La llamada continua (Novela) -Captulo 13-
Publicado en Jul 11, 2017
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Desde el granero se escuchaba el cantar de los grillos... 
 
- Tenía la mirada siempre perdida en algún punto de algún lugar de algún recóndito misterio. Nunca se sabía si llegaba o estaba preparándose para partir a algún extraño destino y su nombre me era tan desconocido como éste aunque, pensándolo bien, no parecía tener ningún destino concreto; si acaso, alguna indefinida pasajera sensación de que pensaba en llegar a algún punto de algún lugar de algún recóndito misterio.
 
Si tuviera que describir a este tan inédito personaje, doy mi palabra de hombre que no podría… ni tampoco, por respeto a su identidad, me atrevería a romper su silencio para preguntarle… porque, solamente mirando su siempre perdida mirada, uno se daba cuenta, enseguida, de que aquel personaje no tenía ninguna descripción definitoria.
 
Sin embargo, a pesar de las múltiples formas con que podrían representarse los significados de sus escasas palabras, se notaba claramente que no era tan extraño al lugar. En realidad, yo afirmaría que era parte intrínseca y referencia fundamental de aquel entorno en que me había introducido buscando, igualmente, algún punto de algún lugar de algún recóndito misterio.
 
Así que, en definitiva, resultaba que aquel desconocido venía a ser -!extraña paradoja de los paralelistas caminares!- mi propio yo renacido y escapado de mi interna sensación. ¿Sería verdad que aquél incógnito personaje tenía tanto que ver conmigo que podría confundirse con mi propia persona? ¿Tiene usted la hora? Son las doce.
 
Sonaron las doce campanadas de la medianoche en el reloj de la torre de la cercana catedral. Tomé la maleta y comencé a caminar dejándole allí, sentado en el andén de la estación, con su mirada siempre perdida en algún punto de algún lugar de algún recóndito misterio.
 
Él ni tan siquiera me dio una despedida amable. De manera suave me miró y vi en sus ojos mi propia mirada. ¿Era yo mismo despidiéndose de mí mismo? Pensé por unos instantes en dar marcha atrás y preguntarle de dónde venía y hasta dónde quería llegar… pero El Desconocido ya se había levantado y se había ido cuando llegué de nuevo a la Estación. Fue cuando me encontré frente al espejo de la cafetería.
 
Entre allí. A tomar una copa de anís dulce para hacer más dulce a mi soledad… y miré al espejo… aquel que se reflejaba en el cristal era El Desconocido que no tenía ninguna otra identificación nada más que su mirada. ¿Era yo mismo mirándome a mí mismo? Supuse que sí. Pero lo extraño es que vestía unas ropas distintas a las mías. Yo llevaba aquella tarde una camisa veraniega de color gris ceniza y un pantalón vaquero de color beige. No era mala la combinación… pero El Desconocido, mi otro yo, vestía con una cazadora verde y un pantalón de pana de color marrón.
 
Intentando poder comprenderme un poco mejor, me bebí rápidamente el anís dulce y, sin pensarlo dos veces, entré en el interior del espejo para poder hablar con él. Era la única opción que me quedaba para que no volviese a escapar.
 
– ¿De verdad quién eres? -le pregunté.
 
Él me miró con sus ojos verdes-grises con ciertos tonos azules y me dirigió una sonrisa. Yo sonrié tambien.
 
– Me parece que la pregunta ha sido bastante tonta, ¿verdad? -me disculpé ante él.
 
– No.
 
No supe, en un principio si me estaba diciendo que la pregunta no era, en realidad, tan tonta o que simplemente no deseaba hablar conmigo; así que guardé silencio y me dispuse a salir otra vez del interior del espejo, más una fuerza superior me dejó quieto. Entonces es cuando habló por largo tiempo.
 
– Yo soy el que tú eres. No soy el que ellos creen que eres. No soy tampoco el que tú crees que eres. Yo soy, simplemente, el que tú eres. Deja de sentirte extraño en el universo. Yo soy ese mismo universo que tú has creado para ti y tus personas queridas. ¿Me comprendes ahora? ¿Sabes ahora por qué, aunque vestimos diferentes, sólo somos el mismo? Alguna vez te preguntarán también a ti quién eres. ¿Qué les contestarás entonces? -y se me quedó mirando interrogativamente.
 
