Lenguaje
Publicado en Apr 11, 2017
“En el principio era el Verbo… “
San Juan Últimamente me ronda mucho la idea sobre algo que considero muy importante. Es una de las cosas que hacemos más durante todos los días de nuestras vidas. Sólo la adelantan otras dos que hacemos aun más. Pero no solemos poner mucha consciencia sobre ellas. Llevar nuestra atención y consciencia a ellascreo que es básico para evolucionar de manera óptima y crear un impacto positivo en el mundo. Veamos primero las otras dos que más hacemos. La primera sería respirar. Esta ocurre a pesar nuestro. La respiración es automática. Está sucediendo constantemente mientras estamos vivos. En este caso llevar nuestra atención a ella nos sirve para conectarnos con el momento presente, con el ahora. Y el ahora es la llave del cambio y de la auténtica presencia. La segunda sería pensar. Aunque parezca mentira, esta también ocurre la mayoría de las veces a pesar nuestro. Suele ser más automática de lo que quisiéramos. Y también está sucediendo constantemente. Llevar nuestra atención a ella nos sirve para darnos cuenta de qué es lo que está generando nuestra mente consciente. Qué estamos albergando en nuestras cabecitas. Observar nuestros pensamientos nos ayuda a comprender que por muy convincentes que parezcan, estos no nos definen, no somos nosotros, ya que nosotros somos el que los observa. Ahí se puede ver lo importante que es llevar nuestra atención y nuestra consciencia a estas cosas. Puede ser algo sanador y reparador. Si por ejemplo tienes un mal momento, uno de esos en los que sientes que te estás castigando interiormente, basta con que primero lleves tu atención a tu respiración. Sin ninguna ambición. Simplemente observarla. Lo más probable es que ya de por sí tu respiración se amplíe y lleves más oxígeno a las células de tu cuerpo. Eso te aliviará y ganarás en presencia. Estarás más en el presente y menos en la película mental que te está haciendo sufrir. Una vez hecho esto, puedes observar tus pensamientos. Y ver qué están diciéndote. Puede que ya se hayan vuelto más amorosos, y si ese no es el caso, podrás observar qué tipo de pensamientos genera tu cabeza. De qué manera hablan tus pensamientos, cómo te critican, cómo te castigan, qué te hacen creer sobre ti, sobre los demás y sobre la vida. La tercera, a la que voy a dedicar hoy este artículo es una que no paramos de utilizar. Es un siguiente nivel que hay que tener también muy en cuenta. Hablar. Las palabras que decimos. Cuando hablamos, cuando verbalizamos palabras a través de nuestra boca, estamos materializando más aun nuestros pensamientos. Cobran una materialidad. Y lo más importante, una materialidad que otras personas pueden escuchar. Me voy a echar un piropo. Hay algo de lo que me siento muy orgulloso y que me ha costado años lograr. Hablar mejor. Y es algo de lo que me siento realmente orgulloso. Ya desde hace bastante tiempo era para mí algo importante a lograr. Y créeme si te digo que a veces pensaba que nunca lo lograría. Problemas de timidez, inseguridades, la sensación de que “mi propia voz” no tenía valor alguno, partes de mí que rechazaba, cuestiones emocionales,… Todas esas cosas están presentes cuando abres la boca para decir algo. Lo puedes comparar si quieres con el hecho de estar aprendiendo un idioma. Parece que tienes una serie de conocimientos, pero cuando tienes una interactuación real, parece que todos tus conocimientos se han ido a un agujero negro. Ocurre muchas cosas cuando vas a abrir la boca. Y en mi caso no me estoy refiriendo a cómo me expreso con las palabras escribiendo. Ese es otro cantar. Me estoy refiriendo estrictamente al acto de hablar. Aunque ambos se complementan bastante bien. Eso sí, cuando señalo la enorme importancia de hablar bien, no me refiero a esto por razones elitistas o intelectuales. Ese sería de nuevo otro cantar. Señalo esta importancia porque cuando hablamos estamos creando nuestra vida, y cuando hablamos contribuímos también a nuestra creación colectiva. Hablar tiene un impacto. Tiene unas repercusiones. Y aunque obviamente debajo de nuestras palabras existen otros niveles, como las intenciones, lo que sería el subtexto, algo que es de hecho también crucial, hoy me quiero centrar sólo en el nivel superficial (aunque veremos que no es tan superficial), en lo que son las palabras que suenan y pronunciamos. Pero, ¿por qué considero que es tan importante hablar bien más allá de demostraciones intelectuales? Por una sencilla razón: lo que decimos impacta en el mundo. Lo que decimos resuena en nuestras cabezas y en las de los demás. Las palabras son nuestro vehículo de comunicación. Dicen, sin falta de razón, que “un hecho vale más que mil palabras”. Sí. Pero las palabras son “los hechos” del lenguaje. Y el lenguaje lo utilizamos ampliamente para comunicarnos, aun cuando sea limitado. Dentro de esa limitación, hay que utilizarlo bien. Según lo que digas, aun