Intensa pasin (2)
Publicado en Jul 01, 2020
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Por esas ganas que, sin saberlo, nos teníamos, el destino se ayudó de una famosa y fatal pandemia sanitaria. Mi chico, porque ya podía llamarlo así, hasta entonces el hombre de los ojos tristes, y yo nos enamoramos. Sí, un sentimiento enorme que implica mucho para apenas quince días de realidad, pero… son cosas que pasan en la vida y no solo en las novelas, la realidad a veces supera la ficción y el nuestro era un ejemplo real superando la ficción en cada mensaje recibido. Éramos conscientes que por muy maravilloso que fuera, no todo iba a ser bueno, era un pensamiento mágico, infantil, utópico y hasta limitante. Pero estaba dispuesta a mirarlo y quererlo tal como era, teniendo el suficiente amor propio para hacer muchas batallas y la humildad para reconocer las batallas imposibles de ganar; juntos le haría aceptar que hay realidades inmodificables y que hay otras que si salíamos de la queja podrían cambiar fácilmente. No estaba dispuesta a crear “no puedo” y no iba a dejar espacio para los “no quiero”, exponiéndome a mis temores más profundos porque era la única manera de vencer al miedo. Nos íbamos a apoyar para crecer hasta y donde queríamos, y nosotros queríamos llegar juntos a nuestra nube. Durante este tiempo, hasta que se pudieron acomodar en los brazos del otro, fuimos dos extraños que no nos esperábamos y que se nos hacia extraña aquella emoción. Empezamos comiéndonos el alma y perdiendo el sueño buscándonos a media noche en la cama sin encontrarnos... Se despejaron todas las dudas que quedaban entre nosotros y nos abrazamos más de lo necesario, aunque para nunca era suficiente. Olvidamos al mundo que amenazaba nuestra historia y ganamos a la prisa traicionera porque nos esperamos... igual que aquella canción de casi cuatro minutos que fue la banda sonora de nuestro primer beso. Si echaba la vista atrás aún podía recordar a la Miranda de hace apenas un año. La vida me bajó al infierno y yo me acomodé en él algunas semanas, hasta hubo un día en que pensé en instalarme allí definitivamente y olvidar el dolor de la realidad. Pero los ángeles existen, ella estaba a mi lado, y no iba a permitir que aquella decisión tomara forma real. Por eso, se tumbó a mi lado en el suelo rojo y espero pacientemente a que fuera consciente de la locura que estaba dispuesta a hacer para abrazarme, cogerme la mano y no soltármela jamás. Así, su vida pasó a un segundo plano, dejo a un lado su futuro y me cuidó con delicadeza, pero con la firmeza necesaria para no hacerme retroceder ningún escalón subido. Al subir cada escalón dejaba atrás miedo de vivir, olvidaba ganas de llorar, me deshacía de prejuicios, aprendía el valor de una sonrisa, admiraba la felicidad… al final de la escalera, cuando los rayos del sol me deslumbraron y volví a mi playa, la auténtica Miranda estaba dispuesta a regresar. Regresé haciendo honor a mi nombre, con tranquilidad para disfrutar cada momento, con motivación para vivir intensamente, con el temperamento para hacer frente a cualquier situación, con la pasión para sentir cada emoción… La vida, mi vida, volvió a ser demasiada perfecta y yo demasiado feliz. Soy médica, de urgencias, de las que cuando empezamos el turno no sabemos qué pasará y como acabaremos, dispuestas a salvar a quien entre por la puerta con cara de miedo. Y en plena pandemia con un virus del que solo se conocía su alto contagio, ahí estaba yo: con pijama y con bata y con doble bata y con dos pares de guantes y con gafas y con mascarilla y con pantalla delante de él para empezar a luchar. Estar en primera línea de batalla, provocó que me contagiara, que me recluyera a casa, aislada y con fiebre, sola. Sola los dos primeros días, hasta que Darío apareció para ser mi compañero de vida y ganar al “dichoso bichito”. Las llamadas con él me daban la vida, me hacían olvidar que estaba en la cama, que me moría con la fiebre, que había momentos de dificultad respiratoria, que seguía siendo positiva en la enfermedad… era capaz de hacerme volar, escapar de las cuatro paredes y trasladarme a su lado, acoplarme en sus brazos y planear un futuro real. En aquel momento en que estaba siendo feliz, en que la verdadera Miranda estaba de vuelta por el mundo no podía pasarme nada, no podía permitirme el lujo de bajar al infierno porque las ganas de ver el sol a su lado eran más fuertes que cualquier demonio tentador. Entre altibajos de la enfermedad fueron pasando los días eternos de miles de minutos y millones de segundos, semanas interminables y un junio casi perpetuo hasta el día. Ese día del calendario que nadie recuerda porque no es ni fiesta, ni santo, ni cumpleaños ni vacaciones, ni reseñable… el día en que empecé a vivir. Aunque ha pasado tiempo, recuerdo esos días a cada minuto… La ciudad de las mil y una noches que nos acogió y fue testigo de la pasión que teníamos acumulada en casi dos meses y puso atardeceres memorables como mejor paisaje para nuestros abrazos. La noche en que te vi dormir y supe que jamás me arrepentiría de cambiar urgencias por consulta porque quería despertar contigo cada mañana. Esos días extraordinarios iban más allá de la serenidad de su edad o de la locura de la mía, esos días estaban aderezados con la total seguridad de que queríamos pasar el resto de nuestros días juntos, la única forma de ser inmensamente felices… El principio fue duro. Complicado. Enredoso. Dificultoso. Complejo. Hay que tener en cuenta que Darío y yo teníamos dos vidas que había que encajar y ajustar al milímetro, no me iba a permitir ningún sufrimiento de más. Hubo días de desesperación, incomprensión y hasta alguna lágrima que se convertía en esperanza, tranquilidad y sonrisa en cuanto nuestros ojos se encontraban y nuestras almas se miraban. Después de la pretemporada impaciente de mi equipo, empezó a jugar cómo de verdad sabía: El 14, optimista y empujando al equipo en las continuas victorias El 15, comunicando y haciendo piña en el equipo El 9, explosivo y creativo sorprendiendo a cada rival El 10, por poco benjamina, con jugadas locas e inverosímiles El 11, la reciente incorporación, que llegó para completar la felicidad inicial Estoy a punto de cruzar la meta, Darío me ha dado la mano hace apenas cinco metros, cuando hemos visto a nuestros peques esperándonos en la cinta. Bajamos un poquito el ritmo, vamos a ganar igualmente, formamos la línea de cinco y atravesamos la meta. Una hora y media desde que empezamos aquel triatlon y dos años para conseguir esta foto, para conseguir la felicidad plena… Ahora, con los años vividos y el Tergon en su apogeo puedo afirmar que nuestra historia es la del amor porque nos buscábamos y con los ojos nos decíamos lo que nos habíamos echado de menos, aunque solo fueran los cinco minutos de bajar a tirar la basura, fuimos capaces de pedirnos perdón por los descuidos a causa de la rutina, corríamos a abrazarnos en cuanto nos distinguíamos entre la multitud, nos cosimos los corazones con besos e hilo, inventamos la poesía en la unión de nuestros cuerpos desnudos, hicimos realidad la historia de Paola Calasanz, nadie era capaz de descifrar el idioma de miradas que inventamos… sumamos las ganas de vivir y construimos la nube donde ser felices... No es la historia de dos, es la historia de mi familia que teníamos una libertad de ser nosotros mismos que asustaba, transmitíamos tal felicidad que solo quedaba contemplarla, fuimos tan valientes que nunca nos rendimos, desbordábamos una extraña locura que hasta daban ganas de querernos en nuestras aventuras… pero lo más importante es que somos tan únicos que nos amábamos incondicionalmente. Marta Tergon.
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Descripción

