Sansón (Teatro Cristiano)
Publicado en Jun 11, 2017
Sansón (Teatro Cristiano)
ACTO PRIMERO ESCENARIO.- Campo de Ascalón. Los brazos y las manos de Sansón han sido amarrados con fuertes cuerdas y al fondo se encuentra la boca de una cueva. El gigante filisteo Anak está frente a él. Anak.- Todos los filisteos sabemos de tu inmensa fuerza. Lo demostraste cuando desgarraste con tus propios puños y manos al fiero león que te salió al paso cuando ibas a celebrar boda con una joven de Tamantha. Sansón.- Sé que me equivoqué al casarme con ella, así que lo de descuartizar al león sólo es una anécdota nada más. Anak.- Una anécdota real que te dio fama y gloria entre los hombres de estas tierras y que aumentó cuando mataste a aquellos 30 filisteos que se aprovecharon de las traiciones de tu mujer. Sansón.- De cuya belleza todavía me acuerdo para mi mal pero de cuyo nomobre ya no deseo acordarme. Me equivoqué porque, aun sabiendo que era filistea, pensé que siempre me sería fiel. Anak.- No la enjuicies tan a la ligera porque nos resolvió el enigma al amenazarla con matar a toda su familia. Muy ingenioso eso de "Del devorador salió la comida. Y del fuerte salió dulzura". ¿Cómo crees tú que podriamos haber sabido una respuesta tal como "¿Qué cosa más dulce que la miel? ¿Y qué cosa más fuerte que el león? Sanson.- ¿Para qué me recordáis tales momentos de mi juventud? Os pagué la apuesta pero os maté a 30 de los vuestros y se fue lo comido por lo servido. Anak.- Mucho más grande fue el daño que hiciste a mi pueblo filisteo cuando ataste a 300 zorras, haciendo pares entre ellas, y con unas teas encendidas en sus cabezas arrasaste todas nuestras mieses cuando ya estaban a punto de la siega. Sansón.- ¿Y ahora qué quereis de mí sabiendo que jamás voy a rendirme ante vuestro falso dios Dagón? Dagón es el enemigo de las personas libres porque os esclaviza con sus demonios. Anak.- Te hemos atrapado mientras dormías demasiado confiado dentro de esa cueva y me parece que es aburdo que un joven tan fuerte como tú no pase a la historia de los humanos con tanta o mayor gloria y fama que Melkart, el dios que separó dos continentes. Tus proezas pueden tener mucha mas resonancia por venir de un ser mortal al que mi pueblo y yo puede elevar a los altares de los santuarios. Sansón.- Si me estáis queriendo comprar estáis perdiendo lastimosamente el tiempo en lugar de arrodillaros ante Yahveh y pedirle misericordia. Anak.- ¿No te da miedo morir sin poder defenderte? ¡Los héroes siempre mueren luchando! ¿No te da miedo pasar a las leyendas como el héroe que tuvo miedo durante las últimas horas de su vida? Sansón.- Si viviera con miedo no saldría nunca de mi hogar. Anak.- ¿Quién te crees que eres para contestarme con tanta altivez? Sansón.- Yo soy alguien que asume su realidad y mi realidad es que llegaré a ser, en un futuro muy cercano, Juez del pueblo hebreo. Anak.- ¿No sería mejor que te echaras un poco hacia atrás en tus bravuconadas? Sansón.- No he de huir de mi responsabilidad sino siempre seguir hacia adelante. Si tengo que acabar con todos vosotros no me van a detener ni Dogan ni mucho menos Melkart. Anak (enfurecido).- ¡Retén tu lengua porque ya vienen mil de mis filisteos para descuartizarte como tú hiciste con el león a no ser que seas lo suficientemente inteligente como para aprovechar la oportunidad que te doy de que seas el conquistador de todas las tierras que te apetezcan dominar! Sansón.- Ni mil de vuestros endemoniados gigantes filisteos van a evitar que Yahveh me proteja. Él es mi Dios, el único Dios que existe, y siempre me favorecerá. Anak (más enfurecido todavía).- ¡Piénsalo bien si eres tan inteligente como fuerte, Sansón! ¡Todas las tierras que quieras y todas las bellas mujeres que se te antojen! Sansón (sonriendo ligeramente).