Lázaro (Teatro Cristiano)
Publicado en Jun 15, 2017
Lázaro (Teatro Cristiano)
ACTO PRIMERO ESCENARIO.- Junto a la orilla del río Jordán. Está Jesucristo reunido con sus discípulos y mucha gente a su alrededor. Todos sentados y sentadas. Pedro.- ¿Qué es la muerte, Maestro? Jesucristo.- Todos tenéis voluntad de vivir y teneis carácter para vivir pero el Destino está en las manos del Padre. Ninguno de los otros dioses saben explicarlo. Y debe ser una explicación bien convincente para poder comprenderla. Pedro.- ¿Puedes darnos alguna señal, Maestro? Jesucristo.- Manifestarnos a nosotros mismos nuestra propia verdad nunca nos hace daño porque todo ser humano debe conocer lo que hay dentro de él. Mal camino siguen aquellos que no saben cómo son ni lo que son ni para qué son así y no de otra forma. Sin embargo, quien conoce su verdad sabe de la entereza de su alma abierta y es capaz de entender el porqué de sus movimientos y la resonancia de sus voces. Quienes conocen su verdad saben que la vida y la muerte se juntan en un punto concéntrico que es, lo que podríamos llamar, algo así como conciencia exacta de las cosas de su corazón y las causas que las producen. Todos los que le escuchaban se quedaban maravillados. Tomás.- En verdad que Jesús parece ser el Mesías Prometido como predijo Juan. Jesucristo (haciendo como que no ha escuchado las dudas de Tomás).- Hablamos mucho de amores y desamores, de encuentros y desencuentros, de búsquedas y hallazgos o pérdidas en medio de los caminos de la vida. Hablamos de las metamorfosis diarias en que nos introducen los anhelos palpitantes de nuestros espíritus traducidos a través de los sentidos. ¿Quién os puede decir a vosotros que no estáis descubriendo, dia tras día, las partes esenciales de vuestras existencias? Tomás.- Sigo pensando que puede ser y que ya me quedan pocas dudas sobre ello. Jesucristo (sonriendo ante las inquietudes de Tomás).- Yo más bien diría que, atareados por el esfuerzo creativo de nuestras palabras, entretejemos una tela radial de signos vitales. Y son los signos vitales los únicos exponentes que sirven para medir y codificar las verdades inherentes a nuestros espíritus humanos; esos espíritus que vemos, permeables y translúcidos, en el espejo pluridimensional de nuestras conductas. O somos tal como nos manifestamos o estamos traicionando a nuestra propia esencia personal. Y no hay peor cosa para vivir como pleno ser humano que construir una pesada carga de autoengaños vivenciales. La verdad de toda nuestra presencia en la vida es la única que, realmente, nos significa como verdaderos en cada momento y la única que quedará de nosotros cuando nos hayamos ido; así que manifiéstate en tu verdad y sé luz de tu esencia en lugar de figura fantasmal de tu sombra. Todos quedan todavía más asombrados y hay exclamaciones de admiración. Tomás.- Cada vez estoy más seguro de que es el Mesías Prometido del que hablaba Juan. Jesucristo (esta vez poniéndose de pie).- Nosotros debemos saber como combatir a la muerte con el simple ejercicio de vivir la Verdad de la Luz. Hablemos por ejemplo de eso tan conocido como el desamor. Solo los que saben mantenerse en pie saben que más allá, mucho más allá de cualquier clase de desamor, se encuentra esa Verdad de la Luz que nos convierte en eternos e inmortales. Palabras, estas dos, que tanto asustan a los que no saben permanecer con el rumbo adecuado para alcanzar un Sueño con S de Sensación. Mueren porque no saben sentirse a sí mismos. ¿Y cómo podemos sentir a los demás si un desamor nos hace caer en la falta de sentimiento? Muchos son los que ignoran que el desamor sólo es una cuestión tan insignificante en nuestro periplo vital que fácilmente se supera. Puede que nos produzca dolor momentáneo pero yerran totalmente los que no saben levantarse creyendo que la bebida y la droga les va a dar el olvido. ¿Para qué tenemos que olvidar el desamor si lo superamos manteniéndonos en ese rumbo hacia la Verdad de la Luz? Tomás.- Creo que es en verdad quién esperábamos. Jesucristo (siguiendo en pie).