LA RESISTENCIA (Teatrillo)
Publicado en Apr 18, 2017
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LA RESISTENCIA
(Teatrillo)
 
Escenario.- Jardín interior de la Residencia La Resistencia.
 
Personajes.- José Luis, Ana María y Juan Andrés.
 
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(Los tres personajes se encuentran hablando y sentados en un largo banco)
 
José Luis.- ¿Qué ha sucedido, Ana María? ¿Dónde se nos ha quedado nuestro mundo?
 
Ana María.- ¡Ay José Luis! ¡Qué dolor más grande este de haber vivido sin saber para qué hemos vivido!
 
Juan Andrés.- ¡Existo porque no existo y porque no existo es por lo que existo!
 
José Luis.- ¿Desde cuándo te ha dado por esto de ser filósofo, Juan Andrés?
 
Juan Andrés.- Si yo te contara, José Luis… pero no… ya no nos queda tiempo para contar…
 
Ana María.- Tanto querer para terminar por no ser querida…
 
José Luis.- ¡Por favor, Ana María! ¿Podrías ser alguna vez positiva?
 
Ana María.- ¿Y de qué me sirve a mí ahora eso de ser positiva si nunca me di cuenta de serlo?
 
Juan Andrés.- A lo mejor… tal vez… quizás…
 
Ana María.- ¡Deja de soñar, Juan Andrés, por favor! ¿No ves que me entra un desasosiego que ya no sé ni quién soy?
 
José Luis.- ¿Y por qué no puede tener un poco de esperanza?
 
Juan Andrés.- Eso mismo iba a decir yo…
 
Ana María.- Alguien me dijo un día, en aquellos tiempos de mi plena juventud, que la esperanza no es lo último que se pierde sino lo primero que se conquista. Pero no fui capaz de entenderlo.
 
José Luis.-  Ese mismo fue quien me dijo a mí que un día entero vivido lleno de esperanza son veinticuatro momentos de luz que nos iluminan la existencia y nos dan motivo de fe hacia el futuro. Tampoco yo llegué a entenderlo.
 
Juan Andrés.- ¿Os cuento un secreto?
 
Ana María.- Cuenta… cuenta…
 
Juan Andrés.- Yo tampoco lo entendí cuando me dijo que el amor es un animal que se puede morir si dejamos que dentro de nuestra alma se mustie la esperanza… porque el amor se alimenta de la esperanza dentro del alma humana y si la esperanza se mustia se muere el amor…
 
Ana María.- No tener hijos ha sido la mayor desgracia que he cometido en mi vida.
 
Juan Andrés.- De haber tenido hijos todavía nos podría haber quedado la esperanza de que nuestros nietos se hubiesen acordado de nosotros.
 
José Luis.- Quién pudiera olvidar ciertas cuestiones para no tener que llamar a las cosas por su nombre…
 
Juan Andrés.- Y yo que me creía el amo de este mundo… fallaste corazón… no vuelvas a jugar…
 
José Luis.- Salir del círculo del tiempo y penetrar en la espiral del amor absoluto. ¡No fui capaz! ¡No fui capaz! ¡No fui capaz!
 
Ana María.- Tengo penas en el alma que no las quita el dolor…
 
José Luis.- ¿Pero no decías siempre que el alma no existe?
 
Ana María.- Me he dado cuenta demasiado tarde de que la felicidad es la juventud del alma y sin alma jamás se puede ser joven.
 
Juan Andrés.- Quien pudiera olvidar…
 
José Luis.- Si olvidar no se puede… ¿qué ha sucedido con la vida, Ana María?...
 
Ana María.- Todo es un vaivén donde la presencia humana se convierte en enigma de lo contemporáneo. ¡Sin hijos, sin nietos y sin descendencia alguna, hemos perdido, José Luis, la posibilidad de ser precisamente contemporáneos! ¡Sólo somos un pasado nada más!
 
Juan Andrés.- Me suena a derrota…
 
José Luis.- Y pensar que él seguro que era alguien que supo escuchar el ruido de la gloria…
 
Ana María.- Y a nosotros tres sólo nos queda ya la sinceridad aunque sólo sea para decir que es una nostalgia convertida en expresión. Si al menos hubiese alguien a quien poder transmitirlo…
 
José Luis.- Quizás nos quede el consuelo de que el dolor es un pálpito vital.
 
Juan Andrés.- ¿Resistiremos sabiendo solamente eso?
 
Ana María.- Me llama mucho la atención que hayas sido capaz de plantearlo, Juan Andrés; porque nuestra soledad es como los oleajes de una vida que se nos escapa sin llegar a ningún lado.
 
José Luis.- Exacto, Ana María. Algunas veces estamos dentro de este encierro y quisiéramos estar fuera y, viceversa, desde fuera, al no tener más que soledad, quisiéramos estar dentro.
 
Juan Andrés.- Quizás es que los rumbos fijos en realidad no existen cuando siempre hemos estado viviendo a la deriva.
 
José Luis.- Así que nuestra única resistencia se reduce ya a un posible réquiem por todos nosotros.
 
Ana María.- Y que Dios nos pille confesados. 
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Foto del autor Jos Orero De Julin
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Descripción

Teatrillo para Taller de Literatura Creativa.

Palabras Clave: Literatura Prosa Teatro Narrativa Relato Taller.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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