La llamada continua (Novela) -Captulo 21-
Publicado en Jul 15, 2017
Emidio Torrens Toledano quedó profundamente impactado por la belleza explosiva de Dascha Stáchova.
- ¡Zambombas! ¿Dónde la has encontrado? - No fue necesario buscar tanto, Emidio. Si te dieras más tiempo para ti mismo y no tanto para tus negocios estoy seguro de que no estarías todavía soltero a los 28 años de edad. Pero no la he traído ante ti por eso sino porque quiero que le des la oportunidad que ella se merece. - Esto... señorita... ¿cómo dijo que se llamaba?... - Dascha. Yo soy Dascha Stáchova y venog desde Rusia a dónde no quiero regresar jamás mientras los comunistas sigan gobernando mientras se enriquecen a costa del pueblo cobijados ahora bajo el paraguas de la falsa democracia. Emidio Torrens Toledano seguía impactado... - Bueno... esto... yo... ¿puedo llamarte solamente Dascha?... - Sí, señor Torrens. Puede usted llamarme solamente Dascha. No me molesta demasiado. Por fin Emidio comenzó a reaccionar. - También sería mejor que empezaras a llamarme solamente Emidio si es que vas a trabajar directamente conmigo. - De acuerdo, Emidio. ¿Qué hay de la oferta de trabajo de la que tanto me ha hablado Julián Forero? - Que mantengo firme la decisión de darte una oportunidad. ¿Has trabajado alguna vez en algo parecido a una ayudante de Gerente Superior? - He trabajado como Delegada Nacional para la Coca Cola en Moscú. - ¡Caramba! ¡Eso sí que resulta ser interesante! ¿Puedes contarme alog de esa experiencia y por qué quieres quedarte en España? - Mi experiencia en Coca Cola comenzó de forma muy brillante y espectacular pero pronto s eme presentó un grave problema ajeno a mi voluntad. No puedo contarte muchos detalles de mi vida privada en aquel tiempo pero conseguí hacer muchos clientes que sólo veían en mí un objeto hermoso y no una mujer inteligente. No me quejo del físico que Dios me ha regalado pero el machismo me horroriza. Por eso preferí trabajar en una granja de Tobolsk gracias a que conocí a Julián Forero. Los animales sí que respetan a las mujeres por lo que valemos y no por nuestra apariencia. Son mucho más inteligentes que una gran mayoría de hombres. Julián Forero es precisamente una de las escasas excepciones que, a pesar de apreciar mi físico, aprecia sobre todo mi inteligencia. - Está bien. Tus asuntos personales no me incumben para nada. Si es verdad que funcionas bien como mi ayudante privada no existe ningún problema sea cual sea tu vida anterior. - ¿Eso de ayudante privada sólo se refiere al terreno laboral o implica hacer otras cosas más? Intervino rápidamente Julián. - Pedona, Emidio, si intervengo en la conversación pero es normal que una mujer así haya tenido que soportar el acoso de muchos machistas. Y en cuanto a lo de sus valores intelectuales superan en mucho a su rostro bellísimo y a su cuerpo escultural. - ¡Claro, Julián! ¡Por eso me gusta tanto! Esto... perdona Dascha... se me ha escapado sin querer... quise decir que sólo hablo desde el plano de lo laboral... y no pido que hagas otras cosas para complacerme del todo... A Dascha Stáchova le sorprendió que, por primera vez en su vida, no reaccionase violentamente contra un hombre que la piropeaba porque se había fijado en su físico y que no fuese Julián Forero. - Entiendo, Emidio, entiendo. Sé que sólo se refiere usted al plano de lo laboral. - Por favor... no me llames de usted... - Es por educación y cultura. Pero si vamos a ser honestos digamos la verdad. Yo pertenezco a una familia de muy alta clase social de Moscú. Y tengo estudios universitarios de Marketing