Como Febo destrozado
He dejado en las ventanas de la nada el último rastrojo de aquellos ensueños
Que en otra época me hicieron feliz
Que me dieron qué soñar
Con quienes me alimentaba en las entrañas agrietadas y maternales del ayer inconcluso
 
La madre celestial
(la noche fría y su abrazo feroz)
me dio razones para no destronar la alegría
y vestirla de oscuros colores
adornarla de pésimos gustos
alimentarla de apremiantes ensueños
y esconderla tras un llanto
una mirada de odio
una risa simiesca
un manto de olvido
 
he dejado lo que otros aun aprecian
las viejas iglesias con sus estúpidos muertos
(esos santos que nunca pelearon por vivir
y que sin embargo prefirieron entregarse
,cual ramera,
a una muerte sin dios)
las esquinas pobladas de recuerdos nunca dulces
las dejé secarse al sol
pudrirse en la lejanía
olvidadas
y los escondrijos de los armarios con niños muertos
malolientes
sin amor de sus falsos e hipócritas dioses
esos padres celestiales inexistentes
los tiré cuan amante usada
dejada de lado
ya manoseada e inútil
para simplemente
alejarme
 
he abandonado
tal vez demasiado pronto
las lejanías crepusculares
los besos de amantes adolescentes
la alegría del vino
la euforia de las drogas
las noches en vela sin mas razón
que reír y dejarse estar como cerdos locos
al sonsonete vacuo de una música febril
 
hijo no deseado
fui escupido sobre la manta maloliente de la razón póstuma
y debí caminar apenas pude
para desviarme a tiempo del horno de las costumbres sociales
alejarme hacia el oscuro bosque aterrador
y buscar mis ropas entre las miradas desdeñosas de aquellos en quienes nadie confía
 
vomitado hasta los pies
riendo como un loco
vi en la palidez de la luna
(altiva compañera
confidente inoportuna,
desnuda blanca e infeliz en su cenit)
la única verdad certera
caminar sin rumbo no es bueno
pero tampoco lo es caminar sobre los pasos ya dados por los muertos
 
hablo de mí
de esta sangre ansiosa que aun fluye como veneno dulce por mis venas
de esta vida prestada
casi robada
a esta parte del tiempo
digo de cosas que solo mis ojos ciegos han podido ver
 
la hermosura de una niña desnuda
la palidez de una cálida mentira final
el llanto de un niño ultrajado
un cura sin su dios que caminaba por el desierto
un lama que al fin podría renacer
 
ahora todos cantan a mis oídos
todos gritan y bailan y se besan
todos gritan y cantan alabanzas y aleluyas a mis propios dioses de acero y papel
 
ahora no mas visiones
ahora el llanto final
la despedida de ese mundo cálido y seguro
oscuro y hermoso
ahora el fin de las visiones
y el despertar aterrador
ante este mundo falaz