Olvid las palabras (Novela) -Captulo 8-
Publicado en May 05, 2017
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- Vamos a ver, Diana... ¿quieres bamba de nata o bamba de crema?
- Prefiero que elijas tú primero.
- Señor pastelero... sírvame una bamba de nata...
- Pues a mí sírvame una de crema...
- ¡No! ¡Espere un momento, señor pastelero! ¡Cambíeme la mía de nata por otra de crema!
- ¡Ni hablar! ¡Si él cambia la suya de nata por otra de crema a mí me cambia la mía de crema por otra de nata!
- ¡Pare, pare, señor pastelero! ¡Cambíeme la mía de crema por una de nata!
- ¡No estoy de acuerdo! ¡Si a él le cambia la suya de crema por una de nata a mí me cambia la mía de nata por una de crema!
- ¡He dicho que no! ¡Que haga usted el favor de cambiarme la de crema por la de nata!
- ¡Sigo sin estar de acuerdo! ¡Si a él le hace el favor de cambiarle la de crema por la de nata a mí hágame el favor de cambiarme la de nata por la de crema!
- ¡Favor con favor se paga, seño pastelero! ¡Prefiero una de nata antes que una de crema!
- ¡Lo mismo digo pero al revés para entendernos bien del todo! ¡Prefiero una de crema antes que una de nata!
 
El pastelero Samuel Sweet Baker ya estaba cabreado del todo... 
 
- ¡Jovencitos! ¡Esto es una pastelería y no el despacho de un psicoanalista! ¿Pueden decirme ya de una vez por todas qué clase de bamba quieren solos o por separados?
 

- ¡Empieza tú otra vez, Joseph!
- ¡Yo quiero una de crema!
- ¡Y yo quiero una de nata!
- ¡Espere, señor pastelero! ¡Cambie mi bamba de crema por una bamba de nata!
- ¡De eso nada! ¡Si a él le cambia su bamba de crema por una bamba de nata a mí me cambia mi bamba de nata por una bamba de crema!
- ¡No, no y no! ¡Yo prefiero cambiar mi bamba de nata por otra bamba de crema!
- ¡No lo voy a consentir! ¡Si él quiere cambiar su bamba de nata por otra bamba de crema yo quiero cambiar mi bamba de crema por otra bamba de nata! 
- ¡Quiero una bamba de nata!
- ¡Quiero una bamba de crema!
- ¡Si ella quiere una bamba de crema yo quiero una bamba de crema!
- ¡Si él quiere una bamba de crema yo quiero una bamba de nata! 
- ¡La mia que sea de nata!
- ¡La mía que sea de crema!
- ¡Haga el favor de cambiarme la de nata por otra de crema!
- ¡Haga el favor de cambiarme la de crema por otra de nata!
 
El pastelero Samuel Sweet Baker estaba ya en pleno ataque de nervios.
 
- ¡Está bien! ¡Ya basta! ¡Como no quiero terminar ingresando en un manicomio les sirvo una bamba de nata y una bamba de crema a cada uno de los dos y me pagan solamente una cada uno de ustedes dos porque las otras se las regalo con tal de que no vuelvan nunca jamás por aquí!
 
Así que, por el precio de dos bambas, consiguieron cuatro bambas en total. Una de crema y otra de nata para Diana y una de nata y otra de crema para Joseph.
 