Empresarial. - ¡Interesante! ¡Muy interesante para mis negocios! ¿Cómo pudiste encontrar a este diamante completo, Julián? - Dios hizo que nos juntáramos. Aquello fue un duro golpe para la moral de Emidio Torrens Toledano que, ya fuese por amor propio o porque de verdad se estaba enamorando, no tiró la toalla en sus intentos de conquista. - Espero que Dios me dé también a mí la oportunidad de conocerla mejor. - ¿Estáis discutiendo por mi culpa o estáis rifándoos mi amor? Julián Forero comenzó a elaborar su plan... - ¿Qué es el amor, Dascha? Como dijo alguien pensando en Juno, el amor es un enredo de nubes oscuras y veteadas tejiendo un camino a través de un enorme óvalo carmesí. O sea, uan tormenta perfecta. Emidio Torrens Toledano observó los labios de Dascha pintados de color carmesí y se quedó pasmado... - Esto... Julián... ¿quién es Juno?... - La gran diosa romana del matrimonio legal. - ¿Tal como Dios manda? - Tal como Dios manda. - ¡Dejemos los mitos aparte! ¡No peleemos por culpa de nadie, Julián! ¡Nuestra amistad está por encima de cualquier otro sentimiento! - No peleo nunca por culpa de nadie sean amigos o sean enemigos. Cuando el amor es verdadero no es necesario pelear contra nadie ni contra nada, Emidio. Emidio aceptó el reto... - Dascha... sólo para empezar a conocernos mejor... ¿aceptas cenar conmigo a solas esta misma noche?... - Esto yo... no sé... Rápidamente intervino Julián. - Dile que sí, Dascha. Dile que aceptas cenar con él esta misma noche y los dos a solas. NO rechaces su invitación. - Bien. Acepto. Emidio se atrevió a ir más lejos... - Es que... Dascha... también me gustaría que aceptases mi invitación para ir a una discoteca, los dos solos, después de cenar... - No... eso... Pero Julián volvió a intervenri con la velocidad de un rayo. - Dile que sí, Dascha. Dile que aceptas su invitación a ir los dos solos a una discoteca esta misma noche después de haber cenado juntos. Dascha se sintió, por un momento, herida en su amor propio y reaccionó tal como Julián estaba esperando que reaccionara. - ¡Está bien! ¡Acepto lo de ir a una discoteca y bailar los dos juntos, Emidio! Aquello fue como una explosión dentro del cerebro de millonario empresario. - ¡Atiza! ¡Yo no quería llegar a tanto! - ¿No estás diciendo que la quieres conocer mejor? - Sí, Julián... pero estás tú por medio... - No pienses ahora en mí ni en nuestra amistad, Emidio. ¿Te gustaría o no te gustaría bailar con ella a solas? - ¡Estoy loco por hacerlo! Esto... perdona Dascha... se me ha vuelto a escapar sin querer... Dascha no comprendía la actitud de Julián pero se aguantó la sorpresa sonriendo a Emidio. - ¡Asunto cerrado! ¡Dime en qué lugar nos citamos para cenar y después a qué discoteca nos vamos a ir para tomar un par de cócteles y bailar los dos juntos! - Yo había pensado ir a cenar al Restaurante Tamara que está en este mismo Paseo de la Habana pero en el número 107. Y en cuanto a la discoteca La Terraza del Estadio Santiago Bernabeu del Real Madrid club de Fútbol. ¿Sabes algo del Real Madrid? - Sé que es el mejor equipo del mundo y que acaba de ganar su Copa de Europa número 12. - ¡Prefecto! ¿Estás de acuerdo con mi plan, Dascha? - Estoy totalmente de acuerdo. - ¿Qué te parece si quedamos para cenar a las diez de la noche? - No te preocupes, Emido, yo la estaré acompañando todo el día y a las diez de la noche te la traigo al Paseo de la Habana número 107. - Gracias, Julián. - Hasta luego, Emidio... y que sigas triunfando en tus negocios... Ya en la calle Julián le propuso ir rápidamente a una butique de ropa para comprar algo más lujoso para