- Un ser humano verdadero de los que nos dirigimos hacia la Verdad de la Luz podemos fácilmente deducir que sí, que es verdad que quienes creen que consumiendo alcohol y drogas pueden olvidar un desamor es un ser que termina convertido en nada. Los he visto con mis propios ojos: fantasmas que se arrastran por la vida y no saben decir no cuando es necesario decir no. Manifestarnos a veces con un no ante la caprichosa actuación de quien nos quiere dañar el espíritu es totalmente válido y valioso. Debemos decir Si a la Vida y a la Luz. Tomás.- ¡En verdad que siendo tan sabio debes ser el Mesías del que nos habló Juan! Jesucristo (mirando a Tomás pero dirigiéndose a todos y a todas).- Vosotros y vosotras,¿podéis creer de verdad que un ser humano tendido boca abajo, por culpa del alcohol y la droga, puede contemplar esa doble Esperanza llamada Eternidad e Inmortalidad que brilla en la luz de cada amanecer? ¿Sabéis la inmensa felicidad que produce un Amanecer que nos hace visualizar todos los aspectos positivos de la vida? No. Debéis saber decir muchas veces que no. Que esos seres humanos que viven tumbados boca abajo son incapaces de superar el miedo a lo desconocido. ¿Y qué es lo desconocido cuando se vive como mi Padre manda? Lo desconocido cuando se vive como mi Padre manda es precisamente la Vida. Sí. No habéis oído mal. He dicho la Vida con V de Victoria. Porque esta vivencia en el Mundo o es una V de Victoria o es una D de Derrota. Ese es el Camino para superar cualquier desamor o cualquier circunstancia adversa. Desde luego cayendo en la alcoholemia y la drogadicción lo único que hace un ser humano es hundirse en la muerte nada más. No. Debemos saber decir no a esa manera de morir para no morir jamás. Es un deber y una obligación de un líder natural deciros estas verdades. Que mi Padre te lo haga comprender cuando sepas mirar al Cielo, Tomás. Eso es lo único que le digo siempre a cualquier ser humano que habla conmigo de las cosas trascendentales de la Vida. Corre un rumor entre todos los que asisten a la reunión. El murmullo de que es en verdad el Mesías Prometido. Todos y todas se ponen de rodillas porque creen en Él. Tomás (de rodillas).- ¡Maestro! ¡En verdad que sois el Mesías Prometido que nos señaló Juan! ¡En verdad que sois quien nos habla siempre de Vida y nunca nos habla de Muerte! Pedro (de rodillas).- ¡Maestro! ¡Eres el Camino, eres la Verdad y eres la Vida! Entra en la escena, en ese momento, un mensajero de María de Betania y su hermana Marta, llamado Meser, para decir que Lázaro está muy enfermo. Meser.- ¡Jesús! ¡Jesús! ¡Tu gran amigo Lázaro está muriendo! Jesucristo queda en silencio. Pedro.- ¡Maestro! ¡Maestro! ¿Qué vamos a hacer ahora? Jesucristo.- Nos quedaremos dos días más en este lugar. Después volveremos a Judea. Pedro.- ¡Maestro! ¡Los de Judea intentaron apredrearte! ¿Quieres ir otra vez allá? Jesucristo.- ¿No tiene el día doce horas? El que anda de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo; pero el que anda de noche, tropieza, porque no hay luz en él. Pedro.- ¿Pero qué vas a hacer en cuanto a Lázaro se refiere? ¡Está muriendo y es uno de tus mejores amigos! Jesucristo.- Nuestro amigo Lázaro duerme; más voy para despertarle. Pedro.- ¡Señor! ¡Si solo duerme sanará! Jesucristo.- Pedro... Lázaro no duerme... Lázaro ha muerto...y me alegro por vosotros, de no haber estado allí, para que creáis del todo... ¡Vamos a donde está él! SE BAJA EL TELÓN FIN DEL PRIMER ACTO ACTO SEGUNDO ESCENARIO.- Puerta de entrada al pueblo de Betania. Jesucristo está rodeado de sus discípulos y una gran muchedumbre de hombres y mujeres. Pedro.- ¡Maestro! ¡Hemos andado ya quince estadios desde Jerusalén y seguimos sin saber qué hacer! Juan.- Yo me he enterado de que Lázaro hace ya cuatro días que ha muerto. Tomás.- Nadie puede ya consolar a sus hermanas Marta y María que lloran por tu ausencia. Jesucristo (mirando con cariño al siempre dubitativo Tomás).- ¿Qué es para ti una ausencia, Tomás? Tomás (sintiendo un poco de temor).- ¿Quizás o tal vez o posiblemente un olvido? Jesucristo.- ¿En verdad crees que soy un olvido? Tomás.- No... no quiser decir eso... Maestro... Jesucristo.- Pensando en lo que en verdad estás pensando, Tomás, yo creo que toda solución es precisamente una presencia y no una ausencia. Expresas dudas porque intentas meditar sobre lo que en verdad todavía no conoces bien. Por ejemplo, pensar en tanta soledad de Marta y María, las dos hermanas de Lázaro, es en efecto una eterna ingratitud como tú en verdad estás pensando. Y esa ingratitud nos conduce al dolor en el cuerpo y en el alma que hay que superar con unas sensaciones propias que nos lleven a una solución correcta. ¿Qué es, en este caso, lo correcto, Tomás? Tomás (sintiendo que no sabe qué decir).