Las chicas del Pim's (Comedia) Escena 11
Publicado en Mar 29, 2017
Carlos.- Ahora que estamos sin beber nada... ¿por qué no hablamos un poco de Pepe?...
(Carlos se saca un pañuelo rojo y se limpia el sudor de la frente) Carlos.- Creo que he cenado demasiada butifarra con chorizo frito. Luis.- Si sigues con eso de abusar de los embutidos un día te va a entrar la gota. Carlos.- Sé que me estoy engañando a mí mismo. Luis.- ¿Lo dices por lo de la gota? Carlos.- No. Lo digo porque yo tampoco defendí a Pepe cuando un numeroso tan grande de envidiosos le acosaron como cobardes chacales. Luis.- ¡Cómo los toreó a todos ellos juntos y después a uno por uno! ¡Me dio envidia ver que era tan grande que se los pasó por los cataplines y siguió sonriendo como si no hubiese pasado nada! Carlos.- ¡Eso sí que es tener valentía! Luis.- Y en cuanto a lo de mis dos queridas hermanas yo sin darme ni cuenta... Carlos.- ¿No te diste cuenta de qué? Luis.- De que mientras Pepe las respetó siempre aunque él no las buscaba a ellas sino que ellas le buscaban a él, este cerdo de Agustín las vilipendiaba del todo ante todo el mundo y faltándolas por completo al respeto que se merece cualquier mujer. Carlos.- ¿Te estás enterando ahora de que Pepe siempre respeta a los demás siendo amigos o sienco enemigos y que a las mujeres las respeta tanto si le gustan como si no le gustan? A Pepe nunca le ha importado lo que digan de él los imbéciles y los ignorantes porque a todos se los pasa por los cojones pero no de forma grosera sino con una sonrisa siempre dispuesta para dejarles a todos con la boca abierta. Luis.- ¡Eso sí que es saber respetar a los seres humanos! Carlos (sonriendo) Ahora estoy recordando un día en que me explicó que siempre el diálogo es bueno... pero con tios pesados es mejor callarse y que el tiempo les haga saber lo que su necedad tanto les oculta... Luis.- ¿Cómo iba yo a saber que Encarnita y Alicia me estaban mintiendo? Carlos.- Era muy fácil de darse cuenta. Si supieras la clase y el estilo de chavalas físicamente buenísimas, sexys, atractivas, interesantes y, además, inteligentes, que tanto se fijan en él te habrías dando cuenta de que ni Encarnita ni Alicia estaban en su mente, Pero como los celos convierten en ciegos a los celosos tú vas tan ciego por la vida que no te das cuenta de que no ligas ni queriendo mientras él sin querer sí liga. Luis.- Y yo que estuve pensando durante tanto tiempo que era él el que tenía envidia de mí... Carlos (soltando una carcajada antes de hablar).- ¡Jajajajaja! ¿Puedo saber en qué tema o en qué asunto Pepe tiene envidía de ti? Luis.- ¡Cuán estúpido soy! ¡Y pensar que un día, aprovechando que yo iba acompañado de un compañero bien musculoso, le llamé hijoputa en la calle Mayor porque seguía pensando que él quiso ligar con Encarnita? Carlos.- ¿Y si te diejera yo que Encarnita quiso ligar con él pero él te respetó porque tú estabas enamorado de ella? ¡Eso sólo lo hacen los tipos nobles de verdad! ¡En lugar de aprovecharse y abusar de ella se negó incluso hasta a dar un paseo amistoso los dos juntos! ¿Te has enterado ya o te lo vuelvo a repetir para que dejes de ser tan capullo? Luis.- Y yo llamándole hijoputa... Carlos.- ¿Y tú no sabes que le hartaste tanto que aquel día se volvió para encontrarte y darte el par de hostias que te merecías desde hacía ya mucho tiempo? ¿Es que no sabías que practica la artes marciales porque yo he visto con mis propios ojos su carnet de la Federación Española de Judo y tu eres una piltrafa física a su lado? Luis.- ¡Hostias! ¿Es verdad que practica las artes marciales? Carlos.- Sí. Y te salvaste porque no es violento sino un verdadero cristiano. Luis.- Tengo que confesarte algo, Carlos... Carlos.- ¿Que no sabías que era un verdadero cristiano? Luis.- No. ¡Que me salvé porque me escondí a tiempo en un bar de mala muerte ya que sabía que si me pillaba me destruía por completo con un solo tortazo! Carlos.- Los cobardes siempre sois así... Luis.- ¡Soy un gilipollas! ¡Soy un gilipollas! ¡Soy un gilipollas! Carlos.- ¡Somos dos gilipollas! ¡Nosotros haciendo todo el tiempo el imbécil, tú defendiendo a los fascistas y yo defendiendo a los comunistas, mientras él pasaba de nuestros rollos siendo líder de un equipo de fútbol! ¡Somos dos gilipollas! Luis.- ¿Cómo he podido ser tan torpe que he rechazado la amistad del más noble y sincero de todos mis amigos verdaderos? Carlos.- Yo sigo siendo su amigo pero ya no es igual... porque la amistad se demuestra estando al lado del amigo no sólo en los buenos momentos sino siempre... y yo soy demasiado egoista como para haberlo comprendido antes... Luis.- ¿Quieres decir que soportó tantos años mi amistad aguantando todo el calvario de tener que escucharme hablando de Encarnntia durante tardes y noches enteras mientras él guardaba silencio para no hacerme daño? Carlos.- ¡Exacto! ¡Así es Pepe! Luis.- ¡En el fondo siempre he sabido que él está llamado a ser un Grande de España pero la envidia ha podido más que la alegría de saber que se lo merece! Carlos.- ¡Él no está buscando serlo! Luis.- Por eso mismo lo va a conseguir y nosotros callados como putas. Carlos.- Hablando de putas... me da la sensación de que ninguna de estas dos lo son... Luis.- Ni Irene ni Vanesa buscan rollo para dormir con ellas... Carlos.- No estoy seguro de nada... pero son demasiado bacilonas... Luis.- ¡Tonterías tuyas, Carlos! ¡Tenemos que darnos prisa antes de que lleguen otros clientes más interesanrtes que nosotros y se las lleven a la habitación! Carlos.- Que no, Luis, que no... que me estoy imaginando que aquí no hay ninguna habitación como en otros sitios nocturnos... Luis.- ¿Estás diciendo que te imaginas que aquñí no hay ninguna habitación para echar un polvo? Carlos.- Eso es lo que me estoy imaginando desde que las he visto como nos bacilan del todo. Luis.- ¡Que no, Luis! ¡Que todas estas titis son iguales! Carlos.- ¡Te apuesto un cubata de ron a que yo estoy en lo cierto y estamos haciendo el primavera aunque ya se ha pasado el verano! SE APAGAN LAS LUCES Y FIN DE LA UNDÉCIMA ESCENA.
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