El Temerario (Diario)
Publicado en Mar 17, 2017
Cuando yo estudiaba, a mis 17 años de edad, para bancario (no para banquero como algunos ignorantes creen sino para bancario que es cosa muy diferente) mis compañeros de la Academia Cima de Madrid (en la calle Mayor) que estaba plagada de chavalas "guays", me llamaban El Temerario porque era capaz de resistir el "acoso y derribo" de todas ellas juntas y a la vez. Era tal mi resistencia, a pesar de que me gustaban un mogollón, que ninguno de ellos lo podía comprender. ¡Había un secreto oculto que ahora lo voy a destapar si la memoria no me falla!
De pequeñito no sólo era un fanático lector de las aventuras de "El Jabato" (tebeo que sucedió en éxito nacional a "El Capitán Trueno") gracias a las cuales había yo insertado en mi personalidad infantil y adolescente una tremenda valentía; sino que (y esto lo desconocían todos los compañeros de Cima) de vez en cuando leía algún ejemplar de "Yuki" al cual se le conocía, exactamente, como "Yuki El Temerario" y debe ser que, en mi subconsciente, se me quedó injertada la intrepidez temeraria de aquel tal "Yuki" y por eso era capaz de resistir las tentaciones sensitivas -y hasta sensuales- de tanta cantidad de chavalas "guays" que me rodeaban por todas partes. Hablemos de "Yuki" solamente para demostrar a los incrédulos que es cierto lo que cuento. "Yuki El Temerario" fue una serie de cuadernos de aventuras creados por el guionista Federico Amorós y los dibujantes José González Igual y Vicente Ibañez Sánchis para Editorial Valenciana a partir de 1958 (cuando yo contaba con 9 años de edad), constituyendo uno de los últimos éxitos de la editorial en este campo. En 1976 (ya sobrepasadas con mucho todas mis intrépìdas aventuras con las chavalas "guays" de Cima), Valenciana empezó a reeditar la serie en un formato vertical (26 x 18). La colección constó de 22 tebeos verticales los cuales se hicieron a partir de las planchas originales, remontándolas. "Yuki El Temerario" se hace eco, según Pedro Porcel, de westerns fílmicos recientes que presentaban una visión más positiva del nativo americano, como "Flecha rota" o "La puerta del diablo", ambas de 1950 (cuando yo solamente tenía un año de vida y por eso no recuerdo nada de esas películas); pero el estudioso Paco Baena la considera tan cautivadora como "Apache" (tebeo del cual también leí yo bastantes ejemplares para reforzar mi ánimo ante las chavalas "guays") mientras que Pedro Porcel no deja de resaltar los anacronismos argumentales ni los plagios de material estadounidense perpetrados por su dibujante (de lo cual yo, por supuesto, no tenía culpa alguna). Pero volviendo al tema, y para no rebasar los márgenes de la censura franquista que en 1966 estaba tan de moda, el asunto es que mis compañeros (y algunos de ellos hasta adversarios que "mordieron el polvo" en menos que canta un gallo) me llamaban El Temerario con muchísima razón si tenemos en cuenta que, según el Diccionario de la Real Academia Española (las demás Academias no me interesan para nada), se dice de alguien que es temerario por ser excesivamente imprudente arrostrando peligros pero (y esto lo añado yo porque ese fue mi caso) que sale con éxito de todos ellos gracias a su gran inteligencia. Y no me estoy tirando "flores" porque no las necesito ya que las "flores" están bien cuando ya te ha "cazado" una de ellas pero, mientras tanto, la defensa es lo más importante y las "flores" te convierten en un blandengue sentimentaloide de los que es mejor no aprender nada porque caes más pronto que "Gimi" que se las daba de Don Juan. Y dicho todo esto (que es cierto, real y verdadero) cierro mi Diario hasta la próxima ocasión. Chao. Felices y gratos recuerdos para todas las chavalas "guays" de la Academia Cima de Madrid (calle Mayor) y espero que me hallan perdonado tales atrevimientos en verdad temerarios pero necesarios para ser un líder, por ejemplo, del Deportivo Olímpico. Otra vez chao.
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José Orero De Julián
José Orero De Julián