CONFIESO QUE VIVÍ
Publicado en Dec 22, 2008
CONFIESO QUE VIVÍ
Como sé que mi vida es aleatoria me encomiendo a los hados para vivir tranquilo dentro de mis pantalones. Progreso adecuadamente como un niño de primaria que convive en plena paradoja con sus sesenta y cinco años. Soy ya lo que la gente llama eufemísticamente un hombre maduro y yo, sencillamente, un viejo. A estas alturas del camino probé los sinsabores de la vida y gocé de los momentos dulces hasta la diabetes. Como resultado: yo, un tipo de lo más corriente que anda por la vida sin un cuchillo entre los dientes. Confieso que no amo mucho al prójimo, pero he de decir que procuro no joderlo, que no es poco. Me entusiasmo con cosas que no suelen entusiasmar, de todos modos mi entusiasmo nunca llega al entusiasmo lo que suele pasar cuando sientes y "lo sientes" todo en uno, si me explico. Confieso no creer en casi nada, aunque esto equivalga a creer en casi todo, y confieso también que nada espero en la vida sino la vida y, si esto me convierte en un cínico, confieso que soy un cínico. Cínico redomado, aún guardo algún naipe en la bocamanga, pero, tahúr de la vida como soy, me lo guardo y espero la jugada en que crea oportuno, si lo creo, mostrártelo. Rafael Úbeda Márquez Rincón de Hawayata, julio, 2007
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Pablo Andrs
Me encantó esta frase:
"Y gocé de los momentos dulces hasta la diabetes."
Esta célebre!
5 estrellas