Dcada Prodigiosa (Relato) -4-
Publicado en Jun 27, 2017
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Cuentan quienes se despertaron a primeras horas de la mañana siguiente que la localidad de Molinares parecía que se veía envuelta en una neblina rara y espesa. La Plaza de Los Azulejos parecía sumergida en el remoto de la memoria colectiva pues ni de ella ni de su Fuente del Abrevadura se observaba el más mínimo detalle; había caído en un olvido mental tan delirante que ahora todos contaban chascarrillos acontecidos años atrás, aquellos años del pasado que tanto añoraban los molinarenses y las molinarensas. Un miedo a perderse dentro de la Plaza de Los Azulejos hacía que nadie se atreviera a osar meterse allí y todos tenían tanto miedo que les castañeaban los dientes formándose todo un concierto dental propio de anuncio de Profiden en lugar de una reunión de vecinos. ¿Qué les podría suceder a quienes se atrevieran a meterse en aquella especie de agujero negro? ¿Podrían regresar algún día o se habrían perdido para siempre sin poder despedirse de todos sus familiares? Llegó un momento en que todos pidieron que dijera algunas palabras el cura Nemesio; pero esta vez éste no iba a permitirse ninguna clase de chistes y el republicano Pisonero comenzó a enardecer a la plebe agitando el ánimo de aquella pequeña multitud para que corriesen a quemar todas las iglesias y todos los conventos de la región; pero lo hacía de manera tan cobarde que alegaba que no era un pensamiento suyo sino de una realidad marxista que el mundo entero necesitaba. ¿Por qué no empezar por Molinares para servir de ejemplo al universo?
 
En defensa de Neme "El de La Peineta" que estaba ya a punto de acabar linchado por todo el gentío debido a la inquina, la mala leche y los cobardes ataques verbales de Pisonero, surgió un tal Valeriano Belmonte, un caballero tan discreto como eminentemente sabio que se enfrentó dialécticamente contra el cada vez más "crecido", bravucón y arrogante líder de los republicanos de Molinares. Se habló de la dignidad humana y Valeriano Belmonte hizo callar la boca del líder republicano cuando le señaló que precisamente la libertad humana se emana de la libertad divina que cada uno y cada una posee desde su nacimiento y que es la única que existe para poder tener libertad de decisión y liberarse del acoso de los irracionales y embrutecidos ateos. Todos se admiraban de los saberes de Valeriano Belmonte, que en su juventud quiso haber sido torero pero decidió mejor seguir el camino de los libros, ante aquel iindefenso Pisonero que salía derrotado siempre sobre cualquier tema abordado en cuanto a la dignidad humana. Valeriano Belmonte le retó al líder republicano y marxista ateo Pisonero a que le demostrara con hechos, y no con chapucera habladuría sin sentido alguno, cuándo los seres humanos habían conseguido, por ellos mismos y sin la ayuda de Dios, desde el inicio de Adán y Eva hasta la actualidad, haber construido un mundo feliz para todos y no solo para los poquitos miembros de las cúpulas de los partidos republicanos socialistas, comunistas y anarquistas. Nunca lo habían logrado sin la ayuda de Dios.
 
El líder republicano y marxista ateo Pisonero sufrió tal descalabro dialéctico que, derrotado del todo, se dirigió al bar "La Parrala" para intentar olvidarse de aquel tal Valeriano Belmonte y de su defensa de la dignidad humana emanada de un Dios creador y defensor de la vida en lugar de tantos advenedizos líderes históricos ateos que sólo fueron destructores y atacantes de la vida cuando no sabían hacer otra cosa sino aplicar la bestialidad de las armas y las guerras para imponer sus dictaduras soviéticas. Y mientras Pisonero se emborrachaba para intentar olvidar, el cura Nemesio no pudo hacer otra cosa más que abrazar a aquel hombre culto y valiente llamado Valeriano Belmonte e invitarle a una ronda por haberle salvado de una casi segura paliza y linchamiento por parte de todos aquellos vecinos que, ahora que Pisonero no les quemaba las sangres, quedaron con la boca abierta ante la serenidad y el estilo con el que Belmonte había destruído toda la "pastosa" y "cerril" teoría del republicano ateo que había quedado aplastada con tan mínimo esfuerzo. Valeriano sólo admitió que Nemesio le invitara a una sencilla lata de Coca Cola, pues era defensor de los productos norteamericanos desde su más tierna infancia, para después de la celebración y después, ante la visíón y presencia de todos y de todas las personas allí reunidas, que ya volvían a ser una pequeña multitud, introducirse en el interior de la Plaza de Los Azulejos y perderse de vista ante el gentío que se hacía cruces ante tamaña desgracia.
 
