El amor de Dios
Publicado en Oct 04, 2009
Los perros habían encontrado un banquete en los desperdicios del contenedor. Las aves despertaban piando en la marea azul del amanecer. El ómnibus pasó escandalosamente repleto y triste. Lo dejó ir. Un linyera le pidió una moneda; él dudó inicialmente, pero al fin decidió vaciar los bolsillos en las manos sucias y atravesadas por llagas. Le preguntó si podía sentarse a su lado. No quería volver a una casa vacía. Supo que en ese estado de angustia podría cometer una locura, quemar todos sus libros y escribir una carta para lectura póstuma.
El vagabundo le apoyó su mejilla en el hombro y le dijo: -no estés triste, ya todo va a mejorar. Él, agradecido, besó las llagas de una mano cuartada; sintió el hedor del alcohol y de la putrefacción a la que estamos destinados, estimó tales fragancias como reales manifestaciones del amor de Dios. Y tanta belleza le dolió tanto bajo el esternón, que la tristeza desapareció con esa magia que lo aclaró todo, en una mañana en la que al fin despertó para empezar a aprender a vivir.
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inocencio rex
Bruja Roja
inocencio rex
saludos
solimar
si crees o no en Dios no es el punto, es la situación la que expresa esa presencia de Dios en la vida. Todo esto de las religiones y las ideas que nos formamos van de la mano de quienes las pronuncian y ligamos a Dios a esto y lo más probable es que quien más entendido se crea sea quien menos sepa, tu relato no va a la enseñanza como una clase, no, plantea una situación y una continuación que va a depender del lector, para mi es el comienzo de una nueva vida indudablemente mejor, pero para otros puede tener otro camino.
inocencio rex
la vida es bendita
inocencio rex
creo que el verdadero amor tiene más de compasión que de pasión, y que necesita una desimbolización para ser posible, y me refiero a que las liturgias complican las cosas cuando ese amor, el de dios, es cosa simple.
un abrazo
MARIANO DOROLA
DIOS TE BENDIGA...
AUNQUE ENTRE NOSOTROS... OBVIO QUE LO HIZO APENAS LLEGABAS AL MUNDO... O SEGURAMENTE ANTES...
TU HIJO SIR MARIAN
Enrique Dintrans Alarcn
Es un relato corto que define claramente la presencia de Dios. Francisco de Asís tuvo una experiencia muy similar en el "beso al leproso". Especial valor encuentro en el diálgo... ¿puedo sentarme a tu lado? (era la pregunta de los apóstoles que querían sentarse uno a la izquierda y otro a la derecha de Jesús) La pregunta, en este contexto, centra más las cosas, desde una perspectiva de la fe creyente.... Permanecer al "lado" del que está desvalido es re-encontrarse en algo radicalmente diferente. Por eso la respuesta: "Todo va a cambiar".
Me pareció genial y muy expresiva la imagen del perro como testigo de este encuentro.
Saludos
inocencio rex
ante todo gracias por el comentario y porque me consideres un narrador; yo me considero un mero "escribidor", ya de prosa, ya de versos...
aunque no practique ninguna religion, me descubrí ser sumamente religioso. este texto, desde mi punto de vista, es una parodia al "amor de dios" que tanto pregonan los moralistas de sotanas que prefieren al cordero crucificado (porque algo habrá hecho) antes que al rebelde profeta vivo del "amor sobre todas las cosas": el protagonista descubre a dios en la podredumbre a la que estamos destinados, que los problemas que se tengan en esta vida también serán carne para gusanos. y que la vida seguirá viviendo a pesar de todo; el amor es la unica respuesta a un absurdo tan rimbombante, eso es lo que dice sin decir el linyera, que ante semejante absurdo habría que ser imbécil para tener cierta ciega fe. el linyera tiene autoridad moral para decirle: "todo pasa".
pero eso no cae de las líneas del texto sino veladamente, porque es el lector el que debe, existencialmente, responderse el dilema que plantea sin plantearlo, la parte final del último párrafo: ¿como y a qué despiertar? ¿como empezar a aprender a vivir?... ¿que es el amor de dios? ¿que es dios? yo no lo sé y por eso el texto termina ahí.
un gran abrazo, guillermo. me honra que tan admirable poeta se detenga a comentar mis "escribidos"
Guillermo Capece
Abrazo porteño