Dascha. Hablaban mientras caminaban los dos agarrados de la mano. - No te entiendo, Julián... - ¿Quieres presentarte esta noche más elegante o no quieres? - Emidio me gusta mucho pero tú me gustas más. - En una carrera de relevos cuando un corredor del equipo cumple con su trayecto le entrega el testigo a otro compañero del mismo esuipo. No sé si me estás entendiendo ahora. - ¿Y que pasa si bailando con Emidio me enamoro de él? - Me esconderé en la sombra para convertirme solamente en recuerdo. - ¿Te gusta ser un solitario? - Eso es una falsa imagen que muchos tienen de mí. Yo soy un bohemio pero nunca he sido un solitario ni tampoco lo soy ahora aunque haya tenido que cantar mucho a la soledad. Tengo más compañía de lo que creen quienes ignoran cómo soy en realidad. A veces, algunas veces, el cantor lleva razón; pero un cantor habla muchas veces de la vida en general y muy pocas de su vida privada. Como persona es muchas veces diferente. Soledad. ¿Sabes tú de verdad lo que es la soledad, Dascha? - Solamente algunas aproximaciones a ella. - Escucha, Dascha. Soledad te llevo en el alma del silencio. Soledad primera de mi mismo. Soledad que no tienes precio. Soledad con la que camino. Soledad de cada arpegio que suena en la guitarra. ¿Quién sabe lo que la cigarra canta como sortilegio? - Necesito comprenderte mejor... - Dascha, todos los seres humanos, hombre y mujer por igual, conocemos o hemos conocido, en algún momento de nuestras largas vidas, lo que llamamos Soledad con mayúscula inicial. No es lo mismo Soledad con mayúcula inicial que soledad con minúscula. Cuando hablamos de Soledad con mayúscula inicial estamos hablando de la Soledad profunda; de esa amarga Soledad con la que los hombres y mujeres sufren de verdad. No es la soledad del aburrimiento, ni tan siquiera es la soledad de la nostalgia o la soledad de la tristeza o la melancolía. No debemos tampoco confundirla con la desesperación. La Soledad grande, la profunda, la que hunde sus raíces en el alma humana es la que despierta, cuando se vive en los hombres y en las mujeres, la capacidad humana de poseer imaginación: todo un conjunto de imaginaciones creativas que llevan al ser humano, hombre o mujer, a ese límite que existe entre lo real y lo irreal, entre la verdad y la ficción, entre la comedia y la tragedia pasando por el drama humano. Esa Soledad profunda, honda, que te traspasa siempre el corazón es de la que hablamos los hombres y las mujeres que la hemos conocido en el pasado. Es como estar viviendo dos vidas paralelas: la de los demás que nos ven como creen ellos y la de nosotros, la que nosotros conocemos como nuestra verdad, nuestra personalidad propia y unívoca. Imaginación pura y sin ninguna clase de artificio tanto en lo físico como en lo espiritual. Es esa Imaginación que me lleva a decir, y con esto termino, que “La Imaginación es la expresión más elevada que existe de la Soledad o viceversa, que la Soledad es la expresión más elevada que existe de la Imginación que es con la que me quedo yo, con esta segunda expresión que para mi es la verdadera. Pensando en todo esto recuerdo lo que dijo Nerón: “Quisiera no saber escribir”. Lo decía cuando le llegaba el tiempo de tener que firmar... - Dame un poco más de ti, poeta hispanoecuatoriano... - Soledad no es una palabra… Soledad es un sentido… Soledad es una experiencia… Soledad es una antítesis… Soledad es un silencio… y Soledad siempre acaba para dar paso a una compañia si es que tienes suficiente fe... - Me parece que empiezo a darme cuenta... - ¡Ya hemos llegado, Dacha! Y los dos entraron, soltándose ya