Gravemente peligrosas (Diario)
Publicado en Jun 02, 2017
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En 1967 las mujeres que vivían a mi alrededor se habían convertido en algo mucho más serio que un juego de entretiempo. Habían pasado de ser "para mayores" (3) y habían pasado de ser "para mayores con reparos" (3R). Ahora, de repente, sin casi transición más o menos lógica, eran ya "gravemente peligrosas" (4). A mis 18 años de edad era totalmente natural que me adaptase a esta nueva situación sin más ayuda que mi propia capacidad de supervivencia. "Las noches de Cabiria" se habían hecho realidad. Sinopsis al escenario: "Cabiria es una prostituta que ejerce como tal en uno de los barrios más pobres de Roma. Sueña, sin embargo, con encontrar el amor verdadero, un hombre que la aparte de la calle y a quien pueda entregarse en cuerpo y alma. Su bondad y su ingenuidad la convierten en víctima propicia de sucesivos vividores que se aprovechan de ella, le roban y la golpean. A pesar de sus fracasos, recobra la esperanza una y otra vez". En medio de todo aquel movimiento de pasiones yo jugaba mis piezas con suma tranquilidad. Si tenía que manejar a la reina era mejor defenderse con las torres. Y mis torres eran muy elevadas. Tan altas como para poder ver todo el "tablero de la vida" madrileña con el sumo cuidado de no caerme al vacío de los paletos venidos a la capital con sus boinas como señal de ignorancia. Era mejor vivir estudiando las leyes de la gravedad para saber en dónde situar a mis peones. Los caballos del deseo galopaban por las oscuras calles de la gran ciudad. Los grillos se perdían en la memoria de mi infancia junto a las vías del tren. Ahora no era una imagen de la inocencia. Mi personalidad se formaba lejos de las varillas porque nunca las varillas me interesaban lo más mínimo. Eso quedaba para Benito. O sea que en esto de las gravemente peligrosas mientras él caía para no levantarse jamás yo seguía viviendo dentro de esa burbujas del champán sin caer nunca borracho por la la bajada de los Tiradores Altos hacia el puente de Los Tintes. Me centraba en la Gran Vía de Madrid y, al salir la Luna, siempre tenía delante de mí las luces rojas que yo convertía en albas de poesía y Benito era incapaz de comprenderlo porque le faltaba algo esencial llamado personalidad de artista. Había comenzado mi bohemia.   
 
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Foto del autor José Orero De Julián
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Descripción

Páginas de Diario personal.

Palabras Clave: Diario Memoria Recuerdos.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Personales



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