La llamada continua (Novela) -Captulo 20-
Publicado en Jul 14, 2017
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- ¡Atención pasajeros y pasajeras con destino a París! ¡Les habla el comandante Fausto Montenegro Villacreses! ¡La temperatua en la ciudad de nuestro destino es de 20 grados centígrados! ¡Los pasajero que tengan que hacer trasbordo hacia Madrid hagan el favor de no abandonar el Aeropuerto de Orly y seguir las instrucciones que les darán las azafatas! ¡Dentro de unos minutos les serviremos la cena! ¡Abróchense los cinturones de seguridad y no se los quiten salvo para ir a los aseos! ¡Les deseo un buen viaje y que en otra próxima ocasión nos veamos de nuevo!
 
- ¡Qué amable es el comandante, Julián!
 
- Sí. Quizás llegue a ser hasta generalísimo. 
 
Julián Forero, sentado a la derecha de Dascha Stéchova, sonreía. 
 
- Tienes las sonrisas de un niño pero las palabras de un hombre.
 
- ¿Puedo saber cómo lo has adivinado?
 
- Sólo es cuestión de entrar en tus sentimientos.
 
- ¿Y no sabes que eso puede ser muy peligroso?
 
- Peor que acabar en la cárcel no puede ser...
 
- ¡Jajajajaja! ¿Qué te hace pensar en la cárcel?
 
- Todo el mundo no es igual que tú.
 
- ¿Y eso es tan grave como para terminar en una celda?
 
- En una celda o, tal vez, en la habitación de un manicomio.
 
- De locuras también se puede vivir.
 
- ¿Quieres que empiece a cantar?
 
- Pero muy bajito... porque ya hay algunos que están durmiendo...  
 
Y Dascha Stéchova no lo pensó dos veces y cantó pegada al oído izquierdo de Julián Forero que le había cedido el asiento de la ventanilla.
 
- Marinela, Marinela, con su triste cantinela se consuela de un olvido maldecido Mari, Marinela. .. Campesina, campesina, como errante golondrina cantarina, vas en busca del amor. Pobre golondrina que al azar camina tras un sueño engañador. El aire murmura en mi oído dulces cantares que en nuestros labios ha sorprendido en noches lejanas de amor. Cantares de tiempos mejores, cantares risueños que huelen a flores y alientan ensueños de amores. Marinela, con su cantinela busca olvido a su dolor; pobre Marinela. Ese bien que anhela no la da ese amor. 
 
- ¿Estás viendo esas nubes, Dascha?
 
- Sí. Estamos por encima de ellas.
 
- En las nubes se ocultan siempre los olvidos; por siempre que las traspasamos entramos en otra dimensión. Pero quiero animarte a que es mejor no cantar canciones de penas. Los olvidos siempre desaparecen en el mundo de lo etéreo.
 
- ¿A qué olvidos te refieres, Julián?
 
- A esos que en el pasado no fueron nada más que fantasmas.
 
- ¡Jajajajaja! ¿Te acuerdas de alguno tal vez?
 
- Tengo que recordar a tantos que no tengo tiempo de recordar a ninguno.
 
- ¿No sientes soledad?
 
- No. Nunca he tenido soledades. Yo siempre las he olvidado en el mundo de mis universos.  
 
- ¿Por eso admiras a Antonio Machado?
 
- Sí. Por eso admiro a Antonio Machado pero, en contra de lo que predicó él, yo voy diciendo a quienes me escuchan que sí hay caminos.  
 
- ¡Jajajajaja! ¿Cuántas mujeres se han enamorado de ti?
 
- No he tenido tiempo de contarlas pero me declaro inocente de todos los cargos y además sin nocturnidad, sin premeditación y sin alevosía.
 
- Supongo que algunas se enamoraron del todo.
 
- Jamás di mi permiso a niguna de ellas para que lo hiciera. No soy gavilán sino gorrión.
 