Palabras Clave: Amor pasin pareja

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



Comentarios (2)add comment
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Gustavo Adolfo Vaca Narvaja

“También antes,
de la rebelión de las sombras,
de que al mundo cayeran plumas incendiadas
y un pájaro pudiera ser muerto por un lirio” R Alberti



Una historia de gran ternura escrita por una colega, motivo por el cual, me unen una serie de sensaciones que comparto en silencio. Sin embargo, debo alejarme de esa simpatía para analizar el relato que me parece que tiene algunos detalles dignos de remarcarlos y considerarlos como definiciones Historia de amor, y enfermedad de esta pandemia. Historia de una entrega de pasión rápida, y encuentro compartidos en esos momentos difíciles. Comenzar “comiéndonos el alma” y “perdiendo el sueño” es la síntesis perfecta del inicio de esa pasión como debe ser. Sin preguntas, sin dudas, sin prejuicios donde “La vida, mi vida, volvió a ser demasiada perfecta y yo demasiado feliz”… ¡que más se puede pedir!, pero de aquellos minutos, horas y días de eterno aislamiento, se reencuentra en el Triatlón para hacer en definitiva el sueño de esa escritora muy jóven por cierto de Paola
“pero lo más importante es que somos tan únicos que nos amábamos..” dijo la autora del relato
La Pandemia Marta, la pasaremos como siempre ha sido con dicficultad pero con optimosmo
Abrazos a los colegas
FELICITACIONES Marta

Responder
July 10, 2020
 

Marta

Muchas gracias Gustavo Adolfo, me hacen especial ilusión tus comentarios del texto viniendo de un colega de profesión. Abrazos!
Responder
July 21, 2020

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busy