La mentira de la alegría chilena
Publicado en May 11, 2019
Resulta bastante paradójico que Chile sea el país más feliz de Sudamérica según informe de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), y a su vez la Organización Mundial de la Salud nos comunica que tenemos el porcentaje más alto del mundo en cuanto a depresión, un 17% de la población chilena sufre de ésta, es más, Corea del Sur junto a Chile son los únicos países en los que la tasa de suicidio de niños y jóvenes aumenta cada año. Considero que con solo estos datos uno ya puede alarmarse respecto a la salud mental de nuestro país.
Para entender el porqué de cada resultado de estos dos estudios, debemos saber qué factores influyen para que Chile sea el país más feliz de Sudamérica, y a su vez uno de los países más depresivos del planeta. La ONU año a año realiza un Informe Mundial sobre la Felicidad de dicha organización, en el cual ubicó a Chile en el puesto 26 de los países más felices, y segundo de América Latina, ya que obtuvo un total de 6.444 puntos. El análisis se realizó con una evaluación de la calidad de vida de las personas mediante “una variedad de medidas de bienestar subjetivo”. En este año, el estudio abordó el cambio de la felicidad en los últimos 12 años y “cómo la tecnología de la información, el gobierno y las normas sociales influyen en las comunidades”. Por lo que se infiere que los chilenos estaríamos más felices debido a la estabilidad económica que tiene nuestro país, no en vano Venezuela es el país más triste. También otro dato que nos brinda Helliwell, profesor de la Escuela de Economía de Vancouver de British, es que “en general, tienen puestos más altos en cuanto a felicidad- a pesar de los índices de delincuencia, desigualdad y corrupción- porque los vínculos sociales entre la familia y la comunidad local son más fuertes y más importantes que en el resto del mundo”. En síntesis, Chile es considerado uno de los más felices porque la ONU examina parámetros como estabilidad social, presencia o ausencia de violencia, posibilidades educacionales, que se cumplen, hasta un modelo socioeconómico en el continente latino. ¿Estará ahí la encrucijada? La alegría para los chilenos se alcanza con el acceso al mercado, y a la vez este sistema que nos envuelve sin darnos cuenta es el mismo que nos tiene deprimidos. En el país andino el consumo de antidepresivos se habría disparado un 470% en los últimos veinte años y los trastornos psicológicos serían responsables del 26% de las licencias médicas. Luego de leer declaraciones de diversos psicólogos y psiquiatras, veo que los mayores problemas llegan a un solo puerto, en Chile hay un problema para disfrutar la vida. Si bien como país ante el mundo somos estables, la realidad de cada compatriota es muy distinta. Somos uno de los países con la jornada laboral más larga del mundo, promediando 8,8 horas diarias, consideremos que para llevar una vida sana debemos dormir de 7 a 8 horas, por lo tanto, nos estaría quedando menos de un tercio del día para todos los quehaceres que no contemplan trabajo, ¿y dónde está la recreación, el ocio? No sólo la clase trabajadora, sufre este dilema, bien bullado ha sido el tema de los estudiantes últimamente, que acusan un exceso de carga académica, muchos expresando que duermen de 3 a 4 horas diarias, la mitad del tiempo ideal, y en muchos ya se normalizó el automedicarse para sobrevivir a la vida universitaria, eso explica que la tasa de suicidios juveniles aumente cada año. El chileno está frustrado, estresado, insatisfecho, y aun así el área más precaria de la salud es la salud mental, pero personalmente no me refiero sólo precarizada desde el Estado, sino que de nosotros con nuestros pares. Un ejemplo bastante común, hoy en día si alguien se tira a las vías del metro en horario punta, la gente se enoja argumentando que “por qué no lo hizo en otro horario”, “¿no tenía un mejor lugar?”, sí, alguien se quitó la vida, y el pasajero preocupado de que llegará unos minutos más tarde a su destino, no se empatiza con el otro, un mínimo comentario o mal gesto, puede ser determinante para alguien inestable emocionalmente, debemos estar más atentos a ciertas señales, a veces el escuchar a alguien, una sonrisa o un abrazo puede generar un cambio, y también saber escucharnos a nosotros, el cuerpo puede manifestar un malestar anímico de muchas formas, y no dejarlo pasar, no acumular penas o problemas, creyendo que el tiempo se encargará de borrarlas, al hacer eso solo conseguimos esta paradoja chilena, desde afuera nos ven felices y estables, sin embargo estamos cada día presenciando un nuevo suicidio en un mall, en el metro, o nos enteramos de alguno que jamás pensamos que pasaría, y recién ahí nos preocupamos por esa persona.
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Gustavo Adolfo Vaca Narvaja
Interesante planteo de interrogantes simples que se contraponen en su realidad
Felicidad-depresión y suicidio. Orden económico-jornadas laborales exageradas, Chile como ejemplo en la ONU y OMS cuando las realidades son tal vez no tan contundentes. Yo he vivido parte de la Historia Chilena con Salvador Allende, y luego del 73 el Pinochetismo para culminar en una democracia “reglada” por la constitución de la Dictadura. Sin embargo con gobiernos democráticos seguidos no se modificaron mucho la estructura del MODELO económico y si permanecieron algunos como los ejes de las protestas de hace varios años
Felicitaciones Daniela
Y qué bueno que busques interrogantes