- Yo tampoco soy culpable de los hombres que perdieron sus cabezas por mi culpa. De todos los hombres que se han enamorado de mí no me queda más que el consuelo de que no fui yo quien les propuso que lo hicieran. Tampoco les di mi permiso.
 
- ¡Este mundo está lleno de incrédulos!
 
- ¿Porque no piensan como nosotros?
 
- Exacto. La incredulidad es parte de la ignorancia, la ignorancia es parte de la culpabilidad y la culpabiidad es parte del pecado. ¿Me entiendes?
 
- Del todo. Te entiendo del todo.
 
- Es por eso por lo que a veces me convierto en cuentacuentos.
 
- ¿Serás capaz ahora mismo de contarme uno de ellos.
 
- Aprovechemos antes de que nos traigan la cena.
 
- Adelante.
 
Y Julián Forero volvió a ser tan sincero como siempre...
 
- Érase una vez…
Así comenzaba siempre sus cuentos el joven Miguel en el paseo, junto a la estatua del ángel caído, muy cerca de los vendedores de globos y caramelos, los tragafuegos y los artistas del guiñol…
En un lugar de Galicia, entre sierras y praderas, nació Miguel de la Vega y Conso, criado siempre bajo los cuidades de Menchu, la abuelita que lo arrimaba al calor del fogón mientras ella asaba castañas y le contaba viejas leyendas de trasgos, meigas, santas compañas e historias de amores narrados en los jueves de comadres. Y así se hizo joven soñador y comenzó a ir a las aldeas cercanas, cantautor de gaita y tamboril, inventando sus propios cuentos mágicos.
Miguel se iba a inspirar, con su gaita y tamboril siempre al hombro, a las cimas del Manzaneda, del Eje y de la Calva. Y siempre volvía a su pueblo con los ojos cada vez más azules, más azules, hasta que se le convirtieron en dos lagunas celestes.
Una noche, en lo alto de un monte, le sorprendió una fuerte tormenta y se refugió en una desconocida cueva donde durmió y soñó hasta que, llegada el alba y conmovido por una extraña sensación, salió de la oscuridad. La lluvia había cesado y una gran nube azul cubría todo el ambiente. Se envolvió en ella. Fue cuando decidió emigrar a la Gran Ciudad.
Miguel de la Vega y Conso llegó a la pensión de La Vianesa siguiendo los sueños azules de su azul pensamiento y allí conoció a su bella paisana Rosalía. El amor prendió rápidamente en el corazón de los dos jóvenes y Miguel sintió entonces enormes deseos de narrar cuentos a las gentes de la ciudad. De esta manera fue cómo se instaló por las tardes en el paseo del Buen Retiro y comenzó a contar el largo relato del Caballero Azul y la Linda Bellaflor. Se había transformado en Macías el Enamorado, juglar de canciones medievales.
Tarde tras tarde, Miguel iba enlazando los cuentos de aquel Caballero Azul que, debido a las envidias de la Meiga Xoxana, habíase convertido en Lobo de Mar que sólo al anochecer recuperaba su forma humana cuando, ansioso por encontrarse con su amada la Linda Bellaflor, nunca la encontraba ya que ésta estaba, siempre a esa hora, durmiendo en su hogar y soñando con él.
Poco a poco el público que seguía los relatos de Miguel fue aumentando en número. Se hizo popular el ir a escucharle y todas las tardes había un momento en que aparecía Rosalía, la real y verdadera Bellaflor de Miguel, entre aquel ya extenso público. Siempre el Contacuentos Miguel le regalaba a su amada una bella flor de color azul.
Pero una tarde, entre el numeroso gentío que escuchaba a Miguel, apareció un elegante y adinerado señor de las altas finanzas que deslumbró a la todavía muy joven Rosalía. Muchas cosas lujosas debió ofrecerle el financiero a la joven porque Miguel pudo observar cómo la tomaba del brazo y, cual objeto de gran valía, se la llevó envuelta en promesas doradas. Los ojos del Cantautor se llenaron de lágrimas pero no dijo nada. Rosalía no volvió ninguna tarde más a la plazoleta del ángel caído.
Sin embargo Miguel continuó narrando los cuentos del Caballero Azul y la Linda Bellaflor, esperando que algún día volviese su bella Rosalía… hasta que, cansado ya de tanta espera, una tarde toda la muchedumbre que le escuchaba observó cómo bajaba una nube muy azul y le envolvía. El Cantautor desapareció con la nube.
Érase una vez…
Así comenzaba siempre sus cuentos el joven Miguel en el paseo, junto a la estatua del ángel caído, muy cerca de los vendedores de globos y caramelos, los tragafuegos y los artistas del guiñol.
Y así comienzan ahora, todas las tardes, los cuentos de una bella dama vestida de negro que relata las aventuras del Caballero Azul y la Linda Bellaflor mientras busca, ansiosamente con la mirada, entre el enorme gentío que la rodea, a su soñado Contacuentos… 
 