las manso, en la boutique "Cocols" del número 50 de aquel Paseo de la Habana de Madrid. Les atendió un joven muy elegante. - Soy gallego y me dice "Caruncho" porque desciendo directamente de orígenes normandos. Sólo mido 1'50 de estatura pero soy más hombre que muchos de los que miden más de 2 metros y se creen que, por eos, están más cerca del Cielo. Los enanitos también tenemos corazón. ¿Qué deseáis de mis servicios? - Ropa muy elegante para ella. - Podéis comprarla en efectivo o pagando con tarjeta de crédito. - ¿Vale la Master-Card? - ¡Estupendo! ¡No hay problema alguno! ¿Buscáis algo para impactar de verdad? - Algo que deje en la memoria de un hombre una huella imborrable. - ¡Eres un verdadero bombón de mujer y tengo lo que tu acompañante desea! Otra vez Dascha volvió a sentir que no le molestaba para nada un piropo adecuado de alguien que no fuese Julián Forero. - Prefiero que te des una pequeña vuelta de dos horas para elegir despacio si no te importa, Julián. - No me importa. Si necesistas tres horas también puede ser. - No. Solamente necesito dos horas nada más. - Me voy a la cafetería restaurante "Midtown" del número 11 de este mismo Paseo. "Midtown" significa "corazón de la ciudad" y de verdad que eres un verdadero corazón de mujer, Dascha. - ¡Jajajajaja! ¡Cada vez estás más loco aunque no te comprenda del todo! Dentro de dos horas espero que hayas vuelto! - Lo voy a hacer por dos razones: la primera de ellas es porque tengo que pagar y la segunda es porque no quiero perder las oportunidad de volver a ver tu sonrisa. - Ya veo que conoces muy bien toda esta zona. - Cosas de la vida, Dascha, cosas de la vida. En "Midtown", Julián Forero pidió un café con leche, servido en vaso de caña y con dos bolsitas de azúcar, y se sentó en una esquina. En la mesa alguien había dejado olvidado un ejemplar del diario "El Mundo". Pudo leer la frase del día: "El que odia, odia a todos. El que mata, mata más que a sus víctimas". Era de Elie Wiesel y Julián la anotó en una servilleta de papel justo en el mismo instante en que un señor de avanzada edad, con sombrero estilo tirolés y con unas largas barbas de color blanco que le llegaban hasta el mismo pecho, vino a recoger el diario. - Perdone joven pero es que soy muy distraído. - No se preocupe. No tengo ganas de leer nada. - Oiga, joven... yo le he visto a usted en alguna parte... - Pues yo a usted no le recuerdo de nada. - ¿Usted estuvo actuando, un domingo en el Teatro María Guerrero, con una obra titulada "La mordaza" de Algonso Sastre? - Quizás fuese yo mismo... pero hace ya bastante tiempo... - Pues el tiempo parece no haber pasado por usted porque sigue siendo un poco menos joven pero da la impresión de que fue ayer mismo... - Sí. Es cierto que actué en aquella obra de Alfonso Sastre. - Y veo que ha tomado usted un apunte en la servilleta de papel. - También es cierto. - ¿Tiene ustes prisa? - Tengo por delante dos horas sin prisa alguna. - ¿Puedo dialogar con usted unos breves minutos? - Siéntese, por favor, y pida algo de beber. - No. Acabo de tomar mi martini de todos los dias. Me llamo Farelo y soy una especie de filósofo andante. - ¿Un quijote de la palabra? -¡Jajajajaja! ¡Qué bien ha definido usted a nosotros los filósofos? - Me llamo Forero y tengo una pregunta. - Hágala sin miedo. - ¿La palabra es superior a la razón? - ¿Tiene algo con la frase apuntada en la servilleta de papel? - Ahí es donde quiero llegar... - ¿Puedo contar hasta diez antes de responder a su pregunta? - Piense, señor Farelo, piense... El filósofo del sombrero estilo tirolés y las barbas hasta el pecho