- Lo de las bellas mujeres sí que me interesan en verdad... Anak.- ¿Entonces decides ser nuestro líder contra esos hebreos que nunca agradecen nada a quienes les defienden y luchan por ellos? Sansón (sin dejar de sonreír).- ¿En verdad creéis que mi Destino son las bellas mujeres? ¿Y si os digo que nunca más seré el pelele de ninguna de ellas? Anak (con la ansiedad reflejada en su rostro).- ¿Qué es para ti el Destino? Sansón.- El Destino no es lo mismo que el futuro. Tu pueblo sólo me ofrece futuro pero mi Dios me ofrece Destino. Destino es la fuerza desconocida y sobrenatural de la que se cree que actúa de forma inevitable en las personas y los acontecimientos, mientras que futuro es, según la concepción lineal del tiempo que tienen los humanos, la porción que todavía no ha sucedido. Mi futuro lo puedo cambiar si acepto vuestras ofertas pero mi Destino nunca puede ser cambiado. De repente, sin hacer ningún esfuerzo, actúa el Poder de Yahveh y se rompen las cuerdas que amarraban los brazos de Sansón y se caen las ataduras de sus manos. Anak.- ¡Brujería! ¡Sólo sois un vulgar mago haciendo brujería! ¡Pero mis mil soldados filisteos acabarán con tu poder! Anak toca un silbato de hueso que lleva colgado del cuello y van apareciendo oleadas de filsiteos en la escena mientras que Sansón ha cogido una quijada de asno que se encontraba en el suelo y, a manera de maza, va matando a uno tras otro. El número de filisteos que van cayendo muertos es el que la obra permita para no hacerla demasiado larga. - ¡He matado a mil de tus hombres, Anak! ¡Sólo quedas tú! - ¿Y me dejáis en libertad? - Alguien debe anunciar a tu diabólico pueblo que un solo hombre llamado Sansón ha matado a todos los que le han salido al paso. ¡Mil hombres muertos a cambio de mi liberación! ¡Pregónalo por todas las tierras para que todos los hombres y mujeres sepan que el Poder de Yahveh es invencible! He matado a mil filisteos pero podría haber matado hasta a un millón si me hubiesen atacado un millón en lugar de mil. Anak huye despavorido. Sansón (sentado en la entrada de la cueva y reflexionando mientras todo el suelo está lleno de cadáveres).- Cuando Dios está presente el Gran Sueño deja de serlo. El Gran Sueño se convierte en un largo paseo por las calles; un pequeño vaso de leche en la primera humilde taberna que encontremos; un caminar mano con mano y un beso al llegar las horas anaranjadas del atardecer. Y luego otro beso y otro beso y toda la Gran Ciudad encendida. Un solo centro de gravedad sentimental. Un Gran Sueño convertido en miles de sueños pequeños, reales, ciertos, verdaderos, milagrosos. Puede ser que yo no sirva nada más que para contar a los demás sobre mis sueños pero, al menos, eso me es tan suficiente que este mundo se me hace tan pequeño… tan pequeño… que tengo que salir hacia el Universo para poder recitar poemas en estas mil galaxias que anidan en el centro de mi corazón cuando Yahveh está presente. Si a esto lo llaman locura yo lo llamo, sencillamente, milagro. Sansón tiene tanta sed que clama a Dios. - ¡Oha Gran Dios Altísimo! ¡Tú que posees el inmenso poder de hacer realidad hasta lo imposible! ¡Haz, por favor, Yahveh de los invencibles, que esta quijada de asno se convierta en manantial de agua para que pueda calmar mi sed! Se produce el milagro y de la quijada de asno surge un manantial de agua de donde bebe Sansón hasta saciarse. SE BAJA EL TELÓN. FIN DEL PRIMER ACTO. ACTO SEGUNDO ESCENARIO.- Dormitorio matrimonial de Sánsón y Dalila que están casados desde hace ya 20 años. Los dos están metidos en la cama y acaban de terminar sus relaciones sexuales de la noche. Sansón.