- ¿Has tenido el valor de experimentarlo.
 
- El valor suficiente para haberlo sentido tan dentro de mi alma que no lo he repetido jamás.
 
- ¿Y lo superas todo riendo?
 
- Lo supero todo riendo. Es la mejor manera de olvidar hasta que el olvido se nos hace total ausencia y seguimos riendo.
 
- ¿A quién te estás refiriendo?
 
- A muchos que estuvieron junto a mí. ¿Tú también crees, como todos ellos, que miento?
 
- Yo creo que eres tan verdadero que no mientes jamás.
 
- Pues dicen de mí que he perdido la razón.
 
- ¿Jugamos a las preguntas y respuestas para ver si eso es cierto o es falso?
 
- Pero sólo se pueden hacer tres praguntas nada más.
 
- De acuerdo. Pero sólo se puede contestar con total sinceridad.
 
- Empieza tú, Dascha.
 
- ¿Estás enamorado de verdad?
 
- Sí.
 
- ¿Te vas a casar por lo civil y por la iglesia?
 
- Sí. 
 
- ¿Quieres tener tus propios hijo y no lo de otros ajenos a tí?
 
- Sí.
 
- Te toca preguntar ahora a ti.
 
- Prefiero no saberlo.
 
- ¡Jajajajaja! ¡Qué bueno!
 
- ¿Te parece interesante este juego?
 
- Han sido las tres mejores respuestas que he escuchado en mi vida.
 
- ¡Jajajajaja! ¡Ya sé por qué lo dices!
 
- ¿Así que tú eres de esos de "cada ovejo con su oveja"?
 
- Sí. Y no me confieso porque no es pecado. 
 
- ¡Jajajajaja! No eres tonto, Julián.
 
- Lo sé desde que nací pero no se lo digo a nadie.
 
- Algunos dicen que te crees un sabio.
 
- No me lo creo.
 
- Porque es verdad.
 
- Puede que sea verdad pero hay una duda razonable.
 
- ¿Cuál?
 
- La de los que se creen que son dioses.
 
- ¡Jajajajaja! ¡Ya tengo suficientes datos!
 
- ¿Cuándo seas mayor quieres ser como yo?
 
- ¡Jajajajaja! ¡Claro que sí porque es como vivir una película guay!
 
- Te recomiendo que, si la quieres vivir de esa manera, que sea en technicolor porque es más divertida.
 
- ¿Lo dices en serio, jefe?
 
- No te confundas, Dascha. Los líderes con carisma nunca desean ser jefes y siempre renuncian a ser jefes cuando les ofrecen ser jefes. Nunca fue el vil dinero para mí un caballero porque es mucho mejor el amor. ¿Distingues la diferencia?
 
- Sí. Está muy claro. Prefieres solamente a la chica del amor noble antes que a las mujeres de los amores libres. O sea, que una sola para la Eternidad y sin engaño alguno.
 
- Ya tienes mi ficha completa.
 
- ¿De dónde has salido tú?
 
- Digamos que de una de dibujos animados.
 
- ¡Jajajajaja! ¡Mira! ¡Ya nos traen la cena!
 
- Pues cenemos a ver si crecemos.
 