quedó pensando durante diez segundos antes de hablar. - Como hablamos de Filosofía recuerdo que Confucio dijo que es posible conseguir algo luego de tres horas de pelea, pero es seguro que se podrá conseguir con apenas tres palabras impregnadas de afecto. ¿Responde esto a su inquietud? - Veo que acierta usted, señor Farelo. La frase que tengo anotada es de Elie Wiesel y habla, sobre todo, del odio y de quien mata por culpa del odio. Yo pienso que el odio es la mayor mentira que produce la envidia. Sentir odio hacia las circunstancias de cualquier humano es la enfermedad del alma de quienes no viven en sí sino para sí mismos. El odio separa al ser humano de su propia naturaleza y lo deja inerme de contenidos salvo el de la desgracia de lo destructivo. Por eso los que odian no solo matan a los demás sino que, sobre todo, se matan a sí mismos que es la forma más cruel de auto eliminarse como seres humanos. - ¡Caramba! ¡Eso es demasiado profundo! ¿Has estudiado alguna vez Filosofía, jovencito? - A mi 26 años de edad llevo ya una buena cantidad de filosofía dentro de mi cuerpo. Lo llamos espíritu de la verdad. - ¿Es que eres cristiano? - De los que somos verdaderos. - Hablando de lo espiritual, el escritor francés André Gide se atrevió a filosofar escribiendo que muchas veces las palabras que tendríamos que haber dicho no se presentan ante nuestro espíritu hasta que ya es demasiado tarde. - Otro que acertó sabiendo lo que decía. - ¿Qué es demasiado tarde para ti, jovencito? - Cuando somos incapaces de superar al desamor. Es el desamor el motivo de las burlaciones de lo que tanto motiva para caminar por la vida a mcuhos seres erráticos en una sociedad como la actual. Yo amo el amor. El desamor me sabe sólo a ceniza. Y cuando muchos se quieren dar cuenta de que no saben amar se han convertido precisamente en ceniza que esparce lo que el viento se llevó. - ¡Jajajajaja! ¡Qué buena comparación! ¡Lo que el viento se llevó sí que es signo de haberse acabado del todo convertido nada más que en ceniza! ¡Me acabas de convencer de que la palabra siempre es superior a la razón! - Luego es verdad que Dios existe. Si lo duda lea Génesis nada más comenzar la Biblia. - No lo dudaré nunca más. Dios exsite y tú me lo acabas de demostrar. Ya no te molesto más. - No me ha molestado usted ni tan siquiera un segundo. El filósofo se quitó el sombrero. - Es justo y necesario quitarme el sombrero ante ti, jovencito. Nadie me lo demostró de una manera tan sencilla y con tanta verdad. Después el filósofo de las largas barbas hasta el pecho se volvió a encasquetar el sombrero de estilo tirolés y se marchó justo cuando el camarero se acercó a la mesa con el café con leche en vaso de caña y las dos bolsitas de azúcar. - ¿Te ha molestado ese loco que siempre ronda por aquí? - ¡Jajajajaja! Para mí que no está loco sino que necesitaba alguien que le dijera algo que nunca había querido escuchar. - ¡Jajajajaja! ¡Ya he visto que, por primera vez en su vida, se ha quitado el sombrero ante alguien! Julian pagó el café y una pequeña propiana, el camarero se alejó contento y el escritor y periodista hispanoecuatoriano se lo tomó con suma tranquilidad. Después salió a la calle y, con las dos manos metidas en los bolsillos de su pantalón, estuvo paseando tranquilamente y haciendo tiempo; hasta que llegadas ya las dos horas se encontró de nuevo dentro de la butique "Cocols" donde se encontró a una Dascha tan espectacular que hasta le dio por pensar que era una diosa. - ¡Dios mío! ¡Eres igual que Diana la cazadora. - ¡Jajajajaja! ¿No será que has bebido demasiado en alguno