– Quizás les conteste que soy el que ven en el espejo...
 
– Exacto. Siempre contesta a cada pregunta sobre tu persona que miren al espejo de la Estación. No importa la Estación que sea. Lo que importa es que haya un espejo, cualquier espejo, en la Estación. Y cuando quieran saber quién eres mirarán al espejo. Muchos quizás no vean más que a sí mismos pero otros verán que ellos son también como tú. ¿Me has comprendido bien?
 
– Te he comprendido bastante...
 
– Eso es suficiente.
 
Entonces salí del espejo y me encontré toda la cafetería (antes vacía salvo mi presencia en ella) abarrotada de un gentío que voceaba de un lado para otro como buscándose sus identidades. Todos llevaban algún espejo en sus equipajes. Quise hacerles comprender que no gritaran tanto y que, silenciosamente, se mirasen en esos espejos. Pero no me pudieron comprender a pesar de mis esfuerzos por hacerme oir en medio de todo aquel griterío. Sólo una niña de muy corta edad (siete años solamente) que llevaba a su hermano pequeño (cinco años nada más) acertó a escucharme y me preguntó.
 
– ¿Quién eres?.
 
Aquello me llenó de una extraña felicidad. Aquel niño de tan sólo cinco años de edad que iba de la mano de su hermana era mi propio yo y me sonreía. Entonces me acerqué a él, le acaricié su pelo rubio-castaño y le dice solamente.
 
– ¿Me has podido comprender?.
 
Ël sólo asintió con la cabeza y en el silencio de sus palabras enocontré una respuesta muy valiosa para mí. Iba a caminar siempre a mi lado para que cuando yo quisiera saber quién era sólo tuviese que mirarle a él y ver su sonrisa. La niña de los siete años de edad le soltó y él vino a mi lado.
 
– Quiero viajar contigo siempre.
 
Volví a recordar al Desconocido y comprendí que él y aquel niño de pelo rubio-castaño eran mis propias coordenadas. Y entonces comencé a pensar si es que el tiempo pasado, presente y futuro pueden o no pueden viajar juntos al mismo tiempo.
 
– Sí -me contestó el niño de los cinco años de edad como habiendo entendido lo que yo pensaba.
 
– Entoces, adelante, vamos al Espejo.
 
Me introduje, con el niño cogido a mi mano izquierda, en el Espejo del Desconocido y aprendí a conocer mis tres dimensiones propias. ¡Era verdad! Puede que fuese un Desconocido nada más, pero lo importante es que ya siempre viajaría con mi pasado, mi presente y mi futuro dentro de un solo equipaje.
 
Salí del espejo y empecé a caminar por el andén. El tren estaba a punto de partir hacia alguna frontera cuando subí a él. ¿Qué pasaría cuando llegase a aquella frontera? Entré al lavabo de caballeros para mirar en el espejo. Allí estábamos los tres juntos de nuevo. Efectivamente, no había por qué tener miedo al tiempo. Así fue como me quité el reloj de pulsera, me lavé bien las manos y el rostro, y dejé el reloj para quien de verdad lo necesitase. Al fin y al cabo, cuando se vive con el pasado, el presente y el futuro al mismo tiempo dentro de la mochila de viaje, no hay ninguna necesidad de saber la hora. En esa clase de viaje las horas son las ciudades, los pueblos, las aldeas, los valles, las montañas, los ríos, las playas, los volcanes… todo… absolutamente todo…
 
- ¡Simplemente precioso! ¡Genial, extranjero, genial!
 
- ¿Has aprendido ya lo que ha pasado esta noche en el Bar Izba?
 
- ¿Dios Padre, Dios Hijo Nuestro Señor Jesucristo y Dios Espíritu Santo?
 
- ¡Exacto, Dascha! ¡Lo has aprendido!
 
- ¿Qué opinas del mundo, Julián?
 