- Es verdad que eres un niño; pero cuántos hombres son infelices por no ser como tú.
 
- Escucha, Dascha. No me compares jamás con nadie.
 
- ¿Es malo compararte con los demás?
 
- No. Lo malo es que los demás no te van a entender. ¿Comprendes por qué te lo aconsejo?
 
- ¿Para no perder amsitade?
 
- Exacto. Para que no pierdas amistades por querer compararme con alguno de ellos.
 
- Jamás he visto tanta amistad sin pedir nada a cambio.
 
- Pues ahora vamos a cenar... Dascha...
 
- ¿Me quieres decir algo más?
 
- No. Solamente he dicho Dascha. Lo demás añádelo tú cuando me hayas conocido bastante más de lo que me estás conociendo.
 
- Pues nunca voy a traicionarte jamás.
 
- Ni yo a ti tampoco.
 
Llegó la azafata y comenzaron a cenar mientras en la tele se emitía la película "Solo los niños van al Cielo". Cenaron mientras miraban las escenas. Después de cenar Julián Forero se entretuvo en leer crónica "Real, auténticos reyes" del Sport Express de Moscú; lo cual era sorprendente después de que los comunistas habían asesinado a todos los zares y sus familias enteras.
 
- Julián...
 
Él la miró intensamente. Ella quiso decirle algo pero contó hasta diez y no dijo nada. Sueño. Quedó sumida en un profundo sueño. Y cuando se apagaron todas las luces él seguía siendo el sonámbulo bohemio de siempre. 
 
- Mas sea verdad o sueño, obrar bien es lo que importa; si fuera verdad, por serlo; si no, por ganar amigos para cuando despertemos. 
 
El Yo pensante del escritor y periodista hispanoecuatoriano daba vueltas alrededor de la conciencia de Julián Forero.  
 
- Yo solo soy un pequeño momento. Nada más que un pequeño momento que Dios lo convierte en eterno. 
 
¿Era él quién se sentía a sí mismo? Sí. Era él sintiéndose dentro de su alma.
 
- Puedo recordar que Blancanieves son dos: Blanca y Nieves. Y se compaginan entre sí tanto que son la doble personalidad de un mismo personaje femenino. Hace falta saber qué opinan los enanos… mientras Alicia ahora calza zapatillas porque jamás quiere ser como Pippi Calzaslargas. En otras palabras, que Alicia es más feliz con sus propias aventuras. Cenicienta ya no necesita buscar más su zapato porque se puede caminar descalzos por sobre la hierba de los bosques. Y la Bella Durmiente ha despertado para darse cuenta de que el príncipe salvador es alguien más importante que un káiser vestido de guerrero militar. No es nada contra los militares sino que a la Bella Durmiente le gustan las manzanas. En fin, entrando en materia: un corazón de azúcar es más dulce que un corazón de sal y un sueño con sabor a vainilla es más rico que un sueño en el vacío de la Nada. Es que soy como soy. Estoy encantado y ya sabes que cuando uno se queda encantado es feliz.
 
En la oscuridad se veian las pequeñas luces de los focos que algunos viajeros habían encendido para leer algo porque no podían conciliar el sueño. Julián Forero sonrió mientras recordaba...
 
- Ricardo y Rosa establecieron comunicación a través del Internet. Tras un breve tiempo de enviarse mensajes por el chat decidieron conocerse…
 
– Hola Ricardo…. ¿dónde quieres que nos veamos y qué señal debo llevar para que me reconozcas?
 
– Podemos quedar mañana mismo a las 10 de la noche en la Cafeteria La Sorpresa y como te llamas Rosa sería bonito que llevases una rosa roja en la mano.
 
Esa noche Ricardo no pudo conciliar el sueño y estuvo todas las horas rogando a Dios que Rosa fuese una mujer tan bellísima que le conquistase el corazón nada más verla.