- ¡Cuán deliciosas sois las mujeres filisteas! ¡Se nota que sabéis bien lo que los hombres queremos! Dalila.- ¿Has quedado satisfecho, amado esposo? Sansón.- ¡Más que con ninguna otra mujer en mi vida! Dalila.- ¡Las filisteas somos fuego vivo y hacemos arder al más frío de los hombres! Sansón.- Algún día te complaceré dándote lo que más deseas. Dalila.- ¡No deseo nada material porque lo material siempre pudre a las mujeres! ¡Sólo hay algo que me gustaría aprender para complacerte sexualmente mucho más de lo que te complazco! Dalila estaba tocando, astutamente, el punto flaco de la personalidad de Sansón. Sansón.- ¿Si te respondo a lo que tanto deseas saber, tendremos una nueva sesión esta misma noche? Dalila.- Hasta tres sesiones si son necesarias, amado amo Sansón. Sansón.- Quizás estés pensando que soy un vanidoso conquistador de mujeres hermosas pero hice una promesa: nunca jamás volvería a ser un pelele en manos de una mujer. Teniendo en cuenta esta promesa pregunta lo que quieras, bella hembra. Dalila fue directa... Dalila.- ¿De dónde procede la descomunal fuerza física que poséis, mi amor? ¡Yo misma tiemblo con todo mi cuerpo cada vez que me complacéis con vuestra fortaleza sexual! Sansón (evitando decir la verdad).- Mi fortaleza proviene del sol. Dalila.- Estáis mintiendo, mi Gran Señor. Los dioses del sol sólo producen egolatría en sus protegidos. Vos sois, en mucha mayor medida, de los dioses lunas por vuestra claridad al exponer los sentimientos. Mas yo croe que no adoráis ni a Baal ni a Astarté; luego vuestra fuerza no proviene de fuentes de dioses ni de lunas sino de algo mucho más cercano a vuestra personalidad humana. Sansón (buscando evitar por segundo intento decir la verdad).- Está bien, adorable Dalila. Eres muy inteligente a la vez que excesivamente hermosa y por eso tengo que confesarte que mi fuerza descomunal proviene de la acción directa del ángel Gabriel sobre mi espíritu. Dalila.- Es la segunda vez que me mentís sobre este asunto y me estoy empezando a defraudar de vuestra hombría. Adán fue creado a imagen y semejanza de Dios, luego fue superior a los ángeles; de tal manera que ningún ángel puede dotar de fuerza superior a un hombre que desciende de Adán porque el hombre, de por sí, es más poderoso que un ángel. Gabriel es visión y creatividad pero vos sois fuerza y poderío. Ambas cosas no me cuadran y, como bien decís, yo soy excesivamente hermosa pero muy inteligente. Os doy la tercera y última oportunidad para que no mintáis. ¡Responded con la verdad! Sansón (dudando entre tener otra sesión sexual con Dalila o perderla para siempre).- Esta vez os digo la verdad. Mi fuerza sobrehumana proviene de los muertos. Yo soy Abel nuevamente renacido persiguiendo y matando a todos los descendientes de Caín. Dalila.- Mentís. No tenéis más oportunidades de poder gozar de mi cuerpo. Sansón.- ¿En qué falsa base te apoyas para decir que miento? Dalila.- Cuando un hombre es bueno como lo sois vos, la Muerte no puede ofrecerle ninguna clase de fuerza física pues ella representa a quienes dejaron toda su fortaleza entre las cenizas en que se convirtieron. Por eso sé que me estáis mintiento y, como ya no tenéis más oportunidades, abandono tu lecho para no volver jamás. Sansón la abraza antes de que intente salir y comienza a besarla con ansiedad en la boca. Sansón.- Te contaré la verdad, diosa mía... Dalila (sonriendo al sentirse vencedora).- Seguro que es algo infantil porque me encanta que seas tan ingenuo como un niño pero a la vez tan fuerte como un dios. ¿Cuál es el centro físico de tus fuerzas sobrehumanas? Sansón.- ¡Soy nazareo y los nazareos estamos consagrados de por vida a Yahveh si es que no nos cortamos las trenzas! ¡Es mi cabello el centro de todas mis fuerzas como hombre! Dalila.