El pescador
Publicado en Oct 07, 2009
Como cada amanecer el negro Jorge subió a su canoa con su atarraya lista para atrapar la comida del día, con cinco niños que alimentar y una esposa embarazada, no podía darse el lujo de quedarse en el rancho a pasar la fiebre que casi llegaba a 40 grados, sentía sus brazos como piedras pesadas y las piernas como delgadas ramitas de un guayabo, en los últimos días la pesca había estado bastante regular, alcanzaba para comer y conseguir algo de dinero que no alcanzaba aun para pagar la consulta medica y la ecografía que requería su débil mujer.
Siempre salía solo, pues la pesca era tan poca que no se podía compartir, pero ese día en particular un extraño hombre se acerco a el, sus ropas estaban muy sucias y aspecto bastante maltratado, olía como el caneco luego de tres semanas sin pasar el carro recolector, mas sin embargo el negro Jorge no se negó a llevarlo con el, sintió tanta lastima por aquel hombre hambriento que hasta su pan y café compartió con el, el hombre de pocas palabras pero decidido a ganar su comida tiro con fuerza la atarraya, luego le sumergió en el mar, para mejorar su olor dijo al negro Jorge. Después de algunos minutos el negro empezó a preocuparse pues no salía a la superficie, sin pensarlo mucho se lanzo al agua dispuesto a rescatarlo, como pudo lo subió al bote casi muerto, en su afán por ayudarlo remos rápido hasta la orilla y olvido su atarraya, ese día no hubo comida en su mesa, pero había salvado la vida de aquel hombre. Al siguiente día, se levanto mas temprano, aun sin salir el sol se subió a su bote, quería estar de regreso antes de sus hijos se levantaran y poner pan en su mesa, regreso al sitio donde recordaba había tirado su atarraya, pero esta no estaba, de repente sintió como su canoa era halada con gran fuerza y parecía andar con la velocidad de tres motores náuticos, pronto se vio en mar abierto rodeado de grande peces, mientras el se lamentaba por no tener con el una buena red, sin embargo no se dio por vencido y con sus propias manos trato una y otra vez de atraparlos, sin ver cuantos estaban en la canoa, continuaba ya con sus manos sangrantes y su cuerpo extenuado, con su ultimo aliento se subió a la canoa. Nunca supo como regreso a casa, ni que había pasado con el extraño que había dejado en ella casi moribundo, ni como a su canoa habían llegado esa cantidad de monedas de oro que solo se veían en los libros de historia. Pero su familia nunca mas volvió a ver el amanecer con el estomago vacío.
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Gerardo
hasta pronto preciosa
Un admirador mas
Gerardo
Delfy
si este es un relato de esperanza, a mi me conmovio hasta las lagrimas cuando lo escuchaba de boca de ese buen hombre, este tipo de situaciones nos devuelve la fe en el ser, en la divinidad.
gracias por tus generoso coemntarios
te quiere
tu Delfy
Delfy
palabras como canoa y atarraya son comunes entre los pesacdores de mi tierra y cuando decido contar esta historia quize respetar la fuente original.
Saludos
Delfy
JUAN CARLOS
Un bello relato, que nos devuelve la esperanza en el ser humano, en nosotros mismos como personas...Mi Delfy..me he emocionado mucho.¡¡¡¡ Felicidades.. Me la llevo a favoritos..
Mi cariño,besos,y mi admiraciòn siempre ¡¡¡
Te quiere mucho..Juan Carlos
candido
identificar los modismos propios que para mi le dan ese toque de lo que aquí llamamos boom latinoamericano
tiempo ha ( Garcia Marquez, Vargas Llosa...), inesperado giro interpretativo resuelto con desenvuelta soltura.
Enhorabuena.