El inspector Expósito decidió que sus diez atléticos y musculosos hombres seleccionados para aquellos acontecimientos (algunos de ellos futbolistas del Pulpileño) se adentraran en aquella espantosa bruma pero todos dijeron que nones y que verdes las habían segado y que se metiera su padre porque ellos querían seguir vivos durante muchísimos años más y poder envejecer rodeados por bisnietos y hasta tataranietos sentados junto a las chimeneas de sus lares en invierno o tumbados en las hamacas de las playas en verano; así que Expósito no tuvo más remedio que llamar al Destacamento de Paracaidistas de la cercana Cantarilla la Grande para que mandasen un helicóptero y, desde las alturas, alguno de ellos se lanzara en el interior de la Plaza de Los Azulejos para ver qué estaba sucediendo con el extraño caos de la niebla y la Fuente del Abrevadero. Los paracaidistas también dijeron que nones y que verdes las habían segado y todo lo demás que habían dicho los hombres de Expósito. Un par de mujeres valientes y decididas tuvieron la idea de buscar al republicano ateo Pisonero, que ya ni era líder ni nada que mereciera la pena ser, para que tuviera la oportunidad de recuperar su perdido prestigio y volver a brillar a gran altura dialéctica demostrando ser un hombre tan completo como Valeriano Belmonte introduciéndose en aquel espantoso lugar donde su rival se había metido. Pero la respuesta de Pisonero fue soltar un eructo y unos cuantos pedos sonoros antes de ir al water a defecar cagado de miedo. Ante esto, las dos mujeres, hermanas gemelas llamadas Rufina y Josefina, lo contaron a todos los demás allí reunidos y, a propuesta presentada por el cura Nemesio, a Pisonero se le bautizó popularmente como "El Pendejo". 
 
Se siguió meditando, por parte de todos y de todas, cómo hacer para poder enterarse de qué estaría sucediendo con el valiente Valeriano Belmonte cuando ya hacía dos largas horas que se había introducido en aquel "agujero negro" y no se sabía nada de él. Lo más lógico era pensar que había muerto comido por las fauces de algún temible y gigantesco caimán pero era necesario que aquella noticia se confirmara para ser publicada, al día siguiente, como la más comentada del diario "El Cabás" y eso fue lo que hizo conocer a todos el señor don Rafael, Director de Sucesos de dicho periódico. Fue entonces cuando Amalio "El Bizcocho", apodado de esa manera porque era bizco de los dos ojos, propuso que se metiera dentro de aquel monstruoso y terrorífico "agujero negro" al asno de Paco "El Caracoles" quien al escuchar tal propuesta se molestó en demasía al creer que lo de el asno del "Caracoles" lo decía "El Bizcocho" no por su asno sino por él mismo. Y se calentaron los dos de tal manera que rápidamente llegaron los mojicones, los tortazos y las hostias de todos contra todos, pues en dos bandos se habían dividios los de Molinares, ante el asombro y la impotencia de las mujeres que pensaban que se iban a matar aleccionados los seguidores de "El Bizcocho" por "La Remedios" y los seguidores de "El Caracoles" por "La Angustias". Todos sabían que el oficio de "La Reme" y "La Angus" era el más viejo del mundo pero ahora aquello no importaba ni poco ni mucho pues el caso era vapulearse de lo lindo los unos contra los otros para calentarse un poco ya que la mañana estaba siendo bastante fresca. 
 