- Sé que ahora me habeís dicho la verdad, amado Sansón. Y para celebrarlo podrás otra vez beber y comer de mi cuerpo pero antes permitid que os brinde una sabrosa jarra de vino de manzana. Sansón.- El vino de manzana lo tengo prohibido por Dios. Dalila.- ¿Qué clase de Dios puede ser ese que prohibe a sus nazareos beber de un manjar tan exquisito como el vino recién salido de las manzanas frescas? ¡La sidra es manjar de dioses y quienes os mereceís la mas grande condecoración por vuestras hazañas sois quienes más y en mayor abndancia podéis beberla porque sois el alma del pueblo alegre y el alma alegre es superior al cuerpo alegre. El laberinto que, en forma de telaraña de palabras, había elaborado la aviesa Dalila, surtió efecto. Sansón.- ¿Cuánta más sidra beba mayor capacidad sexual obtendré tal como dicen los borrachos? Dalila (sonriendo ante la ingenuidad de Sansón).- Dicen los amargados de espíritu que los borrachos se vuelven impotentes a la hora de mantener relaciones sexuales. ¿Cómo puede mi amo y señor demostrar que eso es falso si no lo comprueba por sí mismo? Sansón.- Si es cierto perderé la ocasión de seguir gozando de tu cuerpo. Dalila.- Y si no es cierto tendréis que esperar a que yo os dé la señal de que os he perdonado por dudar de mí. Así que Sansón comenzó a beber tanta cantidad de jarras de vino de cerveza que terminó por perder el sentido emborrachado del todo. Sus ronquidos eran los efectos de haber perdido toda la noción de prudencia y sabiduría porque aquel momento era el que durante años había estado esperando la hermosa y bella arpía Dalila para cortarle todas las trenzas de su pelo y dejarle casi pelado del todo. Después salió del lecho matrimonial, se acercó a la puerta y dejó pasar a diez hercúleos filisteos que ataron de pies y manos a Sansón. Éste ya había despertado ante el ruido que armaron los guerreros, pero se dio cuenta de la traición al ver las guedejas de su pelo por el suelo y, sin tener ninguna clase de fuerza incluso para poder derribar a un zagal flaco y macilento de los que abundaban entre los pastores de ganado, descubrió cómo Dalila se mofaba de él. Dalila.- ¡Pobre imbécil que te convertí en paloma por querer ser siempre un gavilán! Sansón.- Pécora. Un día te castigaré por haberte convertido en ramera. Dalila.- Ramera ya lo era antes de conquistarte a ti, idiota, y ramera voy a continuar siendo entre los hombres más elegidos de tu pueblo hebreo para acabar con todos vuestro líderes. Abatidos todos ellos será muy fácil eliminarlos para siempre de la faz de la tierra. Sansón.- ¡Yahveh hará justicia! Dalila.- ¡Jajajajaja! ¡Jajajajaja! ¡Jajajajaja¡ ¿Todavía crees en un dios así que te deja y te abandona por culpa de las mujeres? ¡Aprende de Belcebú que jamás negaría que los hombres deben gozar con las mujeres sin ninguna clase de respeto ni consideración, sean solteras, sean casadas o sean viudas! ¡Para eso hemos nacido las que somos hembras de verdad! ¡Veinte años casada contigo ha sido un verdadero martirio! Sansón.- ¡Muy pronto se acabará tu jactancia de traidora sin escrúpulos! ¡Morirás mucho más pronto de lo que piensas y aprenderás, aunque ya no te sirva de nada, que sólo se puede tener ambiciones cuando se es una persona honesta! Veo con gran pesar que no sabes la diferencia que hay entre amabas cosas. Dalila.- ¿Cómo puede vaticinar mi final quién ya está del todo acabado? Sansón.- Si tú supieras la verdad de todo lo que digo dejarías de ser necia en este mismo instante; pero veo que tu necedad supera en mucho a tu belleza hasta convertirte en sucia muñeca de trapo nada más. Dalila.- ¡Vamonos todos de aquí! ¡No le puedo soportar más! SE BAJA EL TELÓN FIN DEL SEGUNDO ACTO. ACTO TERCERO. ESCENARIO.