La Cuadrilla Aventurera (Relato) -5-
Publicado en Aug 06, 2017
- ¡La Mujer Maravilla y yo tenemos que hablar con vosotros dos en privado!
- ¿Te refieres al teniente Doré y a mí, Viuda Negra? - ¡Acertaste, capitán Pangoci! ¡Nos tenemos que entrevistar con vosotros dos! - ¿En qué lugar es la cita? - ¡Nada de citas! ¡Es sólo una reunión de trabajo en la SER? - ¿Qué es la SER, preciosa serafina? - ¡Te he dicho mil veces que no me gustan los tipos que se las dan de graciosos, Doré! ¡La SER es la Sala Espacial de Reuniones! ¡Así que deja de contar chistes malos y vamos los cuatro, en silencio, hasta el lugar! La orden de Escarlata fue obedecida por Pangoci y Doré seguidos por Gal. Y una vez dentro de la SER comenzó la entrevista dirigida por La Viuda Negra. - ¿Quiénes sois en realidad cuando se trata de vosotros mismos? - ¡El teniente Doré y yo somos leales enemigos! - ¿Eso quiere decir que, aunque sois amigos, por culpa de nosotras las chicas de Marvelia sois capaces de romper dicha amistad? - No nos conviene tirarnos a matar pero nos urge saber a cuántas disponibles nos toca a cada uno y que conste que sólo digo disponibles porque queremos que sea por la propia voluntad de vosotras. - ¡Te advierto que va a ser una larga batalla! - El asunto es no aburrirse jamás. Intervino Gal. - ¡Jajajajaja! ¡Me parece que vosotros no habéis conocido todavía lo que es el aburrimiento más absoluto! - ¿Es eso una amenaza? Como respondiendo a la pregunta del capitán Pangoci, un estruendo de sonoras bubucelas se escuchó en toda la Ciudad Dorada. Algo serio estaba sucediendo cuando Pangoci y Doré salieron al exterior para ver qué es lo que ocurría. Se estremecieron cuando vieron, con sus propios ojos, cómo dos enormes y gigantescos seres de color rojo fuego, parecidos a los crustácero pero sin ninguna clase de ojos, con una lengua tan larga que siempre la llevaban colgando fuera de su boca y dos tremendas pinzas en sus patas delanteras perseguían a las heroínas de Marvelia que corrían en todas las direcciones para escapar de ellos con un solo grito. - ¡Los crustones! ¡¡Nos atacan los crustones!! ¡¡¡Slavadnos de los crustones valientes caballeros!!! Doré no lo pensó ni un segundo más, desenfundó su "Box Pay" y disparó con ganas a los dos crustones pero esta vez los rayos de la pistola disuasoria sólo rebotaban en las capas de titanio que cubrían a los crustones y al no poder penetrar por ninguna rendija no hacían ninguna clase de efecto. - ¡Pangoci! ¡Nuestras armas no nos sirven de nada en esta ocasión! ¡Carecen de ojos para poder penetrarles el cerebro! - ¡Eso quiere decir que tendremos que usar la inteligencia, Doré! ¡Como sólo se dirigen por el olfato tenemos que situarnos tan cerca de ellos que dejen de oler a las chicas y nos persigan a nosotros! - ¿Tienes ya elaborado un plan, capitán? - ¡Sí, teniente! ¡Tenemos que hacer que nos persigan en dirección al Acantilado del Miedo! - ¿El precipicio que divisamos cuando veníamos, atadas nuestras manos, con todas estas deidades? - Pero no tendremos que llegar hasta el borde. - No te entiendo, Pangoci... - ¿Eres capaz de saltar más de nueve metros en longitud? - ¡Eso es pan comido! ¡Soy el campeón universal de mi barriada en cuanto a esaclase de saltos! - ¡No es broma, Doré! ¡Si te fijaste bien, justo después de pasar por el Acantilado del Miedo tuvimos que bordear una franja de nueve mentros de largo por nueve metros de ancho! - ¡Me fijé bien, Pangoci! ¡Eran arenas movedizas! - Entonces ya sabes cuál es el plan. Tú te pones al