Pequeño gran paso (por Antonio Arco)
Publicado en Jul 03, 2017
He aquí un gran artículo periodístico publicado por Antonio Arco en el diario "La Verdad" (de Murcia) el domingo día 2 de julio del año 2017 después de Jesucristo.
Se llama Julen Mendoza Pérez y es alcalde de Rentería. Es de Bildu y ha hecho historia. Ha dado un pequeño gran paso. Ha mostrado un rostro humano. Ojalá algo haya cambiado, porque el camino es largo y la Historia tiende más pronto que tarde a repetirse. Le gusta la sangre, a la Historia. El miércoles pasado se convirtió en el primer dirigente de Bildu que, a pecho descubierto, homenajeaba de verdad, y no sé si de corazón pero sí con todo respeto, con palabras de consuelo que actúan como bálsamo, con visión de futuro y como una apuesta por la esperanza, a tres víctimas de ETA. Tres asesinados. Tres vecinos de su propio pueblo que, abruptamente, dejaron de estar para siempre. Tres tragedias, tres absurdos actos criminales. Actos cobardes, como todos los de la banda ETA. Tres vecinos que los asesinos se cargaron con toda premeditación. Por nada. Sin culpa alguna. Tres más, entre otros muchos, que cayeron al suelo, ya sentenciados o directamente cadáveres, bajo las gotas enmudecidas de lluvia en mitad del vuelo precipitado de unos pájaros asustados por los disparos, desamparados ante la indiferencia de muchos de sus paisanos que miraban para otro lado antes y que, también, lo siguieron haciendo cuando se cruzaron con sus féretros, con sus hijos hechos polvo, o con sus madres y padres caminando como muertos ellos también. El horror no es tímido. Los homenajeados el pasado miércoles eran tres hombres. Dejaron viudas que tuviero que aprender a convivir con el dolor y con tener que cruzarse en pasos de peatones y pescaderías, en los parques públicos y a plena luz del día, con todos aquellos que bendijeron con su silencio los crímenes, que los creían justos o necesarios, que no se turbaron. Julen Mendoza Pérez no se fue por las ramas de la sinrazón y la chulería, por las ramas de las comparaciones odiosas y el bochorno de meter en el mismo saco a víctimas y verdugos. No, sus tres vecinos fueron asesinados por tres desalmados bien armados de malditas razones y de odio. Tres vecinos asesinados. Uno de ellos, el militante socialista, afiliado a UGT y de profesión policía municipal, llamado Vicente Gajate. Todos cuantos le trataban sabían del amor que sentía por su esposa, Purificación, que se enamoró de él perdidamente cuando, con 15 años, coincidieron en un baile de esos en los que parece que toda la Tierra está de buen humor. Pasados los años, jamás ha podido olvidar la imagen de su marido acribillado, tumbado sobre la acera como un pequeño navío encallado en esa misteriosa costa que da paso a un Más Allá del que nada se sabe. Paados los años, el número 5 la sigue inquietando como quien escucha campanas muy lejanas: había escuchado cinco detonaciones previamente a escuchar como su propio corazón se rompía. Otro de los asesinados homenajeados, José Luis Caso, fue elegido concejal del PP en Rentería en unos tiempos pésimos para ello. Seguro que, en algún momento, un sudor frío acompañaba el temor que se le cruzaba por la cabeza pensando en la decisión valiente que había tomado. ¿Cómo es posible que no se les caiga la cara de vergüenza a todos estos corruptos del PP pensando en sus honrados compañeros asesinados? Llegado diciembre de 1997, estando en un bar le volaron la cabeza rumbo al cementerio. Pero supo a poco para sus asesinos el placer de aniquilarlo, porque también su sucesor, Manuel Zamarreño, corrió la misma negra suerte cuando iba camino de comprar el pan nuestro de cada día. Una moto-bomba lo redujo a escombros de carne. Qué asesinos de mierda, que rio de cadáveres dejaron a su paso. Julen Mendoza Pérez, alcalde 'abertzale' de Rentería decidió convocar en el Ayuntamiento de todos -claro, no nos engañemos, en contra del deseo de demasiados de los suyos-, a la viuda del socialista José Caso, Juana; y a Nihara, la hija del popular Manuel Zamarreó, para entregarles un ramo de flores, sin florituras ni dobleces, y descubrir junto a ellas una placa en memoria de sus seres queridos, que lo son también un poco de todos nosotros. Se le vio sincero, consciente del irreparable dolor provocado neciamente. Poniéndose en el lugar del otro. Eran vecinos de su mismo pueblo, no eran enemigos de nadie. Pidió perdón, en nombre del Ayuntamiento y de sí mismo, por si "en algún momento no hemos estado a la altura, no os hemos acompañado correctamente o hemos dicho y hecho algo que pudiera haber añadido más dolor al que ya padecéis". No pudo escucharle en vivo Purificación, la viuda de Vicente Gajate, que no asistió al acto. Pero que nadie se confunda, ni vea en ella ápice alguno de revancha o animadversión hacia la iniciativa del alcade de Bildu. Envió unas emocionantes palabras que no admiten discusión: "Estoy segura de que a él le hubiera gustado este acto". Seguro que sí. No nos quedemos en que llega con retraso. Celebrémoslo.
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José Orero De Julián