Fue Timoteo Timón, el alcalde de Molinares, quien tuvo que dar por finalizada aquella tangana general y multitudinaria haciendo que su Pregonero Mayor (Adolfo Rodolfo Gandolfo "El Golfo") avisara por el altavoz que la pelea quedaba suspendida y declarada en empate entre los de "El Caracoles" y los de "El Bizcocho". Hecho ya el silencio y las paces de los unos con los otros tomó la palabra el alcalde Timón para pedir que los paracaidistas que fuesen avisados a acudir en ayuda de Molinares llegaran sin compromiso alguno de lanzarse al interior de aquel infierno sino que, desde lo alto y con la ayuda de un helicoptero (pues decía helicoptero en lugar de helicóptero ante el cachondeo y las risas de todos los presentes), rociar todo el siniestro "agujero negro" con ácido úrico (y decía ácido úrico como pudo haber dicho ácido carbónico o ácido anhídrico pues de Física tenía menos idea que de saber de mujeres y es que de mujeres no sabía absolutamento nada pues no era mariquita como decían muchos sino solamente misógino nada más), para que se disolviera toda aquella oscurísima niebla en cuyo interior se daba ya por sabido que había muerto devorado por alguna especie de gigantesco caimán (esta idea la había impuesto la bruja Eduvigis "La Collares" y todos la dieron por cierta) y fue cuando, al responder negativamente desde el Destacamento de Cantarillas la Grande llegó el momento que aprovechó aquel extraño extravagante extranjero apodado "El Obsidiano" para acercarse al alcalde y decirle en voz muy baja, para no ser oído por nadie más, que a cambio de otros 500 euros le escribiría otro bello discurso con ocasión de celebrar los responsos por el ya fallecido Valeriano Belmonte. Pero en esta ocasión Timoteo Timón le mandó a hacer puñetas.
 
Pasadas ya dos horas más, la temible, espesa y negra neblina comenzó a disiparse y, una vez que la claridad del sol hizo que recuperaran la visión, todos se hicieron cuces en la frente, en la boca y en el pecho, gritando que aquello era un verdadero milagro cuando descubrieron al ya dado por muerto Valeriano Belmonte, sentado en el borde de la Fuente del Abrevadero, a donde iban a beber todas las caballerías días tras días, y terminando de leer la novela corta de Emilia Pardo Bazán titulada "La dama joven" ante el jolgorio y las carcajadas de todas las mujeres de Molinares (incluída incluso la bruja Eduvigis "La Collares") y el asombro de todos los varones más el griterío endordecedor de niños y niñas gritando a pleno pulmón que todo aquello había sido un milagro; cosa que al cura Nemesio (más conocido como Neme "El de La Peineta"), tan astuto como siempre, le convenía hacer creer al mundo entero por lo de ganar una fortuna tal como sucede con la Virgen de Lourdes o la Virgen de Fátima. Ya tenía pensado reunirse esa misma tarde con el señor Don Rafael, Director de Sucesos del diario "El Cabás" para preparar la estrategia más adecuada y el tratamiento más aconsejable a dicho "notición" a cambio de ir "a medias" en el reparto de los beneficios si "colaba" que era un producto de la intervención de la Virgen de Fuencaliente.
 
Y mientras tanto... ¿seguía Servandino -hijo de Servando y nieto de Servandón- intentando quemar su vivienda sin salir de ella para nada o se le había pasado ya del todo el brote psicótico que todos decían que sufría de vez en cuando sin saber que no había nada de eso dentro del cerebro de Servandino sino el afán de vengarse de todos por haberle arrinconado y no dejarle jugar al dominó en el Hogar de los Jubilados?
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Foto del autor Jos Orero De Julin
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Relato

Palabras Clave: Literatura Prosa Relato Narrativa Fantasa Ficcin.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Fanfictions



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