- Templo de Gaza. Los filisteos están celebrando una fiesta por haber capturadoa Sansón que está ahora atado con cadenas a las dos gruesas columnas fundamentales del templo. Anak tomó la palabra. - ¡Este hobmre destruyó nuestros cultivos! ¡Este hobmre mató a muchísimos de nuestros hombres él solo! ¡Pero nuestro dios Dagón nos ayudá a capturar a nuestro enemigo número uno! La multitud reclamaba venganza en nombre de insultos y ofensas antes de sacarle los ojos. Y asi fue, puesto que, alejado de Dios por unos momentos y aunque la cabellera ya le había crecido bastante, un esclavo de Anak se acercó a Sansón con intención de sacarle los ojos. Dalila- ¡Un momento, esclavo! El esclavo se quedó como paralizado. Anak.- ¿Qué sucede ahora, Dalila? Dalila.- Quiero besarte delante de él y él que lo vea con sus propios ojos. Eso fue lo que Dalila hizo delante de Sansón aunque le daba asco besar al feo y deforme rostro de Anak. Sansón (sin sentir ninguna clase de molestia ni de celos).- Tus brazos fueron arenas movedizas de las que no pude emerger, tus besos la muerte de la que no pude escapar. Dalila.- Yo pude haber seguido amándote con el fuego de un volcán en lugar de amar con el corazón convertido en hielo como lo hago en estos momentos con Anak. Pero así es la vida de una mujer convertida en inhumana. Sansón.- Es fácil deducir que fue el propio Satanás quien te enseñó las artes de la seducción. Dalila.- Antes se coge un rayo de luna que a una mujer como yo. Sansón.- Es el Desamor el motivo de las burlas que tanto te motivan para caminar por la vida después de descubrir que yo sigo siendo yo mientras tú has dejado de ser tú. Yo amo el Amor. El Desamor sabe sólo a ceniza y quedarás convertida en polvo y cenizas cuando mi Dios Yahveh lo decida. Dalila.- ¡Que le saquen los ojos ya que su lengua no deja de hablar! El esclavo de Anak se dirigió hacia Sansón para cumplir con la orden dada por Dalila. Anak.- ¡Un momento, esclavo! ¡Deja que yo goce de ese momento! Dalila.- ¡No, Anak! ¡A pesar de toda tu envidia y de todo tu odio hacia él, Sansón es magnífico hasta encadenado y tú no le llegas ni a a la altura de sus sandalias en esto de ser un homBre de verdad! Anak (defraduado y con mueca patética producto de la envidia).- ¡Eso quiere decir que todavía le amas! Dalila.- ¡Eso quiere decir que todavía no amo a nadie de la misma manera que le amaba a él y que no sé si alguna vez en mi vida conseguiré amar a alguien más que lo hice con Sansón! ¡Que sea un esclavo anónimo el que lo haga para que nadie pueda pasar a la Historia por culpa de mi traición! El lugar estaba lleno de gente, todos los dirigentes filisteos estaban allí. En el techo había más de 300 persoanas viendo el espectáculo cuando el anónimo esclavo sacó le vació los dos ojos a Sansón y los depositó en una bandeja que portaba en su mano izquierda. Sansón oró al Señor. Sansón.- Señor Dios Yahveh. Acuérdate de mí. Te ruego, oh Dios de Justicia que me des fuerza una vez más. Déjame hacer algo para castigar a estos filisteos por haberme sacado los ojos. Entonces Sansón toca con las manos las dos columnas que sostenían el templo; y apoyándose fuerte contra dichas columnas, exclama en voz alta. Sansón.- ¡Que muera yo con todos estos filisteos y que nadie se salve ni quede con vida! Sansón empuja tan fuerte como puede y el templo se derrumba sobre todos los dirigentes filisteos y toda la gente que estaba allí. Sansón.- Muero pero en el día de hoy eh matado a más gigantes filisteos que cuando estaba vivo. Dalila (agonizando).- Sansón... de verdad... yo te amaba de verdad... Sansón.- Pero preferiste a la religión. SE BAJA EL TELÓN FIN
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José Orero De Julián
José Orero De Julián