- En medio mundo se vive la verdad mientras que en el otro medio mundo se vive la mentira. Yo prefiero vivir en el medio mundo de la verdad aunque, para ello, tenga que ser pobre; porque de nada me vale y de nada me sirve vivir en el medio mundo de la mentira.
 
- ¿Y no existe el término medio?
 
- Te intentarán engañar hablándote de que todo es relativo. Ni les mires tan siquiera a la cara porque, en verdad, son mentirosos y te quieren atrapar en sus redes como hacen las arañas con sus pobres víctimas. Si preguntas a tu conciencia antes de actuar comprobarás que tu conciencia te responde siempre que no existe el término medio cuando se trata de vivir la verdad o se trata de vivir la mentira. ¿Crees que esto es verdadero o crees que esto es falso?
 
- Creo que esto es verdadero.
 
- Pues has acertado... así que vamos a levantarnos que ya hay que trabajar porque está clareando el día...
 
Un rayo de luz alumbró el granero. Se arreglaron lo mejor que pudieron y bajaron a la cocina pasando antes cerca de la chimenea donde el anciano centenario todavía dormía profundamente.
 
- No le despiertes, Julián.
 
- No. Se merece soñar todo lo que en su vida quizás no pudo hacerlo.
 
- ¿Qué sueños tendrá un anciano de cien años de edad? 
 
- Después de vivir tantísimos años esclavizado por los comunistas quizás cuando llegó la democracia a Rusia pudo haber tenido ocasión de ver "El sueño eterno".
 
- ¿Te refieres a la película escrita por William Faulkner, Leigh Brackett y Jules Furthman?
 
- Eso es, Dascha. Me refiero a ese sueño eterno del que participaron Humphrey Bogart y Lauren Bacall que ya no están con nosotros. Tal vez este anciano Vladimir Putín, tan solitario siempre por culpa del marxismo y tan amordazado siempre por culpa del comunismo, cuando vio la belleza de Lauren empezó a soñar que la besaba siendo Humphrey.
 
- ¿Tú admiraste alguna vez a Bogart?
 
- ¡Jajajajaja! ¡Lo recuerdo, Dascha, lo recuerdo!
 
- ¿Y puedes contármelo mientras te preparo los cafés con leche y los huevos?
 
- Puedo contarlo y lo cuento. Último día de noviembre. Abro la ventana porque aquí está alta la temperatura. Abro la ventana para sentir un poco cómo la madeja del sueño desenrrolla su inveterada costumbre de posar semillas de algodón en el alféizar. Abro la ventana y entra él, con su inefable don de romántico endurecido (ojos caídos y tristes, voz fuerte y gangosa, tormento vital en su rostro y mirada cínica) mientras del sombrero le cuelga un ala negra hacia el misterio de una frente alzada y una cara que mira al suelo mientras enciende un cigarrillo y me saluda. 
 
– Si me necesitas silba…
 
Comienzo a leer los textos de esta casa blanca donde relampaguea la frase del regreso. Saludo a cuantos han sido capaces de expresar su verdad con palabras… mientras la Bacall espera a su Bogart con la cabellera en cascada sobre los hombros. Se escucha un silbido. No he sido yo. Ha sido la vieja cafetera de la abuelita Ena. Entonces entro en el salón y veo a Humphrey (dueño de un bar, amigo de un boxeador con su cicatriz visible y detective chandleriano) sentado mientras fuma.
 
– ¿Me necesitas?.
 
– Sólo tomemos café.
 
Lo tomamos. Me levanto, salgo a la ventana, y empiezo a reflexionar que aquí sigo, en este extraño mundo desconocido, en el que, seguramente, existimos solos. Bogart quiere romper el silencio.
 
– Ssshhh…
 
Y en medio del silencio él se levanta, sale por la ventana y da un beso a su flaca mientras de soslayo, con la negra sombra de su sombrero cubriéndole los ojos, envía un displicente gesto puede ser el comienzo de una hermosa amistad. Siento los brazos de la mujer más bella del mundo y sus besos me saben a licor…
 
– ¡Aquí huele a tabaco marroquí! 
 