Cuando al día siguiente, a las 10 de la noche, Ricardo entró en la Cafetería La Sorpresa encontró en su interior hasta un total de 500 mujeres bellísimas y cada una llevaba una rosa roja en sus manos.
Ricardo regresó inmediatamente a su casa totalmente aturdido
 
Sintió ganas de reír pero se controló. ¿Qué estarían soñando cada una de las mujeres que había conocido en su vida? Se hizo esta pregunta intentando responderla de la mejor manera que pudo porque no sabía otra más.
 
- Ciertas mujeres son quienes hacen de la vida un éxtasis complejo… por eso conviene mil veces más una sola mujer completa que te alimenta de vida que miles de esa clase de mujeres que acomplejan el camino de los hombres...
 
¿Completo o complejo? ¿Cuál de los dos vocablos sería el mejor para definir ciertas situaciones?  Se decidió por descubrir lo complejo.
 
-  Lo complejo de ser Peter Pan o Campanita es que todo el sistema de valores de ambos personajes gira, dentro de lo mágico imposible, en una verdad que nos produce el vértigo del miedo. No crecer. ¿Es posible no crecer en este mundo actual en que, de repente, cuando vemos y comprendemos lo que nos rodea, desearíamos embarcar hacia el País de Nunca Jamás?. Lo complejo de ser Peter Pan o Campanita es que el País de Nunca Jamás dejó de existir después de los Cuentos de las Mil y Una Noches. Cuando llegó la noche mil y dos… y todos nos dimos cuenta, con horror, que habíamos crecido y que Peter Pan y Campanita ya no existían más. Lo complejo de ser Peter Pan o Campanita es que ambos dejaron su vida colgada en las utopías doceañeras… pero llegaron los trece… los catorce… y los quince… y Peter Pan y Campanita se esfumaron tras la esquina oscura de la calle del barrio. Y nos fusionamos en la pandilla de los Mosqueteros para tirar piedras a las farolas y así acabar con la luz que alumbraba a Peter Pan y Campanita. Lo complejo de ser Peter Pan o Campanita es que para recuperarlo todo debemos renunciar a todo… y ser solamente dos niños jugando al escondite en las sombras de la noche… ahora que la farola ya está ciega y los mayores duermen en los blandos colchones del lecho matador. Lo complejo de ser Peter Pan o Campanita es que debemos matar nuestras edades y quedarnos desnudos de edad…
 
No pudo evitar su eterna sonrisa. ¿Qué sería lo completo de sus ser? 
 
– Me viene a la recóndita memoria un avión volando hacia las nubes. Entonces subes como si fueses niño montado en noria y estuvieses soñando el minuto estrella de la gloria. Es la luz eterna de ese mundo en donde todo es un profundo destellos como un obús. El autobús de mi infancia convertido en un eterno y hondo latido entre cañas de bambús. Sí. Una nube controvertida para cerrar alguna herida y abordar el infinito. Medito. Me siento eterno en la vida bajo el cálido sol bendito. Miro por la ventanilla. Veo el mapa de la sierra y rebasada la tierra miro al sol cómo brilla. ¿Por qué la Eternidad? Porque pongo a mi edad todo lo completo y eterno en el corazón siempre tierno mientras subo sin pensar. Que el mundo es sólo un andar de nube en nube por el cielo y el segundo paralelo se queda partido en dos: una parte es de los celos y la otra parte es de Dios. Al elegir la segunda siento la vida profunda que se hace Libertad. ¿Y qué es la Eternidad que inunda al hombre con su Verdad? Un viaje por el aire para olvidar el desaire de quien te hace olvidar que todo debe esperar a ser eterno cual ave. Volar. Suave forma de viajar hasta el límite infinito de un corazón escrito allá abajo en el mar. Una manera de amar todo lo que es distinto dejando que sea el instinto quien dirija tu soñar.
 
¿Cómo poder soñar tanto que la vida se nos convierta en una aventura sin final? 
 