alcance del olor de uno de ellos y yo del otro. - Ya. Y el plan consiste en que si logramos que no nos alcancen llegamos a la franja de las arenas movedizas y saltamos más de nueve metros para que sean ellos los que se hundan en el infierno! - Eres demasido inteligente, Doré. ¿Qué esperas para empezar a actuar? - Yo creo que si salimos vivos de esta entonces sí que podemos ligar con ellas... - ¡Jajajajaja! ¡Deja de pensar en Escarlata si no quieres ser comida de crustón! ¡Vamos ya, teniente! Los dos corrieron hacia los crustones para desviar sus olfatos de las chicas de Marvelia y, una vez logrrado que los gigantescos cangrejos rojos se centraran en ellos, corrieron a una velocidad supersónica. Pero crustones eran igual de rápidos hasta que aquella carrera de locos llegó hasta el borde de las arenas movedizas y los dos amigos y compañeos de aventuras dieron un salto que, efectivamente, superó los nueve metros de logintud; algo que no pudieron hacer los mosntruosos crustones que se hundieron sin remedio alguno en las arenas hasta desaparecer por completo. - ¡Dios así lo ha querido! - ¡En efecto, Doré, Dios así lo ha creído! ¡Y ahora volvamos a la SER! Una vez allí La Viuda Negra y La Mujer Maravilla no les felicitaron por su hazaña porwue tenían su propio plan ya establecido para saber si eran de verdad héroes o vanidosos. - ¿Qué misterio se encierra en esta Isla y por qué la llamáis Isla de Metal, Escarlata? - Haces muchas preguntas para ser solamente un capitán aventurero y no un general de cualquier ejército pero no tengo miedo a decir que sí, que se la llama Isla de Metal porque todo su subsuelo está lleno de millones de toneladas de oro. - ¿Podemos entonces imagianr que acabamos de descubrir el verdadero lugar donde se encuentra el país de Eldorado? - Quizás tú y tu amigo Doré soñais demasiado pero esta vez no es un sueño. ¿Habés acudido aquí al olor de dorado elemento que tantas guerras desata entre los hombres ambicios y avarientos que sólo aman el poder del dinero? - Somos aventureros y los aventureros no ambicionamos nada pero también queremos tener nuestra cuota de beneficios. ¡Es lo más coherente para la Cuadrilla Aventurera! - También es coherente que antes de recibir recompensa alguna debéis saber actuar como verdaderos héroes y no como tantos héroes aparentes de la Tierra que sólo son fantasmas. A Doré se le escapó una inteligente sonrisa... - Pues en eso precisamente estoy yo pensando desde que estamos ligando... digo... no ligando no... solamente charlando... pero es que mirando se me va el santo al cielo... - ¡Voy a olvidar una vez más tus chistes tontos pero ha llegado la hora de que los cinco demostréis la verdad de vuestro valor y vuestra valiente resistencia. - ¡Empieza lo bueno, Pangoci! - ¡No te emociones tanto, chaval! - No sigas hablando de esa manera delante de Escarlata, o nos hundes a todos. ¿De qué se trata la prueba? - No es una prueba sino una valoración de vuestras fuerzas para estar con nosotras. - ¡Ya te lo dije, Pangoci! ¡Ha llegado la hora de la verdad! - Eso me lo cuentas después de que "Vampirella" os haya dao un repaso... - ¡Te he dicho mil veces que me dejes hablar solamente a mí, teniente Doré! - ¡Está bien, capitán Pangoci! ¡Son todas tuyas excepto Escarlata! Fue La Viuda Negra, la llamada Escarlata, quién pulsó un timbre y apareció en la SER una espectacular mujer dispuesta a darles un verdadero repaso a los cinco aventureros. - ¡Son todos tuyos, Talisa!
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