- ¡Jajajajaja! ¡Has estado formidable, Diana!
- ¡Jajajajaja! ¡Pues tú no lo has estado nada mal!
- ¿Te parece ético lo que hemos hecho?
- Teniendo en cuenta que la ética la inventaron los antiguos griegos... ¡pues no!... no hemos hecho nada en contra de la ética porque aquella clase de griegos ya están obsoletos del todo y para siempre; lo cual quiere decir que lo que inventaron ya no está de moda.
- ¡Jajajajaja! ¡Estoy de acuerdo contigo! Pero teniendo en cuenta que la ética es la disciplina de la moral... ¿hemos cometido una inmoralidad o no hemos cometido una inmoralidad?
- Teniendo en cuenta que la moral la inventaron los antiguos romanos... ¡pues tampoco!... no hemos cometido ningún acto inmoral porque aquella clase de romanos ya están obsoletos del todo y para siempre; lo cual quiere decir que lo que inventaron ya no está de moda.
- ¡Jajajajaja! ¡Estoy de acuerdo contigo!
- Va a ser una verdadera pena cuando tengamos que separarnos, si es que tenemos que separarnos, porque contigo me lo paso chévere, Joseph. Te voy a echar mucho de menos.
- ¿Es que lo nuestro no tiene futuro?
- Antes de contestarte a eso prefiero que busquemos un buen banco para devorar nuestas dos bambas. Y cada uno que se coma las dos que le corresponden; o sea una de nata mas otra de crema y sin seguir discutiendo como si fuéramos novios muy enamorados.
- Llevas razón, Diana. ¡No sabemos qué ocurrirá en el futuro de la misma manera que en el presente no sabemos si estamos enamorados o si no estamos enamorados! 
- ¡Jajajajaja! ¡De verdad que me lo paso super divertido contigo!
- Me alegro por ti, Diana... pero ya sabes que nunca más podremos venir a comprar bambas en Bittersweet Confections...
- Lo tengo en cuenta, Joseph, lo tengo en cuenta... 
 
Encontraron muy cerca de allí un banco en la orilla del río Mississipí, se sentaron tranquilamente y comenzaron a devorar aquellos cuatro bambas que les habían salido por el coste de solamente dos.
 
- ¿Siempre has sido así de gamberro?
- Yo nunca he sido hamberro antes de conocerte a ti y te recuerdo, por si te haces la olvidadiza, que la idea de las bambas ha sido tuya.
- Pero solamente porque quería saber se eras lo suficientemente capaz de hacerlo.
 
Pero Joseph Liroe se encontraba ya en otro mundo...
 
- Diana... cuando yo era muy pequeño me encantaba pasear con mi abuela materna por el Harlem de Nueva York... porque siempre que lo hacíamos me invitaba a comer bambas.
- ¿Y no te dio miendo nunca eso de ir por allí?
- Mi abuela me decía siempre que si un niño tenía miedo ante la sociedad cuando se hiciera mayor no pdría jamás ligar con alguna chica interesante.
- ¿Y qué opinas tú sobre mi forma de ser?
- No puedo decírtelo porque me vas a llamar mentiroso.
- Entonces no me lo digas si crees que es mejor.
- Olvidé las palabras.
- ¿Qué palabras, Joseph?
- Las que hay que decirle a una chica que se me ha metido dentro del corazón y no puedo sacarla jamás por más que lo intento.
- Quiero hacerte una pregunta y quiero que me respondas con total sinceridad.
- ¿Por qué tendría que ser yo falso ante una pregunta tuya?
- Es que mi pregunta es muy fuerte.
- Las preguntas más fuertes son las que prefiero porque son la que más y mejor sé responder.
- Contesta sin prejuicio alguno, Joseph.
- Todavía no me has hecho la pregunta y sin pregunta no puedo responder.
- ¡Jajajajaja! Escucha. ¿Tú has llorado alguna vez profundamente por culpa de una mujer?
- Si te digo que sí... ¿qué vas a pensar de mí?...
- Sólo responde sí o no.
- Te doy mi palabra de hombre verdadero que en alguna ocasión he llorado profundamente por culpa de alguna mujer. Y si me quedo solo por decirlo me quedo solo pero feliz.
- ¿Sabes lo que opino yo de los hombres verdaderos cuando lloran profundamente por culpa de alguna mujer en lugar de hundirse en el alcoholismo para intentar olvidarlas sin conseguirlo nunca jamás?
- Que quienes lloramos es porque somos muy flojos.
- ¡Te equivocas del todo! Yo, y sin importarme para nada lo que hagan o sientan las demás mujeres del mundo, rechazo por completo a los hombres que nunca han llorado profundamente por culpa de alguna mujer y se dedican a emborracharse o intentar olvidarlas a través de otras mujeres que ni aman ni saben cómo son porque sólo las buscan para tirárselas nada más intentando olvidar lo que jamás aprenden a olvidar.
 