– Te prometo que no he sido yo, sino alguien que vino de Casablanca.
 
– ¿Quién ha sido ese atrevido?
 
-  Posiblemente mi hermano mayor que, desde muy pequeño, siempre me decía que quería ser como Rick Blain o como Marlowe.
 
30 de noviembre de 2005. Aquí hace mucho calor y las muchachas pasean con puperas. Por una paradoja me siento y comienzo a leer El viaje de Humphrey Clinker, la obra maestra de Tobías Smollet, que es la vida de un hombre que vaga a través de un mundo caricaturesco, de intenso film negro, llenos de contrastes de emotivas pasiones matizadas con un deje de amargura que se atenúan con la ternura emocional de una humanidad porfiada. Algo así como un Humphrey Bogard sentado en el salón como testamento de un océano de benignidades. 
 
- ¡Atiza! ¡Contigo la aventura nunca acaba jamás!
 
- Posiblemente la aventura más completa es resumir en un párrafo la expresión de un sentimiento que vivimos como apretados al calor de lo que añoramos. Una síntesis concreta llena de matices del ánimo. Buena manera de expresar una situación. Echar de menos lo familiar es expresar la belleza de nuestras queridas compañías con lo amado.
 
- ¿Quieres que cocine lonchas de tocino para acompañar a los huevos?
 
- Magnífica idea, Dascha.
 
- Si me viese Varvara Petrovna cocinando para un hombre se moría inmediatamente del disgusto.
 
- ¿Y no será que ya está muerta?
 
- ¿Ha muerto Varvara Petrovna?
 
- Para ti y para mí está muerta desde que le afirmé que te había rescatado de sus garras. En ese momento dejó de vivir en nuestro medio mundo de la verdad y vive en el otro medio mundo de la mentira al que ni tú ni yo pertenecemos. Eso quiere decir que está muerta por mucho que diga que está viviendo. No es un simple juego de palabras, Sacha. Es una realidad tan tangible como que tú naciste para un solo hombre y no para una mujer tras otra.
 
- Me alegro de que seas mi salvador. 
 
Terminada ya la labor de la cocina ambos se sentaron en pequeños taburetes para no ir al comedor y no despertar a Valdimir Putín. Mientras desayunaban Julián Forero recitó lo que Dascha Stáchova estaba deseando conocer.
 
-  Otra vez el retorno ya soñado; otra vez lo soñado por soñar; otra vez el soñar tan recordado; otra vez los recordado para olvidar. Otra vez el olvido de lo caminado; otra vez la caminado para amar: otra vez el amar encadenado; otra vez lo encadenado por saltar. Otra vez el saltar ya liberado; otra vez lo liberado para juzgar; otra vez el juzgar indeseado; otra vez lo indeseado por salvar. Otra vez el salvar del condenado; otra vez el condenado para llegar; otra vez el llegar como terminado; otra vez lo terminado en su lugar. Otra vez su lugar junto a tu lado; otra vez a tu lado para cantar; otra vez el cantar siempre ansiado; otra vez lo ansiado para eternizar. Otra vez eternizar lo ya hablado; otra vez lo hablado por despertar; otra vez depertar en tu estado; otra vez tu estado para ganar. Otra vez ganar lo ya pasado; otra vez el pasado junto al mar; otra vez mar a sabor salado; otra vez lo salado de tu manjar. Otra vez de tu manjar alimentado; otra vez alimentado sin llorar; otra vez llorar de enamorado, otra vez enamorado sin parar.
 
Dascha no pudo evitarlo aunque se resistía a hacerlo. Pero no pudo evitarlo del todo y volvió a besar en la boca al hispanoecuatoriano que había llegado de América.
 
- Trabajemos, Dascha.
 
Fue un trabajo todavía más duro que el de los dos días anteriores pero fue una vivencia creativa. Sólo se vieron para comer bajo la atenta mirada de Vladimir Putín; el anciano que, de pronto, sintió deseos de comunicarse con la juventud.
 
