LA VAJILLA DE MI MADRE (RELATO DE CUARENTENA)
Publicado en Apr 29, 2020
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Lucho en su cuarto día de encierro decide madrugar y ayudarle en los quehaceres a su esposa.
 
– Mija hoy quiero ayudarte en los oficios de la casa, ponte a descansar que me encargo de todo.
 
- ¿Verdad mi Luchito? Dice Julia.
 
- Si, mi amor hoy tengo las pilas bien puestas. Dice Lucho.
 
En ese instante Julia le dice todo lo que debe hacer en ese día, como sacar el perro al parque, limpiar los vidrios de las ventanas, jugar con los niños, arreglar el cuarto de todos.  Lavar la ropa,  sacudir las repisas, brillar los adornos de cobre, limpiar la biblioteca, barrer el piso, trapear, organizar el cuarto de San Alejo, asolear los tendidos, hacer el almuerzo y lavar los platos.
 
Mientras su esposa todo el día se dedicaría a ver televisión, asomarse a la ventana, y chatear con sus amigas. Julia recibe una llamada de su mejor amiga.
 
- Hola amiga que bueno que me llamas, como has estado? Espero que muy bien. Pues la verdad hoy me dedico a descansar, ya era justo que todo el tiempo me la pase haciendo oficio en esta casa. A veces he pensado que mi marido es desconsiderado y no me valora. Pero hoy tuvo un gran detalle conmigo me dijo que se dedicaría a todos los oficios. Pues mija yo le dije lo que tenía que hacer, allá está en la cocina revoloteando para tener el almuerzo a tiempo.
 
Y tu como vas? Pregunta Julia a Teresa su mejor amiga.
 
- Amiga la verdad hoy estoy aquí con los niños porque mi esposo no pudo llegar a tiempo para pasar la cuarentena con nosotros. Se quedó en Estados Unidos, dice que la situación allá está muy difícil que está cumpliendo con las medidas estipuladas por el gobierno para su respectivo cuidado. Estoy muy triste porque contaba con su compañía en estos tiempos de dificultad.
 
- ¿Qué pena amiga te deseo lo mejor, y como has hecho para suplir tus necesidades? Pregunta Julia.
 
- Amiga toca pedir todo a domicilio porque no puedo dejar a mis hijos solos, aun están muy pequeños y de pronto les pasa algo. Son como un Tsunami acabando con todo. Lástima que cerraron el Jardín Infantil, me tienen para enloquecer con tanta algarabía.
 
Mientras tanto Lucho está que no sabe qué hacer con los enredos que se presentan en la cocina, ya que nunca se había dedicado a tales oficios, se le está quemando el arroz, se cortó un dedo al tasajear la carne. Los frijoles están muy duros y fuera de eso aun no ha lavado los platos para servir el almuerzo.
 
- No le voy a decir nada a mi mujer, soy capaz, sé que es un reto para mí. Yo puedo y creo en mí. Decía Lucho en medio de sus enredos culinarios.
 
Lucho observa a Julia en el corredor de la casa, tomando el sol echándose bronceador en las piernas, brazos y cara. Mientras Mateo como un autómata se funde con la pantalla del computador jugando cuanto juego busca para distraerse en medio de aquel encierro.
 
- ¡P#t@! miércoles, me quemé. Dice Lucho.
 
Julia no escucha nada, ya que acaba de colocarse los audífonos y está tarareando su canción favorita.
 
A Lucho se le riegan los frijoles y definitivamente el arroz se le quemó. Por allá en el fondo se escucha la voz de Mateo. ¡Mamá huele a quemadooo!, cómo Julia está tomando aire aun no percibe el olor.
 
Lucho está enredado y se dirige a la alacena para tomar la vajilla, este alcanza a tenerla en sus brazos porque recoge todo lo que hay en la alacena pero se resbala y eleva lejos platos y tazas. Lo único que dice es: - Juuuliaaa. Aichhhhchh uichhh. Que caída tan macha. Julia, Mateito ayuda, ayuda.
 
Llega Julia histérica con gestos de inquisidora, si las miradas mataran lo habría exterminado. – Qué hiciste, inútil, no podías haber hecho las cosas al derecho. Mira que desorden, la cocina como la dejaste. Que desastre. ¡Ay Dios! mi vajilla. La que tanto me recomendó mamá que cuidara, la que nos dió el día de nuestro matrimonio. Eres un desconsiderado, mira todo el oficio que me acabas de dejar. Quita de aquí.
 
Lucho con cara de cordero degollado le dice a Julia:
- Mira amorcito, traté de hacer las cosas bien, pero no me salieron como quería, sé que me hace falta practica y yo pensé que te podía sorprender.
 
Pues sabes que sí. Dice Julia. 
 
- Me sorprendiste, mira todo como lo dejaste.
 
- Perdóname Julia. Amorcito.
 
- Qué amor ni que ocho cuartos. Mi vajilla, santos cielos, mi vajilla.
 
Aquella tarde solo se escuchaba a Julia llorar desgarradamente por su tan apreciada vajilla, Mateo solo dirigió su mirada hacia Julia y le replicó a su padre: - Papá supéralo, deja el achante y dedícate a lo tuyo a lo que saber hacer los fines de semana cuando estás en casa.
 
Lucho postrado en el sofá enciende la tele, se emerge en las notas deportivas de partidos pasados y en los reportajes y noticias de actualidad.
 
- Ánimo papá otro día será. Y Mateo continúa sumergido en sus juegos de desparche.
 
Pobre Lucho que no pudo cumplir con lo prometido. Quería ayudar y sorprender a su esposa pero lamentablemente le aumentó más trabajo del que tenía.
 
Pero Luchito sé que aprenderás. Recuerda de los errores también se aprende. Ánimo Lucho para la próxima tendrás la oportunidad de desquitarte y demostrar tus capacidades. Además te queda buen tiempo de la cuarentena para que mires tutoriales.
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Foto del autor ALEXANDER MONTOYA R.
Textos Publicados: 8
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Descripción

Este escrito hacer parte del compendio literario titulado: "RELATOS DE ENCIERRO Y OTROS DESPARCHES". Escritos cuyo asunto son situaciones cotidianas en época de Pandemia (Cuarentena) Los hechos y personajes aquí presentados son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

Palabras Clave: Cuarentena pandemia cuento relato historia anécdota.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos


Derechos de Autor: Copyright Alex Montoya


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