Joseph Liore prefirió cambiar de tema.
 
- ¿Sabes que estás super sexy con ese chándal rojiblanco?
- Lo sé. Me lo han dicho infinidad de veces.
- Pues anótate un punto más.
- ¿Y tú por qué usas un chándal de color azul?
- Porque es el color del Cielo.
- ¿Te gustaría irte al Cielo cuando debas morir?
- Quizás eso sea lo único importante para seguir siempre viviendo. 
 
Ella le miró fijamente a los ojos...
 
- ¿Qué es la vida, Joseph? ¿Qué es la vida?
- A mis 29 años de edad hace pocos meses cumplidos, la vida todavía es un libro con muchas páginas aún por descubrir si es que tengo la casualidad de llegar a ser centenario pongamos por ejemplo. El caso es que el tema de la vida puede leerse, perfectamente, como se lee una novela o, por contra, puede verse como algo sin valor sustancial. A mí, por si te interesa saberlo sean cuáles sean nuestros destinos, la vida es traducible a suceso existencial, no digo existencialista sino existencial para que no lo confundas porque son dos polos opuestos, y todo suceso existencial, no complicadamente existencialista sino sencillamente existencial, es tema plenamente novelístico o, por lo menos, un relato más o menos corto o un relato más o menos largo. Lo importante de la vida no es tanto la cantidad de experiencias que se obtienen de ella sino la intensidad con las que se han vivido. Por eso la evolución de las personas no reside en los años que se tienen sino en lo que esos años han producido en nosotros. Y para mí, aunque sea muy subjetivo decirlo y sentirlo, no hay ningún ser humano, hombre o mujer, que no tenga dentro de sí, entre sus límties personales, una sustancia que contar; o sea, un material dingo de ser novelado o digno de ser relatado; o tal vez algún poema o alguna reflexión. Para no extenderme ni disiparme en ideas volátiles, toda la literatura universal está basada en personas como tú o como yo, aunque tan ajenas a ti y a mí, desde un antropófago como lo fue Dudú Amán hasta la anónima vendedor de caramelos que subsiste en la puerta de un colegio; desde el aparatoso ciclo vital de Amenofis en el Antiguo Egipto hasta las truculentas ideas de un Tartarín de Tarascón ideándose aventuras de caza de elefantes pasando por el infinito número de seres humanos de nuestra historia terrenal; un astronauta viajando hacia la Luna, un lunático paseando por el suburbio de una ciudad, una ciudad donde un médico se encuentra ante la difícil experiencia de una intervención quirúrgica casi imposible de tener un buen final, una final con una madre feliz por habar parido a su bebé, millones y millones de sucesos que pueden, y de hecho es totalmente posible, ser temas claves para llenar el universo literario de novelas escristas y novelas leídas, relatos soñados y relatos reales, poemas sueltos, poemas ávidos, reflexiones de un filósofo en el diván o de un psicópata en el sofá. Todo es novelable y la vida es todo. Hasta la muerte es vida.
 
Diana guardó diez segundos antes de seguir hablando...
 
