocurrir la infeliz idea de tocar el tema religioso el primer día de su debut como profesora de Literatura Española? Ella, que era profundamente ecuatoriana, tenía que aprender que en España ciertos temas son intocables. Así que hizo un acto de contrición y razonó lo suficiente como para cambiar de asunto. Sexto Intento - Tan gran romántico es tu movimiento ¡oh tú, poeta que a las flores las deshojas y de todos sus pétalos los despojas! que del sueño humano eres un lamento. ¿Y si pensaban que ella estaba locamente enamorada de Gustavo Adolfo Bécquer cuando, en realidad, bebía los vientos por un joven mozo que se distraía jugando al fútbol en los potreros madrileños? ¿Cómo iba a explicar a sus compañeros de oficio, colegas que ya estaban avisados de su extraordinaria belleza, que no sentía nada por ninguno de ellos aunque estuviera enamorada a tanta distancia de un emigrante retornado y de crianza madrileña? Supuso que no les sentaría nada bien a ninguno de los demás profesores del British School of Barcelona que hubiese preferido a uno de la capital de España antes que a cualquiera de ellos, que sólo pensaban y hablaban de la gloria de una Cataluña próspera y abundante. Era cierto que en aquel ambiente de gran lujo nadie citaba, para nada, el independentismo ni cosa alguna que se le pareciera, pero decirles que se había enamorado de un castizo de los madriles sería demasiado sangrón para todos ellos. Era mejor tener más tacto a la hora de expresar sus íntimos sentimientos. Ya estaba un poco agotada mentalmente, pero decidió hacer un séptimo intento buscando algo bacán. Séptimo Intento - Hablaba la coliflor con el pimiento de cosas de los donjuanes con sus fojas y eran tantas sus tiras y sus aflojas que razonaban con desconocimiento. Aunque Giovanna era de carácter muy extrovertido y excesivamente alegre razonó, muy acertadamente, que no era nada prudente hacer que, el primer día del curso escolar, su clase se convirtiera en un circo de risas y choteos por aquello del mantener el orden y el respeto que cualquier profesora de Literatura Española, por muy bella y atractiva que fuera, tenía la perentoria obligación de imponer para que nadie se le desmadrara. Por supuesto que no era nada autoritaria, más las circunstancias la obligaban a serlo; así que miró el reloj de su muñeca y comprobó que aún podía hacer un octavo y definitivo esfuerzo. Se volvió filósofa por un corto tiempo. Octavo Intento - La vida es un perfeccionamiento entre instantes felices y congojas cual paseriformes aves petirrojas presentes en el alma de un momento. Se empezaba a sentir demasiado transcendental para ser todavía tan joven y tan agraciada físicamente así que, completamente llena de enojo, cogió todos los papeles donde había escrito sus ocho cuartetos, los rompió en pedazos y arrojó todos ellos al tacho de la basura. Como todavía faltaba media para que sonase el timbre que avisaba a todos y a todas del inicio de las clases, tomó otro papel blanco y, aunque no le gustaba ni poco ni mucho, porque no le gustaba nada, comenzó a escribir el cuarteto "Otoño" de Juan Ramón Jiménez. - Qué noble paz en este alejamiento de todo, oh prado bello que deshojas tus flores; oh agua fría, que ya mojas con tu cristal estremecido el viento! Y completamente frustrada y decepcionada consigo misma por tener que admitir que iba en contra de sus propios gustos literarios, pinchó el cuarteto juanramoniano en el franelógrafo y bajó rápidamente a la cafetería del muy lujoso British School of Barcelona para beberse un reconfortante café con leche en vaso, y dos bolsitas de azúcar, con el que entrar en calor antes de la batalla que tendría que entablar para salir victoriosa. FIN Autor: José Orero de Julián "Diesel"
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