"Si te dicen que me he ido te están diciendo la verdad, lo que pasa es que no ha sido como cuentan los demás" (Pepe Canalejas)
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Signo y viento de la hora. En los pasillos las niñas han descubierto que la criada que nos vio nacer se ha ido a ver la nieve. Cádiz. Doña Todavía aún recuerda. La delicia de las seis menos cuarto me hace pensar en el año de la Madre María. Como gloria y dolor de la etiqueta yo escribo una elegía del bollo de las seis menos cuarto. Institutrices. Forma de vivir del cuento con la tristeza del método para los hijos tachados. Es la hora de los supervivientes. Llegar ayer a ser lo sido es tener que decir que la fiestas de las cosas tienen a la señorita de la central como objetivo. El señor que llama por teléfono no sabes cuále son mis canciones y la vida es un cocktail para cenar por ahí... Un buitre en Cádiz lleva a cabo la representación con el miedo de crear confusiones. El rito de la frase es ¡huida! Lo tomo como filosofía de caja porque en medio de la convivencia literaria el papeleo de la humildad sirve para una polémica. El hombre del foco está desenfocado y la sabiduría del perro que ladra es superior a la suya. El silencio del pobre no es cobardía sino ignorar la oratoria y la retórica de quienes chismean para tomar partido como si a pesar de todo... pero no... al borde del sillón, en campo propio, yo tengo cuidado con la última herejía. Mis encuentros con Manuel de Falla en el silencio del mar me recuerdan a Quevedo al sol y a la sombra. Hacia un aire de consumidores de chismografía algunos hasta hacen meditación en el puerto de Barcelona. Me fui a la ciudadela de Europa, a leer "Yerma" de García Lorca y a Unamuno, o la gracia resistida para guardar silencio. El catalán: un vaso de agua clara que no tiene sabor mientras yo sigo permaneciendo en medio de la filosofía del toro y la guerrilla. 
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