Cuéllar: el canguelo de los pamplosos (Diario)
Publicado en Mar 23, 2017
Los encierros de Cuéllar son una fiesta popular española declarada de Interés Turístico Nacional que se celebra el último fin de semana de agosto en la población segoviana de Cuéllar (Castilla y León y antiguamente Castilla la Vieja). Están considerados los encierros más antiguos de España, pues hasta el momento ninguna ciudad ha presentado un documento anterior al que dispone Cuéllar, fechado a principios del siglo XIII. En la actualidad se celebran dentro de las fiestas en honor de la Virgen del Rosario, patrona de la villa, aunque en su origen se corrían los toros por las festividades de San Juan, el Corpus Christi y otras celebraciones importantes, como fue el caso del nacimiento del príncipe don Juan, futuro Juan II de Castilla.
La primera noticia documentada sobre fietas de toros en Cuéllar data del año 1215, durante el papado de Inocencio III. En aquellos momentos la Diócesis de Segovia tenía problemas; había graves querellas religiosas entre la iglesia catedral, y los clérigos y laicos de algunas villas de la diócesis, entre ellas Cuéllar, por lo que el obispo de la misma, don Gerardo, convocó sínodo para poner fin a los enfrentamientos, cuya sentencia, fechada en el mes de diciembre de dicho año 1215, mantiene en su artículo quinto "que ningún clérigo juegue a los dados ni asista a juegos de toros, y sea suspendido si lo hiciera". Para que pudieran darse los juegos de toros, era necesario trasladar previamente el ganado desde la dehesa al núcleo urbano, y este traslado que aún se sigue llevando a cabo en Cuéllar, es lo que originó el encierro, cuando los vecinos ayudaban a que el ganado discurriese por las calles hasta encerrarlos en el lugar en el que se celebraban dichos juegos. La importancia del documento del año 1215 radica en que se trata de una regulación de la vida clerical, y por ello puede entenderse que este juego ya estaba arraigado en la villa de tal manera que era necesario disponer sobre ello en el campo eclesiástico. En el siglo XIV los hidalgos y pecheros de la villa disputaban sobre los tributos que pertenecían a cada estado, y la reina Leonor de Aragón, mujer de Juan I de Castilla y señora de la villa fue la encargada de resolver la disputa, en cuyo documento se afirma ser costumbre inmemorial correr los toros en Cuéllar por San Juan. A partir de entonces son constantes y continuas las noticias sobre los encierros. Los poco entendidos en fiestas taurinas y los ignorantes creen, erróneamente, que los encierros más antiguos de España son los "sanfermines" de Pamplona. Ni una cosa ni la otra son ciertas porque los encierros de Cuéllar no solamente son los más antiguos de España sino que son mil por mil más peligrosos que los de Pamplona. No lo digo por decir sin saber lo que digo sino que lo conozco por experiencia propia puesto que nunca he corrido los "sanfermines" pero los he visto muchísimas veces por televisión y, por contra, sí que estuve un año de mi soltería en las fiestas de Cuéllar y participé de forma directa en sus encierros. En primer lugar, una vez ya demostrado que son más antiguos que los de Pamplona, mientras los "sanfermines" sólo duran cinco minutos más o menos, los de Cuéllar pueden durar hasta una hora o más de una hora sin dejar de ser nunca muy peligrosos. Las corridas de los "sanfermines" son muchísimo menos peligrosas que la de Cuéllar puesto que en Pamplona hay una gran cantidad de cabestros (toros mansos) que van en cabeza y dirigen a los toros bravos por un recorrido completamente trazado para que no salgan de él; mientras que en Cuéllar no hay cabestros y los toros se salen continuamente del trayecto trazado y se desparrraman por todas las calles del pueblo creando momentos de pánico generalizado. En Pamplona están esos que se las dan de "guías" que, con un periódico en sus manos, dirigen la atención de los toros fuera de los corredores y espectadores. En Cuéllar nada de eso. En Cuéllar tienes que salvarte por ti mismo y nadie dirige a los toros con periódicos ni sin periodicos. En Pamplona, en cuanto los toros llegan al interior de la plaza en muy pocos minutos son encerrados en los chiqueros y se acabó la fiesta. En Cuéllar los toros entran y salen continuamente de la plaza creando multitud de momentos de gran peligro entre los que participan de una fiesta que puede durar hasta más de una hora jugándote la vida delante de los toros que no sólo te atacan en una dirección sino que te puedes ver, sin que te des cuenta, con dos o tres toros que te atacan por lados diferentes. El único peligro que tienen las corridas de los "sanfermines" de Pamplona es que, por culpa de la inmensa cantidad de gente que se pone a correr (y no por culpa de los toros precisamente) muchas veces caen personas al suelo y ahí es cuando surge el peligro; pero en Cuéllar no es la caída de gente la que produce el peligro sino los toros en sí mismos porque andan sueltos por todos los lados, salen hasta por las calles y llegan incluso a meterse en viviendas y casas de los vecinos. Todo esto es verdad porque yo corrí los toros de Cuéllar y me salvé de la muerte por dos milagros que Jesucristo hizo para que no muriese aquel día. La primera vez fue cuando un toro bravo se estaba dirigiendo hacia mí, que me había quedado