- ¿Y tú eres solamente un dibujante?
- Sí. Sólo soy un dibujante. Pero me gustaría mucho conocer a ese tal Giuseppe.
- ¿El hermanastro de Bonaventura Facio?
- A ese mismo me estoy refiriendo. Me gustaría conocer a un tipo tan bohemio y noble como él. Debe ser un escritor genial.
- Pero si tú también eres un genial escritor...
- Puede ser. No lo dudo. Pero jamás he tenido un padrino que me apoye.
- ¿Y tú crees que ese tal Giuseppe lo ha tenido?
- Supongo que tampoco.
- Lo cual demuestra que para tener éxito en la escritura sólo hace falta tener el talento de escritor o escritora que Dios nos da.
- Diana... la inteligencia es aquello que nunca puede alcanzar un vivo que se las da de listo
 
Habían terminado ya de comerse las bambas y Diana miró su reloj.
 
- ¡Atiza, Joseph! ¡Tenemos que irnos rápidamente hasta la cancha de baloncesto de la Universidad de Nueva Orleans! 
- ¿Al Lakefront Arena?
- Buena memoria, chaval.
- Pero si todavía quedan dos horas para que comience el choque...
- ¡Tú lo has dicho! ¡Va a ser todo un choque porque se juegan el liderato de la Conferencia en la que participan y, por eso mismo, va a haber un lleno completo. En esta clase de choques las canchas se llenan a rebosar y sé que ya habrá alguna que otra persona guardando cola hasta que abran las taquillas.
- Pero si las taquillas las abren cuando sólo falta una hora para que comience el espectáculo...
- Te estoy diciendo que ya habrá personas haciendo cola y sentadas en el suelo; así que vamos al "escarabajo" para asegurarnos los dos boletos. 
- Entiendo, Diana. ¡Vamos a por el "escarabajo"!
- ¿Lo dices con segundas?
- No. Esta vez no lo digo con segundas. Antes de llamarle así espero conocerle bien conocido.
- Pues mi Chuchi se va a poner muy nervioso cuando te vea a mi lado.
- Más nervioso se pondrá si me ve al suyo.
- ¡Jajajajaja! ¡Vamos para el Lakefront!
- Se encuentra en la Avenida Franklin 6801.  
- Arena frente al lago, Diana. Como ya puede suceder cualquier cosa hasta es posible que tengamos que pensar en algún lago para componer todo este puzzle.
- Posiblemente llleves razón, Joseph... pero ahora no pienses en nada por favor... conduce el Wolskwagen pero no pienses en nada...
- Menos en un ser humano muy especial...
 
Fue ella la que sonrió ahora y, ya en silencio, llegaron a Lakefront Arena que, efectivamente, se encontraba frente al Centro Acuático de la Universidad. aparcando el "escarabajo" salieron hacia la taquilla de los boletos y ya había una cola de diez jóvenes sentados en el suelo. 
 
- ¿Nos sentamos, Joseph?
- Nos sentamos, Diana. 
 
Se sentaron y estuvieron cierto tiempo sin decir nada, mientras otras personas, casi todos jóvenes y jovencitas en plenos estudios universitarios, se fueron sumando a la fila sentándose en el suelo.
 
- ¿Qué te sucede, Joseph? Llevas muchos minutos sin decir nada...
- A veces siento un gran vacío, Diana... pero no sé cómo poder explicarlo...
- ¿Es a eso a lo que llamas siempre "olvidé las palabras"?
- Sí. Me ha pasado muchas más veces de las que tú crees.
- ¿Cuando has tenido que ligar con chicas muy guapas y muy sexys?
- Eso es... pero no sé explicarlo...
- Haz un intento, Joseph. Recuerda que yo siempre te escucho.
- ¿Es que estás dentro de mí?
 
Diana de Styll sólo sonrió antes de responder.
 
- Lo que está dentro de ti sólo lo sabes tú.
 
Joseph Liore se animó algo pero no estaba tan contento como era normal verle...
 