- ¿Tal vez la respuesta de Dios? Jesucristo.- ¡Tú lo has dicho! Se dice: “Yo soy libre de hacer lo que quiera”. Es cierto, pero no todo conviene. Sí, yo soy libre de hacer lo quiera, pero no debo dejar que nada me domine. También se dice: “La comida es para el estómago y el estómago para la comida”. Es cierto, aunque mi Padre va a terminar con ambas cosas. En cambio, no es verdad que el cuerpo sea para la inmoralidad, sino que el cuerpo es para el Señor y el Señor es para el cuerpo. Y así como yo resucito muertos, también puedo resucitar a Lázaro si es que debo hacer que resucite. El que tenga entendimiento que entienda y que no lo entienda mal. Escuchando estas palabras Marta, la hermana de Lázaro, se acerca a Jesús. Marta.- Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto. Más también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará. Jesucristo.- Tu hermano resucitará. Marta.- Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero en que los muertos se levantarán para la hora del Juicio Final. Jesucristo.- Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto? Marta.- Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo. Jesucristo (dirigiendo su palabra a Juan que está a su derecha).- ¿Qué dice el mundo sobre la muerte, Juan? Juan.- Por lo que tú nos has enseñado, sabemos que lo perfecto no existe según los que hablan de la Razón pero también sabemos que lo perfecto sí existe según los que hablamos del Corazón. Jesucristo.- Escucha bien, Juan. Y entiende bien lo que digo. Tú eres un mundo llamado Tú. Un mundo llamado Tú es mi único equipaje en esta feliz travesía por las ondas expansivas del mundo profundo. Allí, en tu mundo me hundo para buscar lo que el viento se llevó con sus tragedias. Pero ¿qué es la vida sin tu mundo sino una tragedia escondida en las sombras de la envidia? Es por eso por lo que les pregunto a los gorriones sencillos del pueblo dónde hacen sus nidos ellos. ¡En tu mundo! Sabiendo eso, todos deberían haber aprendido que Lázaro también es un mundo. ¿Qué importa lo que vean los demás? Para vivir basta y sobra con la paz que existe en los atardeceres de la pequeña barca de un pescador. ¡Mundo y horizonte! ¿Para qué queremos seguir en el desierto seco y árido de las gentes envidiosas? Un mundo llamado tú, Juan, es también un mundo llamado Lázaro y eso es suficiente para estar siempre acompañado en las primaveras de las rosas; en el verano de los girasoles; en el otoño de los castaños y en el invierno de la nieve pura. !Esa es la única Verdad que existe en esta nuestro mundo al que podemos llamar Amor! ¡Un mundo llamado Tú nunca es Muerte! Un mundo llamado tú es la llama que me hace arder de fantasías pero lejos de las vanidades de este mundo oscuro donde no existe más que una figuración inexacta de lo que es amar. ¡Amar con toda el alma apostada al cero más absoluto de la feria de las vanidades! ¿Y para qué necesitamos nosotros los números absolutos de la feria de las vanidades si sólo son ceros elevados a la enésima potencia?Un mundo llamado Tú nada sabe de ciencias exactas; somos tal cual somos y nada más. ¡Llamad a mi presencia a María, la hermana de Lázaro, por ver si puedo o no puedo resucitar a los muertos! Marta (hablando con su hermana María).- El Maestro te llama. María de Betania se acercó a Jesús. María (postrándose a los pies de Jesucristo).- Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano. Jesús entonces, al verla llorando y también a los judíos que la acompañaban, se estremeció en espíritu y se conmovió. Jesucristo.- Levanta del suelo, María. María (levantándose).- Ya es demasiado tarde, Jesús. Jesucristo.- ¿Qué dicen las gentes de duro corazón, María? María.- Todos dicen que al cuarto día el alma abandona el cuerpo de los muertos y mi hermano Lázaro hace ya cuatro días que murió. Jesucristo.- ¿Y qué sucedería si aun habiendo pasado un año después de su muerte yo llegase a su tumba y lo resucitara? Tomás (temblando de dudas).- Eso es un imposible, Maestro. Jesucristo lloró. Juan.- Mirad cómo le amaba. Jesucristo.