Recuerdos de Gloria Fuertes (Diario)
Publicado en Apr 27, 2017
Hola Sandy, me alegra de que tengas a Gloria Fuertes como uno de tus referentes literarios. La conocí personalmente a través de un amigo mío de nombre José Manuel que era del castizo barrio madrileño de Lavapiés (aunque hoy vive en San José de Valderas). Como tú conoces Gloria Fuertes era del barrio de Lavapiés (había nacido en la calle de la Espada) y siendo yo estudiante de Periodismo pude tener una corta entrevista con Gloria Fuertes para una revista aficionada que llevábamos varios compañeros y compañeras de la Facultad.
Esto era cuando ella trabajaba en TVE ("Un globo, dos globos, tres globos" y "La cometa blanca")... en el tiempo en que se convirtió definitivamente en la poeta de los niños. Tenía una gran personalidad Gloria Fuertes y siempre me dejó un indeleble sello en mi ánimo... hasta que pude colaborar, junto a ella, en una revista que publicaba un café literario que estaba dirigido por un poeta malagueño de aspecto muy becqueriano y se encontraba (ya no existe por desgracia) en la calle Toledo (muy cerca del Viaducto madrileño). Aquel poeta se llamaba Jiménez y era como un Juan Ramón anclado en la bahía del imaginario puerto madrileño; muy cerca del "Rincón del Arte Nuevo" donde yo también acudía para sentirme en la gloria de los fuertes. Una isla nada más. Pero una isla llena de bosques. Y como dejó escrito Gloria: "A esta isla que soy, si alguien llega que se encuentre con algo es mi deseo: -manantial de versos encendidos es lo que yo tengo". Yo sé que Gloria -allá en la gloria en que se encuentre- sonríe con tus poemas, Sandy... En el café literario del poeta becqueriano jugábamos al parchís mientras nos daba por el entretenimiento de comer pipas de girasol. Subrayo lo de "para mí es un placer ser ignorada, isla ignorada del océano eterno". Muchas veces yo me he sentido igual de feliz porque, al igual que ella pero en masculino, soy esposo porque me esposé con todos mis amores, no fui nada y soy algo y, por supuesto, modesto mi lujo es el silencio en zapatillas. A veces me tengo que defender del ataque de la melancolía; pero la melancolía no tiene por qué ser siempre un signo de trsiteza como muchos creen. A veces la melancolía nos transporta a una renovación. Renovarnos y tomar nuevos alientos vitales. Volver a ser como éramos no es un imposible y, en este aspecto, la melancolía nos trae a la memoria una renovación total que nos hace impulsarnos hacia el futuro. Para mí, con todos los respetos a quienes opinen lo contrario, la melancolía sí que es uno de los ingredientes que forman parte de mi renovación para ser solamente un chaval de 18años. Es mi opinión privada y, por lo tanto, totalmente subjetiva pero valiosa, sumamente valiosa para mis propias interpretaciones; porque la melancolía forma parte adicional de algo que llamo Sinceridad; o sea, para resumir lo que Gloria Fuertes pudo ser para mí, digamos que un nostalgia convertida en expresión. Basta yo sobra con el silencio que otorga veracidad a lo que se vive. Se me quedaba algo en el tintero. Es lo siguiente: "Para alcanzar la gloria hay que subirse a la noria". Desde arriba, desde lo más alto de este parque de atracciones que es la vida, se está mas cerca de la gloria. Por eso lo digo. Y como dijo ella: "vino un mensajero y me dejó una cruz para la vida". Ese mismo mensajero me dejó a mí una gran verdad para después de la muerte. No un misterio como a Gloría sino una certeza de que existe la Eternidad. Quizás Gloria Fuertes ya la esté viviendo.
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