de tus conocidos bares? - ¡Jajajajaja! Que yo sepa un café con leche no produce "delirium tremens" pero estás tremenda. Ella volvió a reir mientras él pagaba con su Master-Card. - ¡Jajajajaja! ¡Eres el loco más agradable que he conocido en mi vida! - Veo que le ama usted demasiado, señorita. - ¡No sabe usted cuánto, señor "Caruncho"! Y ya en la calle, Julián volvió a dirigirse a ella. - Nos vamos en taxi hasta la Casa de Campo. - ¿Es que hay una casa de campo en el corazón de esta enorme ciudad? - ¡Jajajajaja! No me refiero a una cabaña de pastor o algo parecido sino al parque más grande de Madrid capital. - ¿Por qué allí precisamente? - Quiero recordar asuntos internos. - ¿Experiencias de olvidos? - Llámalos sólo experiencias sin miedo. - ¡Jajajajaja! ¿Es que hay animales salvajes por allí? - Animales hay más de uno... pero no me refiero ni a los patos ni a los camaleones... sino a los que pegan patadas cuando les metes más goles que ellos a ti... - ¡Jajajajaja! ¿Tú serías capaz de haber jugado en el Real Madrid? - Yo he sido capaz de jugar con los chicos de la calle que es mucho más difícil. - ¡Jajajajaja! Estoy segura de que es verdad. - Es verdad. Cogieron un taxi y comieron en el restaruante del teleférico. Después la tarde se les pasó volando caminando, ya sin cogerse de la mano sino como si los dos se hubieran liberado del todo, por la Casa de Campo mientras ella se maravillaba de las historias que él le iba contando. Hasta que el reloj del embarcadero de El Lago, donde habían terminado gozando de un paseo en barca, señaló las 8 del atardecer. - Vamos. Tienes una cita con tu Destino. - Vuelvo a insistir en que Emidio Torrens Toledano me gusta mucho pero tú me sutas mucho más. - Vuelvo a insistir en que es muy millonario y una gran persona. Sólo quiero que le des la oportunidad que le ha pedido a Dios. Es justo que la tenga. - Quizás sea perder el tiempo. - Cuando se vive una aventura el tiempo jamás es una pérdida sino una ganancia sea cual sea el final de dicha aventura. Para bien o para mal. A las 10 de la noche Julián Forero acompañaba a Dascha Stáchova hasta que llegó, puntual a la cita, Emidio Torrens Toledano con su Ferrari modelo FF, de color negro, que le había costado doscientos mil euros. Dascha quedó tan delumbrada que no se dió ni cuenta de que Julián se había quedado, como bien había predecido, oculto en la sombra. - ¡Vaya! ¡Eres de verdad toda una princesa! - Y Julián Forero quedó momentáneamente en el olvido durante toda la cena. Solamente cuando empezaron a bailar, Dascha y Emidio muy juntos, ella se dio cuenta de la ausencia del poeta. - ¡Dios mío! ¡Se me ha olvidado decirle hasta luego! - Yo creo que ya no volverá, Dascha. - Estoy segura de que no le da miedo tun riqueza. - No es por eso por lo que no volverá... sino porque es el mejor amigo que he tenido en toda mi vida... y se ha dado cuenta de que estoy enamorado... - ¿Enamorado de mí? - Sí. Y no sólo quiero que seas mi ayudante privada en los negocios que tengo sino que te conviertas en mi única esposa para siempre... - Me gustas mucho... pero creo que él me gusta más... - Dascha... conozco muy bien a Julián Forero... y no volverá... - Quizás es que tenga un espíritu demasiado liberado... - Por eso mismo, Dascha... por eso se habrá ido a otro horizonte... - Creo que terminaré por casarme contigo... pero a él jamás le podré olvidar... - No me importa si nunca le olvidas. Sólo quiero que seas mi esposa nada más. Ella sonrió y dijo que sí aunque por dentro estaba llorando. FIN DEL CAPÍTULO XXI
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