- No lloro por no poder resucitar a mi amigo Lázaro sino porque habiéndome visto ya resucitar a tantos muertos y muertas todavía dudais de que yo sea capaz de decirle que se levante de la tumba y siga viviendo todo el tiempo que mi Padre lo desee no sólo habiendo pasado cuatro días sino un año entero muerto. María.- Yo creo que sí. Jesucristo.- Tu Fe en mí es más que suficiente. Las dudas de los demás no me ofenden porque yo sé bien que tú tienes Fe y crees en verdad María.- En verdad que creo en ti, Jesús, por encima de cualquier otra persona y por encima de cualquier cosa. Jesucristo (dirigiéndose a sus discípulos y a toda la muchedumbre).- ¡En verdad en verdad os digo que la Fe de esta mujer me recuerda a aquel oficial del rey, estando yo en Capernaum, cuho hijo estaba enfermo de muerte me mostró tanta fe aun siendo solamente un romano que bastó con que yo le dijera ve a tu casa porque tu hijo vive y él lo creyó sin tener yo que estar presente ante la muerte. Su Fe en mí obró el milagro. María.- Yo sé que tú eres el Camino, tú eres la Verdad y tú eres la Vida. No es necesario que vengas ante la tumba de mi hermano Lázaro para que le hagas revivir. Jesucristo.- En este caso sí es necesario para que todos estos incrédulos que abundan mezclados con quienes creen sean testigos directos. Vamos a dónde está la tumba de mi amigo Lázaro para que todos los vean con sus propios ojos ya que con sus corazones no pueden. Salen Jesús y María del escenario seguidos de todos los discípulos y toda la muchedumbre. SE BAJA EL TELÓN FIN DEL SEGUNDO ACTO ACTO TERCERO ESCENARIO.- Tumba cerrada donde reposa el cadáer de Lázaro. Todos están esperando el acontecimiento por ver si es verdad o mentira el omnímodo poder de Jesucristo. Jesucristo (r¡dirigiéndose a Tomás).- ¿Crees en verdad que Lázaro va a resucitar o planteas alguna duda que sea razonable, fiel discípulo? Tomás (un poco encogido el ánimo).- Me habéis pillado con la mente en blanco, Maestro... Jesucristo (sonriendo ante el poco ánimo de Tomás).- No sólo mantuvimos siempre la amistad Lázaro de Betania y yo sino que nuestra amistad supera cualquier chismorreo, cualquier cotilleo o cualquier duda razonable. Lo razonable es que paso muy buenos momentos comunicándome con él en el amplio sentido de la comunicación interpersonal. De persona a persona y de palabra en palabra nuestra amistad es lícita. Tan lícita que es en su nombre, y para que todos y todas lo vean con sus propios ojos, voy a ordenar a Lázaro que se levante. Un silencio sepulcral se apoderó de todos y de todas. Jesucristo.- Quitad la piedra. Marta (muy preocupada por los demás).- Señor, hiede ya. Jesucristo.- ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios? ¿Acaso la gloria de Dios huele mal o es el mejor aroma que en toda el universo existe? Entonces, Pedro y Juan, los más decididos a cumplir con las órdenes de Jesucristo, quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Una fragancia de buen perfume, como de alyssum dulce, inundó el olfato de todos los presentes que se maravillaron de ello. Tomás.- ¡En verdad que huele a profundo aroma de jardín! Jesucristo (alzando los ojos a lo alto).- Padre, gracias te doy por haberme oído.Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado. Tomás (inquieto).- Estoy casi de todo seguro de que Lázaro resucitará. Jesucristo (clamando con gran voz).- ¡Lázaro, ven fuera! Y el que había muerto hacía cuatro días salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro intacto envuelto en un sudario. Jesucristo (dirgiéndose a sus doce discípulos).- Desatadle y deajadle ir. En medio de aquel aroma como de alyssum dulce, Lázaro se mostró mucho más sano y mucho más joven de lo que había estado antes de morir. Lázaro (poniéndose de rodillas ante Jesucristo).- ¡Amigo Jesús! ¡Mientras estuve en el túnel siempre supe que vendrías a salvarme de la muerte! Jesucristo (levantando a Lázaro del suelo y abrazándole como al mejor amigo).- ¿Qué has conocido, amigo Lázaro? Lázaro.- Que existe la Eternidad. Entonces todos los allí presentes, hombres y mujeres por igual, cayeron de rodillas ante el Hijo de Dios. SE BAJA EL TELÓN FIN
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José Orero De Julián
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