Escribo porque vivo (Reflexiones)
Publicado en Mar 12, 2018
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Hace ya más de dos mil doscientos años que Jesús ben Sira, un sabio de Jerusalén, escribió lo siguiente: "No hay nada nuevo debajo del sol". Cuando pienso en esta frase medito sobre mi sempiterna costumbre de escribir. Siento este afán desde mis primeros años del uso de la razón. Han sido muchas las veces que, a lo largo de mi vida (y después de ser también un lector incansable) me asaltan dudas: ¿por qué escribo?, ¿para qué escribo?, ¿a quiénes dirijo lo que escribo? En realidad no sé bien definir por qué, para qué y a quiénes; pero solamente sé que es un afán irremediable. No sé exactamente qué sucede en mi interior y tampoco lo hago para ser más feliz o menos feliz. Sé que no escribo para que todas las personas que me leen tengan que estar de acuerdo con lo que he escrito. Para mí la escritura no es una cantidad sino una cualidad. Nunca me he parado a pensar en mí mismo cuando intento expresarme. Siempre he pensado que escribir me surge, de repente, en mi propia memoria y es en la memoria donde descansa el ser pensador.
 
Lo más probable, al pensar en todo esto, es que solamente escribo porque estoy vivo. José Luis Sampedro lo deja muy bien expresado en su libro autobiografiado "Escribir es vivir". ¿Pero qué hay más allá de un texto escrito? Sobre este asunto sólo sé que respondo a una voz interior que me empuja hacia el mundo de las palabras; hacia algún lugar de mi conciencia que, de pronto, se enciende en sí misma y me llena el alma de sentimientos. ¿Serán los sentimientos del alma lo que hace que un ser humano, hombre o mujer, se decida de repente a escribir lo que siente a través de esa voz interior? A lo mejor es, solamente, salir de la soledad de los pensamientos para expresarlos hacia fuera cargados de ideas. 
 
Puede ser que muchas veces digamos las mismas cosas pero de forma diferente; lo cual significa que, a medida que vamos creciendo en edades, también vamos realizando cambios importantes en nuestra forma de ver las cosas por obra de esa espiral que, surgiendo de nuestro solitario interior, se dispara hacia el exterior en forma de párrafos que son nuestra propia evolución humana. Pienso que, en este sentido, no es tan importante la edad de un escritor o una escritora sino que, en verdad, lo que importa es recoger un cúmulo de ideas y ensamblarlas en un texto dialógico. ¿Por qué dialógico? Porque es nuestra mejor forma y manera de dialogar con nuestros lectores y lectoras. Leo y aprendo. Escribo y sigo aprendiendo más. 
 
Quizás muchas veces no hayamos conseguido expresarnos tal como deseábamos, en un principio, desde la nada del texto en blanco; pero al final, cuando ya está todo escrito, sentimos esa curiosa sensación de alivio que nos guía a descansar en la memoria todo nuestro arsenal de ideas. Es el punto exacto que nos va a hacer replantearnos todo lo que sentimos para que sigamos desarrollando el ejercicio de nuestra existencia vital. Me parece que es una buena manera de saber por qué escribimos, para qué escribimos y a quiénes dirigimos lo que escribimos. Quizás eso de que no hay nada nuevo debajo del sol no sea una verdad absoluta porque, si lo fuera, no existiríamos personas que continuamos escribiendo con el afán de seguir vivos.  
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Foto del autor Jos Orero De Julin
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Reflexiones

Palabras Clave: Reflexiones Conocimiento Instrucciones Comentarios Opinin.

Categoría: Conocimiento

Subcategoría: Instrucciones



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