colgado sin poder salir de la plaza, y cuando ya tenía sus pitones a punto de clavármelos en la espalda, un buen mozo de los que estaban participando en la carrera lo desvió quitándose rápidamente su chaqueta y poniéndola delante de la cara del toro. Jesucristo me salvó utilizando a aquel mozo (yo también era solamente un mozo) que me salvó la vida. La segunda vez fue cuando un toro bravo se escapó de la plaza y vino directamete hacia mí. Jesucristo me volvió a salvar la vida porque hizo que mis reflejos funcionaran a tope y me arrojé en plancha debajo de un carromato. El toro pasó de largo y en la trasera de mi pantalón vaquero se produjo una rotura que era la señal de que había sido cierto que había salvado mi vida. Yo vi también como a otro compañero madrileño que estaba en mi grupo de amistades un toro casi le empitona los testículos. Jesucristo le salvó la vida haciendo que el toro le lanzase un derrote que no llegó a tocarle en las ingles aunque estuvo a punto de morir en aquel instante. Y vi otros muchos casos más, como un toro que asustó a todos los vecinos cuando entró en una vivienda y tuvo que ser muerto por disparos de la Guardia Civil. Podría estar contando decenas y decenas de casos más, pero sólo con lo citado queda demostrado que los encierros de Cuéllar no sólo son mucho más antiguos que los de Pamplona sino cien mil veces más peligrosos. Por eso a los encierros de Cuéllar (donde sí vamos los madrileños) nunca acuden los "chulitos" de los pantalones blancos, las camisas blancas y el ridículo pañuelito rojo para llamar la atención de las chicas de buen ver y dárselas de valientes cuando, a la hora de la verdad, se les dice que acudan a Cuéllar y les entra el canguelo más grande de sus vidas. ¿Sabéis lo que significa canguelo? Canguelo significa, en lenguaje coloquial, miedo, temor, pánico. Y por eso los "chulitos" de Pamplona (los que tanto alardean de valentía delante de las chavalas) cuando escuchan el nombre de Cuéllar se esconden diciendo "creí que alguien me perseguía y me entró un canguelo tremendo". Hablemos, por último, de esa estúpida majaderìa llamada "kale borroka". Me parto de risa cuando escucho esa estupidez. Y es que anoche, en la Parada de Taxis de Molina de Segura (de Murcia de España y escribo España con completo sano orgullo y con completa sinceridad porque amo a mi patria y mi patria es España quieran o no quieran algunos "pamplosos") estuve escuchando a un grupo de taxistas y uno de ellos dijo lo siguiente: "¡A ver quién es el guapo que se atreve a meterse por las calles de Pamplona luciendo una camiseta de la Selección Española de Fútbol". Casi me descojono de risa porque yo no sé si seré guapo o no seré guapo (aunque mi mujer, mis hijas y mi nieta y hasta alguna fanática que otra cuyos nombres no sé cuáles son dicen que sí lo soy) pero por supuesto que no tengo miedo a ningún "mierda seca" de los de esa estúpida majadería llamada "kale borroka" sean "pamplosos" o no sean "pamplosos; así que el día que me salga de las narices voy a irme a Pamplona luciendo una camiseta de la Selección Española de Fútbol y, ademá, voy a llevar una bandera de España (la actual a la cual respeto un mogollón mientras la "ikurriña" me produce una total indiferencia) y voy a pasear por las calles de Pamplona todo el tiempo y todas las horas que me de la real ganae incluso me voy a parar en una cafetería que tenga terraza y me voy a tomar tranquilamente un café con leche o lo que me dé la real gana; porque ante los estúpidos "proetarras" no hay que sentir ninguna clase de miedo. Yo digo, y vuelvo a repetir una vez más, que respeto a todas las creencias políticas, sociales y religiosas, pero si vivimos con miedo no merece la pena vivir porque nos arrebatan lo más sagrado de los seres humanos: esa Libertad que yo la llamo Liberación porque soy un verdadero cristiano y no tengo ninguna clase de miedo antes esos "macarras" de la "kale borroka" que me hace descojonarme de risa cuando la pronuncian los "pamplosos" como si tuviesen una zapatilla en la boca o, lo que es más gracioso todavía, como si tuviesen un chorizo entre dientes y ya sabéis a lo que me refiero. Así que cuando a mí me dé la real gana iré a Pamplona con la camiseta que a mí me dé la real gana y con la bandera que a mí me dé la real gana y me meteré por todas sus calles. Y resulta que dicha camiseta y dicha bandera da la casualidad, "proetarrras de mierda", que son las de España. Sea o no sea guapo no me importa hacerlo sin pedir nada a cambio; ni tan siquiera un simple homenaje porque considero que no es una gran hazaña sino la defensa de unos derechos fundamentales que rigen en una España democrática: ser quien tú quieres ser sin que nadie te amenace con matarte por ser quien tú quieres ser. Y a eso se llama Libertad que es una palabra que pronuncian los "pamplosos" cuando de la suya se trata pero que intentan arrebatársela a quienes no somos "mierdas secas" como ellos. Y les recuerdo que cuando escuchan lo de las "corridas" de Cuéllar se cagan de miedo. Abur que es palabra vasca y significa adiós. Si bajáis a Segunda Divisió A pues "ajo y agua" que en castizo madrileña significa "a joderse y aguantarse". Más claro agua y vuelvo a repetir que abur que es palabra vasca y significa adiós.
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