Razones y no razones (Reflexiones)
Publicado en Mar 16, 2018
Para la Democracia ocidental el diálogo y la legítima actuación de las personas y los grupos es un derecho fundamental. Un anónimo publicó en su día que no hace falta tener mil razones para amar a una persona, basta la sinrazón para hacerlo. Y el gran Leonardo Da Vinci decía que quien de verdad sabe de qué habla, no encuentra razones para levantar la voz. En cuanto a la sinrazón me quedo con lo expresado por Karl Wilhelm Friedrich Schlege: "Cuando la razón y la sinrazón entran en contacto, se produce una descarga eléctrica. Esto se conoce como la polémica".
Bien. Todo ello puede ser llamado parte de la sabiduría humana; pero tanto la razón como la sinrazón siempre van cargadas de ideas y en el mundo de las ideas cada persona tiene un lugar y desea ocupar su lugar. Por eso, en medio de las polémicas más o menos razonadas, es necesario siempre respetar al discrepante, a su persona y a sus ideas. Un respeto que sea auténtico y un sentido común que nos haga permisivos con aquellos y aquellas que no piensan de la misma manera que nosotros. Un incondicional respeto que coloque a cada hombre y a cada mujer en el lugar más alto de su autoestima. No sería justo que, en un diálogo constructivo, nos negásemos a escuchar a los demás por el simple hecho de que no piensan igual que nosotros. La discrepancia, normalmente, supone una oposición de ideas contrarias las unas a las otras y, en esta exégesis natural, lo verdaderamente dialógico es valorar lo que los demás dicen a través de eso que todos conocemos como "saber escuchar". Es el respeto que se merece cualquier hombre y cualquier mujer. ¿Quiere esto decir que tenemos la obligación de aceptar lo que otros desean imponernos como axioma del comportamiento humano? Pues no. Una cosa es entender lo que se nos dice y otra cosa es aceptar lo que se nos dice cuando va en contra de lo que consideramos nuestros principios y nuestro coportamiento. Es cuestión de saber quiénes somos en verdad aunque la verdad de quiénes somos no sea fácilmente entendible por los que se apoderan de esa verdad y la quieren hacer solamente suya. Todas las verdades implican un desarrollo que forma un pronunciamiento de nuestras personalidades; lo cual entra en el mundo de la razón. Querer imponer, a través de la sinrazón, nuestras ideas a los demás es dejar de ser democrático o dejar de ser ecuánime. Examinamos nuestras conductas a través de las reacciones de los demás. Es el camino más recto para aproximarnos a eso que decía Inmanuel Kant: "Todo nuestro conocimiento arranca del sentido, pasa al entendimiento y termina en la razón". Conocimiento. ¿Por qué es fundamental conocer? Porque es la mejor manera que existe para poder saber y el saber, que arranca de nuestro sentido común, siempre finaliza en una razón dialéctica que nos guía a una razón admisible. No todo está dicho ni todo está escrito porque, a medida que avanza la evolución humana, también avanza el pensamiento humano y también van apareciendo nuevas razones para auto afirmarnos en nuestras creencias o cambiar si vemos que se nos rebate con cuestionamientos que nos hacen meditar sobre si estamos usando bien la razón o la sinrazón se ha establecido en nuestra manera de actuar. Navegando por las aguas de Internet he descubierto una frase muy inteligente. Dice así: "Cuando puedas elegir entre tener razón y ser amable, elige ser amable". Así que, a veces, es mucho mejor arrancar una sonrisa que despertar un odio por culpa de nuestra razón y la sinrazón ajena. En este sentido, no hay duda de que respetar a una persona que no admite nuestras creencias quiere decir que no tenemos que imponer nuestra razón sino simplemente esperar a que su sinrazón le haga entender que lo que creemos está bien planteado cuando nos olvidamos de marginar a quienes opinan de manera opuesta. Quizá sea sensato pensar que los extremos se tocan porque en ocasiones puede suceder que dos actitudes opuestas presenten entre sí más semejanzas que otras más moderadas; lo cual ni es del todo razonable ni es del todo democrático pero sirve para entender que la mayor sinrazón que podemos tolerar es aquella que respeta la razón que demostramos tener.
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Enrique Gonzlez Matas
En fin, José, te felicito por esos planteamientos filosóficos.
Un fuerte abrazo.
Jos Orero De Julin