Con el tiempo he comprendido lo fácil que es perder
Perder la vida, perder la calma, perder el rumbo.
Despertar y  caminar viéndome los pies, mientras los pasos al compás del diástole y el sístole se dirigen sin titubear hacia la puerta.
Un nuevo día, una nueva oportunidad resuena en la radio. 
Un nuevo día que no tiene nada nuevo, excepto los pequeños destellos de caos provenientes de las carcajadas y ocurrencias de los niños.
Con el tiempo he comprendido lo fácil que es perder. 
Perder el sentido, perder la risa, perder el estar por pensar en lo que sería.
Perder el silencio, perder un pedazo del alma cada día y sentir la fragilidad al respirar, por la ausencia de vida en cada momento. 
Con el tiempo he comprendido lo fácil que es perder. 
Perder el tiempo, perder el aire, perder las caricias entre poros ajenos.
Perder las lágrimas, perder la capacidad de reconocer quien es la persona en el espejo, perder no es ganar un poco después de todo, perder no es cuestión de método, he usado demasiados que al parecer no han servido de nada.
Perder es dejar, perder es olvido, perder es negar la existencia de tu luz en mis espacios. Perder también es cobardía de hablarte, perder es mirarte de lejos mientras veo tu risa leve.
Perder es miedo. Perder también es escribirte sin versos ni rimas. Perder es saber que no leerás esto.
Perder es anidar recuerdos inexistentes pero posibles en mi mente, en mi corazón.
Perder es morir un poco.