- Todos hacemos tiempo que puede ser productivo o puede ser vano. Las vanidades que queden en el cajón de los olvidos. El tiempo puede ser nuestro mejor alíado si sabemos interpretar lo que de positivo nos puede ofrecer. Recuerda que siempre llega la primavera y todos los humanos podemos verlas renacer si antes no hemos tirado la toalla. Repetimos tiempos para podernos renovar como las plantas pero con la condición de que al tener pensamientos y al tener sentimientos los tiempos se nos pueden llenar de composiciones que vayan más allá de la edad, o mejor dicho, más acá de los años para podernos sentir de nuevo como siempre hemos querido ser. En ese sentido los documentos de identidad y los pasaportes no nos deben influir para seguir siendo siempre quienes de verdad queremos ser. Estar y saber estar me parece lo más filosófico de la vida. Estamos cuando sentimos. Estamos cuando sabemos que sentimos cómo los sentimientos nos van confirmando y conformando una manera de ser y una forma de actuar.  Eso quiere decir que hemos logrado entrar en el alma. Estamos y eso es lo más importante para sentirnos personas. A mí estas palabras me sirven para rejuvenecer mis pensamientos. Te regalo el siguiente: “La amistad verdadera siempre es la que camina sintiéndote compañero o compañera de viaje”. Feliz tiempo, Diana. Creo que no estás vacías sino bastante llena de propuestas. Gracias por estar aqui.
- ¡Abrázame fuerte, compañero!
 
Diana se acurrucó, protegiéndose de la brisa, en el pecho de Joseph y este la abrazó.
 
- Sigue escuchándome si quieres, Diana. Me abrigan cuatro dimensiones para escapar del silencio absoluto y acordarme de ti. De tus murmullos cayendo sobre la luz en un ir y venir de vestigios de placer en mi cuerpo, placer cuyas huellas fueron besos furtivos que se quedaron en la piel. Que se me calle todo lo que escucho y que se pare este mundo para poder sobrevivir en tu recuerdo clavado en mi mente. Eso me da fuerzas para seguir adelante. Me entrego ahora a todo y no pienso en mañana. Ni tan siquiera recurro al hecho de pensar en mi imaginada tatuada piel de besos furtivos porque quiero pertenecer a esos minutos de pasión que se me han hecho un Siempre. Mañana ya no sonará el teléfono. Pero… ¿para qué quiero mañana el teléfono?... ¿para qué quiero mañana el reloj?... ¿para  qué quiero mañana las palabras o los minutos?. Ya no me interesa la espera en el futuro y hoy solo soy un sueño llamado abrazo. 
- Todavía estoy aquí, Joseph...
- Si te dicen que caí… no les hagas caso… es mentira… y un día volveré. Toda mentira tiene un trasfondo de envidia, de no querer admitir lo que otro ser humano posee en su propia libertad. Y es que no pueden soportar ver feliz a quien es feliz. Esconden sus impotencias personales en ese bául sin fondo de su escasa personalidad o, en muchos casos, de su inexistente personalidad porque viven a remolque… siempre a remolque… de los que consideran sus ídolos. Por eso cuando ven a alguien que no idolatra a ningún famoso o famosa, que de todo hay en la viña del Señor, siempre dicen que ha caído; cuando, en realidad, son ellos los que están abajo, en el abismo de lo inconsecuente, en esa falta de liberación que los tiene atados a esa forma de envidia que es la impotencia de ver que otro u otra es verdaderamente feliz. Por eso, vuelvo a insistir una vez más, que si te dicen que caí… no les hagas caso… es mentira… y un día volveré. 
- No les hago caso, Joseph. Nunca les hago caso desde el mismo minuto en que nací.
- Aquí estamos, como siempre, luchando para no naufragar en este proceloso mar de las verdades. Vibrar mientras nos adentramos en los textos que a veces inventamos, a veces imaginamos y hasta a veces, que es lo más sorprendente de todo, es que los vivimos de verdad porque todos ellos son reales.
- ¡Caramba! ¡La verdad es que te ganarías mucho mejor la vida si fueses escritor que siendo solamente dibujante!
- Desde aquí hasta la vida, Diana. Desde aquí hasta la vida se siente mucho mejor. ¿Sabes en verdad quién soy?
- Alguien. Y ser alguien en este mundo es super difícil de alcanzar.
- Me refiero a quién soy yo en esa verdad que tanto dices sentir.
- Si la siento es porque quiero saberlo.
 
