La impotencia del islam (Reflexiones)
Publicado en Jun 21, 2017
El Estado Islámico se ha convertido en tema predilecto para una historia de zombis amenazando con degollar a los excursionistas que se atreven a darse una vuelta por la montaña con ojos. Zombis musulmanes que, ciegos de ira y odio, jamás conocen la verdad de lo que se llama felicidad. Ellos basan su futuro en el habla de los machetes y las bombas incendiarias. Dos maneras de morir para dejar de existir y hundirse en la nada. Les falta el valor de los hombres mientras se soban los unos a los otros mostrándose como criminales sin conciencia. Pedir conciencia a los del furibundo islam es pedir que sean seres humanos. Y no lo son.
La pandemia desatadas por esta clase de impotentes encoge el corazón de quienes creen que sus siniestras demostraciones les van a llevar a algún espacio triunfal. Si nos damos cuenta, después de tantas décadas de terrorismo, no han conseguido conquistar ni un solo palmo de terreno a los países cristianos. Son incapaces de hacerlo y a lo único que les lleva su desesperación es a marcharse de este mundo aburridos del vivir, danzando alrededor de las moscas y embriagándose por culpa de su inadaptación al universo de las libertades. Quienes sólo saben hablar con actos de terror olvidan algo muy importante: la Historia de la Humanidad sólo recogerá en sus páginas la incapacidad de los islamistas para convertirse en los héroes que buscan ser cuando, en realidad, sólo producen asco y jamás llegarán ni a la categoría de personas en esta película de sus necedades que podemos llamar, claramente y sin tapujo alguno, la impotencia del islam. La barbarie como estrategia no es ninguna alternativa para conquistar a las naciones. Pero los islamistas no saben lo que es el Amor y por eso topan los unos contra los otros enloquecidos porque muy pronto sólo seran olvido. Un olvido que no llamará la atención de ningún ser humano que sea hombre o mujer viviendo en la felicidad de saber que el Estado Islámico es la necedad más grande construida por los zombis que ya deambulan disparándose entre ellos mismos su asco por vivir. Por eso en los demás sólo producen indiferencia.
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José Orero De Julián