- Esta mañana me ha tocado despertarme como solitario. Os habiais ido a trabajar y me encontré completamente solo. Pero me sirvió para reflexionar. ¿Os gustaría saber qué he estado meditando mientras desayunaba solamente con la compañía de "Capón" y "Raspas" pero con la ausencia de los seres humanos?
 
- Hágalo, señor Putín.
 
- Gracias, señor Forero. He estado pensando que un amanecer es ese tiempo que Dios nos regala para sacarnos de un espacio de la nada donde sólo existen horas vacías que no se nos quedan en la memoria porque es como si las hubiémos “no vivido” para hacernos introducir en un espacio de todo dónde se desarrollan nuestras experiencias vivenciale. Un amanecer es un despertar y un despertar es empezar a tener consciencia de lo que nos queda por vivir durante el día. El día se compone de experiencias nuevas que debemos de tener deseos de experimentarlas para llenarlas de vivencias que pueden ser positivas o pueden ser negativas según sea nuestra manera y modo de vivirlas. Entramos por tanto en la dialéctica de ¿qué es la existencia humana? Lo principal de todo es despertar si Dios nos da la oportundiad de hacerlo y, una vez despierto, comenzar a caminar, sin quedarse estancado ni anclado en el tiempo, para seguir viviendo las experiencias del camino. Si el vivir es un andar por el tiempo es necesario que Dios nos ofrezca el amanecer, que siempre es un despertar, para llenar esa nada que hemos superado y comenzar a llenar el día de todo lo que vemos, oimos, sentimos… en cada fragmento del día. Porque cada día tiene su afán y cada afán es una experiencia nueva. 
 
- Hablando de una experiencia nueva, Dascha y yo tenemos ya que volver al trabajo pero he pensado que, para que no esté usted tanto tiempo solo, ella se queda haciéndole toda la tarde compañá mientras trabajo yo solo por los dos.
 
- ¿De verdad me regalas esa oportunidad?
 
- Yo sí... pero es Dascha la que decide...
 
- Si es importante quedarme esta tarde haciéndole compañía estoy de acuerdo. Pero sólo si es importante de verdad.
 
- Es importante.
 
- Bien, Julián... trabaja esta tarde por los dos y nos vemos en la noche junto a la chimenea...
 
Así fue cómo Julián Forero actuaba cuando notaba el vacío interior de los seres humanos. Y no se equivocaba.
 
- Dascha... siento un vacío profundo...
 
- ¿Y cree usted que hablando conmigo puede superarlo?
 
- Hace dos años que murió Anastasia y no puedo desalojarla de mi mente...
 
- Cuénteme qué clase de vacío es ese...
 
- No pienses que por eso estoy derrotado.  Es peor el terror a la Nada que el terror al vacío; porque el vacío puede alguna que otra vez llenarse ya que tiene dimensión; pero la Nada no tiene ninguna dimensión y no se puede llenar jamás. Esa es la cuestión entre creer o no creer. Tu vida junto al español me srive para reflexionar que sigo siendo creyente.
 
-  Hay tiempos duros en nuestras existencias pero también hay suficiente recarga anímica para ir llenando nuestras bolsas vacías con el aire fresco de un futuro esperanzador.
 
- Con esa sensación de suavidad que plasmas en tus besos es sigilosamente tierno sentirse envuelto en la calidez de tus expresiones. Hay formas de expresar que sobrepasan las lindes del silencio y llegan al alma. Tu suave aire escapando del frío para convertirse en cálido cariño es una de ellas.  
 
- A esto lo llama él ligar. ¿Está usted ligando conmigo?
 
- ¡Jajajajaja! ¿Puedes explicarme qué quieres decir?
 
