Y me quedé mirando al cielo... (Diario)
Publicado en Apr 11, 2017
Superados ya los 7 años de edad, llegó el verano de 1956. Sentía, en mi interior, una especie de presencia sobrenatural y sabía que algo muy importante para mi vida futura iba a suceder. Recuerdo que Gimi y yo iniciamos la aventura; pero Gimi se rindió y quedó fuera de juego. Yo seguí narrando mientras Boni y Maxi terminaron también dormidos. ¡Y allí me quedé yo despierto y desvelado mientras el cuento iba tomando forma de realidad!
¿Era posible que "Tanata" y "Luz Celeste" comenzaran a gestar su futura existencia dentro de mi imaginación? ¿Y qué decir de "Greta" en todo lo de "Buscando al amor"? ¿Era que la imaginación es una gran verdad como decía Antonio Machado? En lo más profundo de mi ser (poeta imaginativo) se estaba forjando la frase de Gaston Bachelard: "La llama es, entre los objetos del mundo que convocan al sueño, uno de los más grandes productores de imágenes. La llama nos obliga a imaginar". Era cierto que mi llama me estaba encendiendo el espíritu creativo. Aquella vez, en medio de la más profunda penumbra, seguí narrando solamente ya movido y motivado por la profunda imaginación y Dios me estaba respondiendo. Sólo era un niño de 7 años de edad pero estaba seguro de algo que diría Bachelard: una imagen que abandona su principio imaginario y se fija en una forma definitiva y determinada deviene progresivamente en una percepción presente y entonces el ser se hace palabra". Mi palabra estaba forjando lo concreto de una princesa que acababa de nacer. Pensé en "La niña de las estrellas", me levanté en silencio y, asomado a la ventana, me quedé mirando al cielo...
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