Joseph supo que tendría que decírselo para que no le mitificara jamás.
 
- Sólo soy un ser humano: carne, huesos, sangre y corazón. Le añado, quizás, un poquito de razón al habla y la escritura con la mano. Más allá de cualquier título vano esta es mi tarjeta de presentación. Silencio por la noche; de día una canción y un libro abierto cual ventana de verano. Todas las horas una caminar repleto de aprenderes sencillos y de ideas buscando la meta indefinida. Y, sintiendo, poco a poco me completo un puzzle amigo lleno de mareas en el inmenso oleaje de la vida. 
- ¡Caramba! ¡Eres más real de lo que yo me estaba imaginando!
- No me mitifiques nunca, Diana, para no quedarme solo nunca jamás aunque estés ausente.
- ¿Puedo cantar?
- Si cantan los hombres no es justo impedir que canten las mujeres.
 
Diana recordó una canción que hablaba de lo que ella sentía ahora. Y la cantó sin importarle quiénes estaban escuchando o quiénes no estaban escuchando. Para Diana sólo estaban Joseph y ella.
 
- ¡Te quiero mucho, aunque te suene a lo de siempre. Más que un amigo, eres un mago diferente. Andar a saltos entre el tráfico, leer a medias el periódico, colarnos juntos en el autobús, cantar hasta quedar afónicos. Viviendo juntos, juntos un día entre dos, parece mucho más que un día. Juntos, amor para dos, amor en buena compañía. Si tú eres así, que suerte que ahora estés junto a a mi. Juntos, café para dos, fumando un cigarrillo a medias, Juntos, cualquier situación de broma entre las cosas serias. El mundo entre dos, diciendo a los problemas adiós. Figúrate, dos locos sueltos en plena calle. La misma cama y un bocadillo a media tarde. Hacer del lunes otro sábado. Cruzar en rojo los semáforos. Viviendo juntos. Juntos, un día entre dos, parece mucho más que un día. Juntos, amor para dos, amor en buena compañía. Si tú eres así, que suerte que ahora estés junto a a mi. Juntos, café para dos, fumando un cigarrillo a medias. Juntos, cualquier situación de broma entre las cosas serias. El mundo entre dos, diciendo a los problemas adiós. Hacer del lunes otro sábado. Cruzar en rojo los semáforos. Viviendo juntos. Juntos, un día entre dos, parece mucho más que un día. Juntos, amor para dos, amor en buena compañía. Si tú eres así, que suerte que ahora estés junto a a mi. Juntos, café para dos, fumando un cigarrillo a medias. Juntos, cualquier situación de broma entre las cosas serias. El mundo entre dos, diciendo a los problemas adiós. El mundo entre dos, diciendo a los problemas adiós. El mundo entre dos, diciendo a los problemas adiós. 
 
Diana sacó, de manera inesperada, un paquete de cigarrillos "marlboros" y un pequeño encendedor. Extrajo uno de los cigarrilos. Lo encendió. Dio una bocanada dejando una huella de su carmen en la boquilla. Y se lo pasó a Joseph.
 
- Fuma si quieres. Yo voy a soñar un poco.
 
Y Diana de Still, mientras Joseph Liroe comenzaba a fumar tranquilamente, se quedó dormida entres sus brazos. Así que Joseph comenzó a hablar con voz pausadas. Quizás ella, en su profundo sueño, lo estaba escuchando con completa claridad.
 