- Voy a ser un poco extensa mas espero que su memoria lo retenga o por lo menos se dé cuenta de lo que quiero expresar porque hablo en el nombre de todas las mujeres femeninas ya liberadas. La asimetría de las palabras tiene estas curiosas hipérboles. Cuando pensamos decir “te quiero” sólo se nos ocurre decir “adiós”. Los amores pasan por nuestro lado opuesto. Miramos a la derecha para decir “me gustas” y, repentinamente, miramos a la izquierda con un “hasta mañana”. Nos sentenciamos a nosotras mismas. Es como si estuviéramos un poco incivilizadas a la hora de transmitir el verdadero mensaje. Quizás los canales de transmisión de nuestros sentimientos hacen que las anedralinas tranformen, momentáneamente, nuestro ácido desoxirribonucleico y la palabra Amor se nos convierte en Roma por esa asimetría de las palabras que hacen que nuestros pensamientos, al verle, nos confunda de diccionario; algo así como querer buscar la palabra “atracción” y escribir la palabra “distracción”. Es la inevitable asimetría de los enamorados. Cupido es ciego pero no tonto. A lo mejor es que haciendo el tonto podemos superar estos despistes monumentales que, cuando le miramos a los ojos, nos hace pensar en los hijos. La asimetría de las palabras de los enamorados busca a San Valentín y nos acordamos de todo el resto del santoral varonil menos de él. O también es posible que estemos tan entretenidas en solucionar un crucigrama que se nos cruza por delante una especie de espejismo mirándose al espejo. Le vemos. Nos dan ganas de decirle “me gustas” y nos llevamos un gran disgusto porque no sabemos qué palabra poner para rellenar este crucigrama amoroso en que Adán nos introdujo sin saber ni cómo ni cuándo. ¿Cómo? ¿Cuándo?. Son dos palabras asimétricas que no sabemos decodificar. Y entonces nos levantamos de la silla, nos metemos las manos en los bolsillos y resulta que la moneda del amor nos ha dado la cara. Pero nosotras nos equivocamos de bar y estamos donde están las que no deberían estar. Es otra asimetría nada más. Y al final nos queda el Sueño como único dueño de nuestra Fantasía. Se hace de día. Despertamos. Posiblemente la asimetría de las palabras, hoy, ahora, una vez más, nos haga decir “¿qué hora llevas?” sin darnos cuenta de que él es el verdadero reloj de nuestras existencias. ¡Somos las despistadas de la Literatura! Ligar, lo que se dice ligar, no sé yo cuántas veces hemos ligado ya o hemos ligado pero sin habernos dado cuenta de ello. De lo que estoy seguro es que sabemos mucho más que los de Ciencias Exactas de la Liga de Esmalcalda. ¡Y cuántas ganas tienen ellos de ligar con Esmalcalda sin darse cuenta de que no es una mujer! Nosotras no. Nosotras somos despistadas pero sabemos, al menos, que la Liga de Esmalcalda fue aquella coalición de príncipes y ciudadanos alemanes contra la autoridad del emperador Carlos V. ¿Seremos princesas encantadas y por eso la asimetría de las palabras nos hace levantar la vista y verle allí sonriendo mientras le decimos “¿quieres un té de verdad?” cuando querìamos haberle dicho. “de verdad que te quiero”. ¿Ver para creer?. No es necesario. En el espejo estamos juntos sin darnos cuenta y pedimos la cuenta, le invitamos a dar una vuelta a la página del libro cuando lo que queríamos era invitarle a dar una vuelta por la Feria del Libro. ¡Y es que este mundo de las asimetrías de las palabras nos hace, sin querer, que lo mejor es saber guardar silencio! Ya se ocupará el Señor Tiempo de decirnos la hora, el minuto y el segundo exacto en que Cupido clavó nuestra flecha en su corazón. No tenemos remedio. Seguiremos siendo siempre las despistadas de la Literatura. 
 
- Me acabo de portar como un verdadero viejo egoísta. Ve con él, por favor, y perdona que no me haya dado cuenta.
 
- Hasta la noche, don Vladimir. Hasta la noche.
 
Dascha Stáchova encontró a Julián Forero en la tarea de escardar arrancando malas hierbas.
 
- ¡Hola, español!
 
- ¿Pero no habíamos quedado en que te quedarías con él mientras yo trabajo por los dos?
 
- Era mejor no alimentarle de sueños que ya no puede alcanzar.
 
- Está bien. No me ayudes en esta labor porque se estropean las manos. Asi que siéntate en ese mojón cercano y podemos hablar mientras me dedico a quitar todo esto.
 