cuando tengas otras intenciones, otros deseos, o emociones correteando por tu interior, puedes hacer daño, puedes ayudar a otro, puedes descalificarlo, puedes calificarlo, puedes hacerte entender, puedes conseguir algo, puedes perder algo, puedes influir a un niño,… Creas un impacto, en definitiva. Las palabras tienen un poder. Veamos entonces, según mi experiencia cómo podemos mejorar nuestra forma de hablar, para así crear un impacto positivo en el mundo y desenvolvernos mejor en él. 13 Pasos Para Aprender A Hablar Bien 1. Medita. Puedes pensar que tiene poco que ver, pero meditar es posiblemente una de las prácticas que más me han ayudado a hablar mejor. Sin ninguna duda y por muchas razones. Meditar te ayuda a discernir y ver con claridad todos tus pensamientos, por tanto a estructurarlos mejor y a expresarlos mejor. Meditar oxigena tu cerebro y este funciona de manera más óptima. Meditar te ayuda a relajarte y a gestionar mejor tus emociones y esto tiene su repercusión cuando hablas con otra persona. Meditar te ayuda a apegarte menos a tus pensamientos y por tanto ayudará a la evolución de tus discursos. Meditar eleva el umbral (es decir, cuesta más llegar a él) en el que se activan las tonterías que hacen que por momentos parezcas tonto (como en el caso de aprender un idioma). Si nunca has meditado y no sabes por donde empezar,puedes leer esto. 2. Escucha. La mayoría de las veces escuchar es más importante que hablar. No sólo porque así prestarás atención a aquellos que hablan bien y aprenderás de ellos, sino porque si no escuchas a tu interlocutor, es probable que no le interese lo que le vayas a decir.Debemos escuchar activamente lo que dice el otro y lo que no dice. De esta manera tus palabras tendrán más fuerza cuando salgan por tu boca, y en ocasiones no hará falta ni eso, porque el otro puede que sólo necesite sentirse escuchado, pero habrá una verdadera comunicación. 3. Lee. Sin duda. La lectura te ayudará posiblemente de lo que más. Lee buenos libros. Y aunque el lenguaje coloquial y hablado difiere bastante del escrito, no tengas miedo en expresarte de manera más “literaria”. Creo que muchas veces confundimos coloquial con vulgar. Y eso da rienda suelta a que hablemos como el culo. Hablar bien, con precisión, con un vocabulario más amplio, con una buena construcción de los discursos, enriquecerá tu vida y la de los demás. Permítetelo. Cuando leas a buenos escritores, fíjate en cómo expresan sus ideas, en qué palabras utilizan, en cómo describen sus emociones, cómo estructuran los discursos. Experimenta después en tu propia vida. 4. Escribe. De siempre me ha interesado la escritura, y he pasado por los relatos, la poesía, los guiones, las canciones, los microrrelatos,… Bien, escribir no es la panacea para hablar bien. Son dos medios distintos. Pero te ayuda mucho. Por un lado porque conectas más con el poder de las palabras. También porque tienes más tiempo para elegir la palabra y el modo adecuado para expresar algo. Es una especie de laboratorio. Y cualquiera puede practicarlo. Pueden ser notas sueltas, un diario, emociones, algo más sofisticado,… 5. Di lo que piensas, no pasa nada por equivocarte. Nos han enseñado mucho a tener miedo a equivocarnos. O sabes la respuesta correcta o no la sabes. Cuántas “respuestas correctas”han caído a lo largo de la historia… Si una idea llega a tu cabeza, y sientes la necesidad de expresarla, no te la guardes. Compártela.Con más o menos habilidad. Estás aquí para aprender. Esa misma práctica te ayudará a mejorar. Y a creer en tu “propia voz”, que es algo que va cambiando con el tiempo. Yo antes sentía que no tenía voz, y que no era realmente importante lo que iba a decir, tendrás que exponerte a ello si quieres tener tu propia voz. (Si eres de esas personas que no paran de hablar, olvídate de este punto y céntrate en el 2). 6. Utiliza nombres propios. Esto tiene más que ver con el qué que con el cómo. Pero hace poco, y gracias a una pequeña reprimenda, aprendí que tenía que integrarlo en mi vida. Cuando te refieras a alguien, sea quien sea, sea cómo sea, sientas lo que sientas, utiliza su nombre. Y muy importante: ¡sin artículos!“El menganito”, “el fulanito”, “la agapita”,… Utiliza su nombre. Es una manera de faltar al respeto, y cuando faltas al respeto, te lo estás faltando a ti el primero. 7. Haz el esfuerzo de explicarte. Hablar es una acción, no un resultado. Trátala como tal. Con esto quiero decir que no intentes ser perfecto. Una persona que habla bien busca ideas, palabras, se confunde, a veces trastabillea, juega con el discurso, afina cada vez más,… Haz de ello una acción viva y en movimiento, no trates de ofrecer “el producto definitivo”. 