- Llegar a más hasta llegar a ninguna parte. La noche siempre proteje nuestro equipaje. ¿Hacia dónde vamos, compañera, hacia dónde vamos? La vida tan sólo es una sencilla manera de expresarnos más allá de las palabras. Olvidé las palabras. Quizás sea por una razón tan simple que consiste en que amarte es el único pálpito vital de mi corazón. Tu expresíón humana no es la misma que la mía pero mi expresión humana puede ser la misma que la tuya si te llego a comprender. 
 
Después guardó un minuto de silencio como para sentir lo que era comprender de verdad su destino. Y luego continuó.
 
- Comprender lo humano es vivir siempre en relación directa con todo lo que de natural existe en los hombres y mujeres de esta Tierra. Muchos son los que se complican la existencia buscando explicaciones demasiado artificiosas, que terminan por distorsionar en gran medida la realidad de la naturaleza humana. Lo que verdaderamente nos hace evolucionar y desarrollarnos es ver la vida humana desde un ángulo muy sencillo y a la vez profundo y de ahí lo importante del desarrollo cultural genuino. Ese algo es que todos tenemos un alma que late y que nos hace sentir la vida. Si eres capaz de captar esos latidos serás un ser humano feliz. Lo demás sólo son teorías que a veces se hacen un poco confusas si te apartas de la raiz humana. Así que vive con todos tus sueños bien enfocados y sé, sobre todo, noble contigo misma para ser noble con los demás. Comprende lo humano. Lo más sencillo de la vida es, a veces, no complicarse al intentar interpretarla demasiado en abstracto. Analiza a lo humano desde lo más concreto y alcanza la felicidad. 
 
Diana de Still despertó ligeramente.
 
- ¿Me estabas diciendo algo?
- Diana... sigue soñando sin parar... porque estoy seguro de que me escuchas mucho mejor cuando te sumerges en el interior de mi conciencia... 
 
Ella volvió a dormir de nuevo siempre abrazada por él.
 
- Ni siquiera comprendo tus preguntas y, sin embargo, siempre sé todas las respuestas que me acercan o me alejan de ti. Como los oleajes de la mar.
 
Visualizó la mar...
 
- Olas altas por donde van volando en las playas abiertas las gaviotas. Tienen ellas un porqué soñando que son pedazos de cartas rotas. Olas con ráfagas de ir anidando en mi corazón todas sus derrotas y llevan en su alma un sentir amando lo que quedó atrás en las bancarrrotas. Olas que van siempre navegando a la alta mar de las horas prontas teniendo que estar siempre acompañando a otros marineros lejanos de mis costas. Siente, por favor, que voy navegando por no hundirme en las horas cortas. Y de minutos en minutos prolongando va este sueño que a ti tanto te exhorta.
 
¿Exhortación? ¿Qué era para aquella preciosa mujer el significado de la exhortación? Joseph se quedó mirando fijamente la punta encendida de su cigarrillo. Después observó el bello y erótico rostro de Diana de Still y narró un cuento que a algunos de los jóvenes y jovencitas que estaba escuchándole les siguió siendo interesante. Antes de comenzar volvió a observarla. Sí. Aquella pequeña Caja de Sorpresas se lo merecía.
 