- ¡Las malas hierbas, español! ¡Siempre las malas hierbas teniendo que ser arrancadas desde la raíz!
 
- Llamo vivencialismo a esa manera de ser en la que nos expresamos con todos y cada uno de nuestros sentidos. Vivencialismo porque es todo aquello que podemos absorber para sentirnos tan profundos que ya no necesitemos más que dejarnos llevar por la existencia sin la pertinaz preocupación de tener que interpretarnos excesivamente. Ese vivencialismo será quien nos interprete el día de mañana y le dejaremos hacer sin resistirnos ni fugarnos pero sin despojarnos de nuestra esencia propia. Sus raíces no tienen un punto geográfico en particular. Vienen de la eternidad y marchan hacia la eternidad. Yo no entiendo, por eso, una raíz como un lugar impuesto por alguna condición ajena a nuestra voluntad. Nuestras verdaderas raíces no son únicas sino plurales y allí donde radiquen nuestras expresiones nos convertimos en seres multiplicadores en vez de simplificadores. Con el descubrimiento de saber quiénes somos por dentro podemos saber quiénes somos por fuera e incluso lo que de nuestro interior puede penetrar en el interior de otros seres humanos; allí donde somos circunstancia vista por los demás sin ninguna otra connotación externa. Si conseguimos lograr hallarnos en la integridad de la parte de eternidad a la que pertenecemos habremos conseguido pertenecernos a nosotros mismos y pertenecer a los demás. Eso es lo que debemos demostrarnos, porque todos podemos y tenemos el derecho a luchar, en algún momento de nuestro periplo vital, por intentar descubrirnos, aunque sólo sea por un escaso segundo de lucidez, en nuestra existencia. Ese escaso y lúcido segundo en que nos damos cuenta de que somos inmutables y que tenemos algo que decir al comprometernos con la accidón de aceptar o rechazar tal premisa. Esa es nuestra libre elección particular. Quizás en algún momento de la vida podremos dudar… en muchos momentos de la vida incluso podremos dudar… pero llega un momento en que nos iniciamos en nuestra verdadera interpretación. Quizás no logremos hallar todo su significado pero en algún momento nos iniciamos en el esfuerzo por conseguirlo. Después de todo, lo que hay más allá de nosotros mismos sea seguramente una realidad que interpretamos hoy de forma muy distinta a lo conocido ayer. No sé el momento en que tengamos que interpretarnos definitivamente pero si sé que todos estaremos presentes cuando eso ocurra. Unos antes. Otros después. Pero todos tendremos que vivirnos con total sinceridad. Y en ese momento, cuando nos penetremos hacia el interior, no habrá posibilidad de equivocarnos. Puede ser que los demás lo admitan o lo rechacen pero en lo referente a ese sentido si lo logramos habremos por fin cambiado el mundo. 
 
- ¿Te refieres al mundo al que pertenecemos?
 
- Eso es Dascha. Me refiero al mundo al que pertenecemos. El otro mundo no me interesa para nada y para mí me es indiferente porque no soy Dios.
 
- ¿Y qué me dices del qué dirán?
 
- ¿Por vernos juntos?
 
- Sí. Por vernos juntos.
 
- No me interesa nada en absoluto por el qué dirán si nos ven juntos o nos ven separados. ¿Sabes por qué? Te lo voy a ecplicar en pocas palabras porque haciento viento y va a llover. La soledad es como una enamorada que nos refugia de los contratiempos… de esos desamores que a veces nos hicieron llorar… pero siempre sabemos más cosas de las que pensamos, porque sabemos cosas que sentimos. Seguridad y espiritualidad. Dos conceptos realmente yuxtapuestos en quienes tenemos Fe. Nos dirán muchas veces románticos, soñadores y locos pero, si te das cuenta, son tres definiciones tan espirituales y tan evolucionadas en el mundo actual que sólo nos queda sonreír, darles las gracias y seguir romantizando, soñando y enloqueciendo nuestras existencia. 
 
- ¡Jajajajaja! ¡Qué manera más rotunda de decir que te importa menos que un comino el qué dirán de quienes murmuran!
 