8. Diferencia entre ser alumno y maestro. No todos sabemos de todo, y aunque puedes estar interesado como yo en montones de cosas, hay que saber diferenciar si estás en el papel de maestro o en el de alumno. Cuando eres “alumno”, la mejor manera de hablar es preguntar, tu esfuerzo ha de ir encaminado a formular buenas preguntas. Cuando en una materia sientes que empiezas a tener un conocimiento más sólido, en el que tú te formulas preguntas a ti mismo y tú mismo las respondes, entonces ya puedes empezar a jugar el papel de “maestro”. Y eres necesario en ese papel, no te lo guardes. 9. Permite que surjan nuevas ideas. No te aferres a las ideas. Las ideas son volátiles, pasajeras. Piensa en ti como un pozo y que cuanto más al fondo llegas de tu interior más sabio eres. A veces una idea no es la adecuada para un momento. Esa idea te la habrá dado tu mente, porque ese es su trabajo, pero si la dejas, si no te aferras a los pensamientos, te dará más. No te quedes con lo primero que te salga. Deja que los pensamientos y las ideas fluyan. Déjalos ir. Y sorpréndete con el siguiente en aparecer. Como ya he dicho, aunque no imprescindible, la meditación ayuda mucho en esto. 10. Diferencia el habla emocional del habla neutra. A veces hablamos de manera tempestuosa, llevados por nuestras emociones. Es normal. Es humano. Y a veces puede ser el camino adecuado. Pero hay que tener cuidado. Porque hablamos desde emociones que tienen que ver con nosotros, y no tanto con el otro, aunque en ese momento lo sintamos así. Intenta mantener siempre el respeto, y los hechos “objetivos”, aun cuando, y esto es muy importante, siempre puedas expresar y comunicar de manera neutra y respetuosa tu visión subjetiva del asunto, y lo que sientes al respecto, y lo que te gustaría al respecto. Porque nos hemos vuelto “muy objetivos”, pero lo subjetivo también cuenta. Y recuerda que el otro, también tendrá su visión, emociones y deseos propios. 11. Habla siempre las cosas. Cuando hayas tenido un desencuentro, discusión o situación desagradable, no dudes en después hablarlo. Si no, las cosas se enquistan, se agrandan, se malinterpretan. No hay nada como enfrentarlo, aunque de miedo, y hablar las cosas. 12. No tengas miedo a decir palabras bonitas. Según tu experiencia de vida y cultura puede que tiendas a rechazar algún tipo de palabras de tu vocabulario. Lo triste es que curiosamente uno de nuestros mayores miedos es a brillar y a nuestra propia luz. Y eliminamos palabras bonitas de nuestra forma de expresarnos o las tildamos de cursis. A veces hasta decimos que es que en otro idioma suenan mejor que en el nuestro. Palabras como: amor, corazón, hermoso, luz, bello, admiración, preciosidad, hacer el amor, alegría, disfrutar, te quiero y otras muchas quedan fuera de nuestro rango de acción. Empieza a admitirlas en tu vocabulario. Utilízalas. Las palabras con las que convives crean mucho de tu realidad. 13. Libera tu chakra de la garganta. Los chakras son centros que tenemos en el cuerpo por donde se filtra la energía y fluye. De esta manera mantenemos nuestra vitalidad y nuestros equilibrios internos. En la garganta tenemos uno muy importante. Es el que corresponde a la comunicación, a la verdad, a la fuerza de voluntad, a la integridad y a la creatividad. Este chakra une mente y corazón. Está más expuesto que otros y en él se atora muchas veces la energía debido a emociones no expresadas, a no expresar nuestra vulnerabilidad o nuestras necesidades. Quizás porque desde pequeños no se nos permitió expresar nuestros sentimientos, deseos y necesidades. Liberar este chakra ya sea por medio de expresiones creativas o por contar nuestras verdades y dolores más profundos a personas de nuestra confianza lo van liberando y permitiendo que la energía fluya libremente y nos sintamos íntegros en el mundo. Hablar bien es todo un proceso en el que confluyen muchos factores. Estos puntos que aquí he compartido contigo son algunos que a mí me han ayudado mucho. Y te lo dice una persona que ha sufrido mucho en cuanto a la comunicación social. Y aun sigue aprendiendo. Pero todo es posible. Hay que quererlo, hay que creerlo, y hay que hacerlo. Hablar bien es muy importante. Y no sólo por mantener conversaciones interesantes con otras personas, que para mí esuno de los grandes placeres de la vida. Sino porque lo que sale de nuestras boquitas configura el mundo en una manera muy importante. Las frases se quedan a veces impresas en nuestras cabezas durante toda una vida. Las palabras dañinas se quedan clavadas aunque no se quiera admitir. Las palabras bonitas y dulces sanan, elevan ánimos, provocan sonrisas. Los niños que moldearán el futuro escuchan muchas cosas todos los días, y con ellas se crian, crecen y configuran su mundo interior. ¿Qué es lo que quieres que escuchen? ¿Qué mundo quieres crear? Te recuerdo que puedes suscribirte de manera gratuita para recibir todos los nuevos artículos directamente en tu correo. Sólo tienes que introducir tu correo aquí abajo o en el lateral derecho superior de la página. Y si los encuentras de algún valor, por favor,compártelos.
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