-  En un rincón muy pequeño de una plaza muy pequeña de un pueblo tan pequeño que no aparecía en ningún mapa... había un mago que trabajaba, siempre, con una pequeña caja de sorpresas. Nadie de allí conocía su verdadero nombre, pero como sólo trabajaba los domingos todos le llamaban Domingo. Domingo llegaba, colocaba su pequeña mesa de madera de esas de las llamadas de tijera y ajustaba su pequeña caja de sorpresas para el deleite de los pocos que acudían a verle actuar. La mayoría estaban siempre ocupados en ver las grandes proezas de los Grandes Magos que acaparaban los lugares más estratégicos y visibles de la pequeña plaza. Domingo tapaba su pequeña caja de sorpresas con un pequeño mantel de eso que usan las mujeres de los pequeños pueblos para adornar sus pequeñas mesas de comer. Domingo hacía unos pequeños pases mágicos, quitaba el pequeño mantel y abría su pequeña caja de sorpresas y ante la sorpresa de los pocos niños y niñas que se acercaban a observar resulta que nunca salía un conejo, ni una paloma, ni una fila de pañuelos multicolores... ni tan siquiera salía una espléndida mujer contorsionista... De la pequeña caja de sorpresas de Domingo sólo salía humo. Sí. Pero un humo tan especial que los pocos niños y niñas allí reunidos, junto con sus padres y madres, podían ver cualquier cosa que ellos y ellas desearan. Cualquier cosa. Los niños solían ver trenes que flotaban por las raíles del viento. Las niñas solían ver trenes que flotaban por los raíles del viento. Los padres y las madres de aquellos pocos niños y niñas que acudían a ver la magia de Domingo también solían ver trenes que flotaban por los raíles del viento... Y todos aquellos pocos niños y niñas, acompañados de sus padres y sus madres, montaban en esos trenes y se iban a dar vueltas por el Universo para jugar con los ositos de la Osa Menor. La Osa mayor quedaba para los Grandes Magos que se situaban en los lugares más visibles de la pequeña plaza de aquel pequeño pueblo. Los pocos niños y niñas, con sus padres y madres, que jugaban con los ositos de la Osa Menor gozaban de tanta libertad que, al volver a la Tierra, venían llenos de sueños... sueños que soñaban mientras dormían y que al despertar, el lunes por la mañana, se les convertían en realidades. Cada uno de aquellos pocos niños y niñas, con sus padres y sus madres, que tenían la ocasión de contemplar y experimentar la pequeña magia de Domingo eran sueños... sueños vivos que se transformaban en lo que deseaban ser... Y Domingo, tras haber hecho aparecer el humo por donde circulaban los pequeños trenes entre los raíles del viento, recojía su pequeña mesa de madera de esas llamadas de tijera, la doblaba silenciosamente, doblaba también el pequeño mantel de cocina y con la pequeña caja de madera siempre bajo su brazo izquierdo se iba a un lugar del cercano bosque que nadie sabía dónde era hasta que llegaba el próximo domingo. Los Grandes Magos recibían grandes aplausos de sus masas enfervorizadas de seguidores porque hacían aparecer de sus grandes cajas conejos, palomas, largas filas de pañuelos multicolores y hasta espléndidas mujeres contorsionistas... pero quienes amaban la pequeña magia del humilde y sencillo Domingo, del cual nadie sabía su verdadero nombre, vivían felices y contentos porque por unas horas, todos los lunes, se convertían en lo que cada uno de ellos deseaba. Y todavía en aquel pequeño rincón de aquella pequeña plaza de aquel tan pequeño pueblo que nunca venía en los mapas sigue, domingo tras domingo, el humilde y sencillo Domingo haciendo demostraciones de su pequeña magia y haciendo que los pocos niños y niñas que se acercan a verlo, con sus padres y sus madres, sigan acudiendo porque saben que Domingo nunca les va a fallar. Y que los lunes, esos amargos lunes para la gran masa de seguidores de los Grandes Magos que quedaban totalmente desilusionados; ellos y ellas pueden vivir sus sueños, cualesquiera que sean éstos, y convertirse y vivir durante las mañanas de cada lunes lo que desean en el fondo de su corazón.
 
Diana de Still terminó por despertarse del todo.
 
- ¿Has dicho corazón?
- Sí. He dicho corazón.
- ¿Cuál es la razón de todo tu cuento?
- ¿Lo dices por los trenes que flotan por los raíles del viento?
- ¡Jajajajaja! ¿Ya me lo estás diciendo otra vez?
- ¡Jajajajaja! Sí. Ya te lo estoy diciendo otra vez.
 
 
 
 
 
 
 
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Foto del autor Jos Orero De Julin
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Palabras Clave: Literatura Prosa Novela Narrativa.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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