- ¡Jajajajaja! ¡Tú lo has dicho! ¡Y ahora vamos rápido hasta la caseta de los aperos porque está comenzando a caer una verdadera tormenta!
 
Los dos dentro de la casamata de los aperos de labranza estaban como buscando un sentido a todo aquello.
 
- ¿Buscamos algo de verdad, Julián?
 
- Felicidad empieza por fe y termina por dad. Es lícito ser parte del Dios de uno mismo a través de la creación del arte. La creación está en ti y en tí está tu Dios llámese como se llame. Yo te comprendo en ese descubrimiento. Es algo que noto todos los días. Felicidad empìeza por fe en uno mismo y en muchas otras cosas internas y externas que creamos con la expresión dad a los demás esa cuota de existencia que llevas en tu interior. 
 
De repente Dascha Stáchova se sintió profundamente inspirada. 
 
- Culminando esa cúspide de la que nadie sabe nada excepto que existe en nuestra memoria, hoy hay ondas de nacimientos encendidos recientemente anidados en este espesor caliente. ¿Son ángeles los pájaros de la tarde que aquí moran con sus juegos evolutivos? ¿Buscan un sueño dentro de otro sueño más oculto?. El corazón de la sombra donde me cobijo palpita reportando su luz hacia el horizonte y en lo intangible del aire renueva sus alas. ¿Son ángeles los pájaros de la tarde que aquí habitan con sus vuelos troquelados? ¿Sueñan una luz dentro de otra más infinita?. El clamor de la cúspide alumbra bajo el sueño dorado y la luz del crepúsculo y yo todavía pronuncio su búsqueda.
 
- Escucha el silencio de la lluvia...
 
- Pero si la lluvia nunca tiene silencio...
 
- Te equivocas Dascha. Todo, en este mundo, tiene su propio silencio, el que determina la verdadera propiedad de cada cosa, de cada acto, de cada pensamiento… Desde el más absoluto de los vacíos hasta la música más alegre. Todo tiene su silencio. Hay silencio en los campos, hay silencio en las playas, hay silencio en los valles, en los vuelos de las alondras, en las ciudades. Hay silencio en las palabras, en las verdades, en las mentiras, en los bailes… El silencio está siempre presente en todas las cosas que hacemos o que pensamos hacer; en todas las cosas que hicimos, en todas las cosas que hacemos y en todas las cosas de un día dejamos sin hacer. Hay silencio en una conversación, en un discurso, en un coloquio, en un comentario, en un monólogo… y hay silencio también en los ojos, en la boca, en los labios, en una tormenta o en las pacíficas horas del bienestar. Hay silencio en los amores, en los desamores, en las manos que se enlazan, en las manos que se olvidan… hay silencio en los pasos que damos a veces demasiado lentos y a veces demasiado rápidos… Silencio hay en todas las medidas. Los pobres viven del silencio, los ricos se rodean de silencio y en las clases medias el silencio es lo más relevante. El silencio no conoce de clases, de etnias ni de religiones; él no sabe de ideas ni de ideologías, porque simplemente es una perenne presencia. Y es entonces, cuando somos capaces de comprender la presencia del silencio cuando entendemos que, junto a todo lo que vemos, oimos y sentimos, hay un silencio que acompaña, que define, que argumenta… Y entonces es cuando podemos darnos cuenta de que al captar ese silencio en verdad encontramos la divina concepción de nuestras existencias y las existencias de todas las cosas. 
 
- ¡Genial! ¡Otra vez genial, español! ¿Podrías resumirlo todo eso en una sola. simple y sencilla frase para que no la olvide jamás?
 
- Es en el silencio de todas las cosas donde encontramos siempre el lenguaje exacto de todas las verdades.
 
Y entonces, en el silencio profundo de sus dos corazones, mientras la lluvia caía en tromba sobre la tierra, se abrazaron como dos imanes y se besaron sin compasión alguna. Era el silencio rompiendo toda clase de fronteras.  
 
FIN DEL CAPÍTULO XIII
 
 
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Foto del autor Jos Orero De Julin
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Novela.

Palabras Clave: Literatura Prosa Novela Narrativa.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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