- La noche está soñando ángeles de amor en tus pupilas y hay estrellas tan fugaces en ese tu mirar enternecido que no existe distancia tan temprana como ver tu mirar en mis caricias. Lejos de todo este mundo mudo se escucha la voz de mi poesía dándole calor a tu presencia en medio de esta noche tan vivida. Me seduce la sombra de tus ojos llenos de nostalgia y de pronombres y me nombras evocando la llegada del nuevo sol en la frontera. Más acá, en el lecho acostumbrado a los besos ardientes de las flores, Dios ha puesto su Palabra en la vida de toda tu presencia y yo tomo la vela encendida en este pequeño hogar llamado anhelo y te hago fantasía hecha poema en medio del nacer de lo infinito. Soy yo el verso derramado en tu cuerpo de roja sinfonía y el ritmo de tu corazón ardiente palpita en mí como un silencio. Silencio. Todo es un principio inacabado que sigue la huella de tu lecho y cual crepúsculo encendido de amapolas la roja sangre se vierte en tus entrañas. La noche sueña con umbrales abiertos en tu espacio de minutos que, segundo tras segundo, ya palpita en el centro de tu imagen sumergida  y yo me busco en tu oleaje para sentirte en la playa de mi sueño convertida en hembra veinteañera que me observa desde la arena en que reposas. A tu lado mi guitarra yace herida de amor y tránsfuga presencia para estar con tu cuerpo entre mis manos como un vals de estrellas en tu boca. Soy yo quien te envuelve en la espuma de las olas que acarician tus caderas y entras a formar parte de la imagen de la interna sensación de mis arterias. Sangre a sangre, cuerpo a cuerpo,  tu voz calienta mis sentidos mientras bajo esta luna de alma engrandecida en la playa menor descansas pura y a tu virginal presencia inmarchitada le pongo una rosa entre sus manos. Acaricio entonces mi guitarra  haciéndola cantar en media noche como un poema de amor eternizado bajo el cielo saturado de estrellas. Ya no hay otra cosa que perdure más que mi amor sobre tu cuerpo enervado. La playa arde en esta noche en que uno mi sueño a tu belleza.
 
Después observó un rayo de luz en medio de la niebla...
 
- Existen alamedas en la breve distensión de los segundos. Alamedas que saludan, convertidas en pañuelos medio ansiedad y medio querer, quedándose ingrávidas y sutiles en cada milésima de su tiempo y envueltas en aires de canciones sin destino; pero yo también tengo un reloj con los surcos del mar sobre las olas de la tierra. Hora de meditación. En el horizonte plano se refleja la gris cuchilla del azadón que descansa tras la jornada campesinal; filosofía rural discurriendo bajo el plomo del atardecer que cae y se aprieta con la piel. Piel. Archipiélagos de piel. El mío y el suyo lentamente beben de una misma sensación de entrega. Piel a piel sin victoria ni derrota. Piel a piel sin afanes de conquista. Piel. Archipiélagos de piel.
 
Dascha Stéchova despertó.
 
- ¿Con quién hablas, poeta?
 
Pero él ya no escuchaba...
 
-  Sin hablar acercaba su boca y besaba los rayos de luz… una esperanza loca sonaba en el laúd. Sueña… sueña.. locamente sueña la figura fugaz de la que sólo era dueña la paloma de la paz.
 
Dascha se quedó mirando los pequeños focos encendidos y se sintió también inspirada...
 
- ¡Que la luz de la vida nos devuelva la emoción del viaje sin fronteras, sin especulaciones y sin maletas perdidas porque no llevamos ninguna clase de equipaje para enfrentarnos al amor! Quizás la forma de recuperar nuestras inocencias sea simplemente vivir en la ribera de las sombras… fuera de los focos de la modernización de nuestras costumbres… 
 
- Que no tengamos que llorar más, Dascha...
 
Ella volvió a dormir profundamente y él finalizó con su memoria...
 
- Todo fin es un principio. 
 
Ella lo escuchó en medio de la densidad del sueño pero no entendió bien lo que era... 
 
FIN DEL CAPÍTULO XX 
 
 
 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Foto del autor Jos Orero De Julin
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Descripción

Novela

Palabras Clave: Literatura Prosa Novela Narrativa.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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