De prncipes, caballos y... cerebros masculinos
Publicado en Mar 16, 2009
Aunque muchas mujeres opinen lo contrario, es fácil entablar una relación duradera, íntima y mutuamente satisfactoria con un sujeto del sexo masculino. Por supuesto, dicho sujeto tiene que ser un perro labrador; con los sujetos humanos la tarea es sumamente difícil. Esto se debe a que los varones no acaban de comprender lo que las mujeres entienden por 'relación'.
Supongamos que un sujeto de nombre Rogelio invita al cine a una mujer llamada Susana. Ella acepta; van al cine y lo pasan muy bien. Siguen viéndose con regularidad, y al poco tiempo ninguno de los dos sale con nadie más. Entonces, una noche Susana dice a Rogelio: -¿Sabes que llevamos 6 meses exactamente saliendo juntos? No hay respuesta y Susana piensa: '¡Cielos! espero que no le haya molestado lo que le dije. Quizá se sienta abrumado por la relación que tenemos. O crea que lo estoy presionando para formalizar la situación'. Por su parte Rogelio piensa: '¡Caramba! Seis meses ya. O sea que fue... en febrero cuando empezamos a salir, justo cuando acababa de llevar el auto a la agencia. ¡Maldición! Hace mucho que tendría que haber hecho un cambio de aceite'. Y Susana medita: 'Está molesto. Lo veo en su cara. Tal vez él quiere tener más intimidad, más compromiso. ¡Tal vez tiene miedo que yo lo rechace!' Y Rogelio piensa: 'Haré que revisen de nuevo los cambios. Digan lo que digan esos idiotas, todavía andan mal. ¡Y pagué 600 dólares a esos cretinos incompetentes!' Y sigue pensando Susana: 'Está enfadado, pero yo también lo estaría. Me siento culpable por hacerle esto. Pero no puedo evitarlo, sencillamente todavía no sé lo que quiero'. Y Rogelio reflexiona: 'Probablemente me digan que la garantía expiró a los 90 días. ¡Eso es lo que van a decir!'. Y Susana medita: 'Tan vez soy demasiado idealista y estoy esperando que un príncipe azul venga por mí en su caballo blanco, cuando tengo aquí a un hombre bueno que sufre a causa de mis fantasías infantiles y egoístas'. -Rogelio -dice Susana en voz alta. -¿Qué? -responde Rogelio. -¡Soy una tonta! -y solloza-. Sé muy bien que no hay príncipes azules ni caballos. -¿No hay caballos? -Piensas que soy una tonta, ¿no es verdad? -¡No! -exclama Rogelio, feliz de haber contestado correctamente. Luego la lleva a casa, y Susana se pasa la noche llorando. Mientras, Rogelio vuelve a su hogar, abre una bolsa de papas fritas, y se pone a ver un partido de tenis. Una vocecita interior le dice que algo muy importante sucedió hace rato en el auto, pero él decide que es mejor no pensar en ello. Al día siguiente, Rogelio le pregunta a un amigo: -Oye Norberto, ¿alguna vez Susana tuvo un caballo? No es que Rogelio y Susana estén en distintas frecuencias. Están en distintos planetas de distintos sistemas solares. Susana no puede comunicarse eficazmente con Rogelio porque todo lo que él entiende de las relaciones entre los sexos, puede resumirse con un: ¿Qué? Su cerebro no se siente cómodo con conceptos nebulosos como el amor, la necesidad del otro y la confianza. Si el cerebro masculino tiene que formarse una opinión de alguien, prefiere basarse en hechos concretos: por ejemplo, su habilidad para ganar dinero. A las mujeres no les es fácil aceptar esto. Están convencidas de que los hombres seguramente dedican cierto tiempo a pensar en la relación. ¿Cómo podría un humano ver a otro humano día tras día, noche tras noche, y no pensar en la relación? Eso es lo que creen las mujeres. Se equivocan. En una relación, un hombre es como una hormiga posada sobre el neumático de un camión. Está conciente de que allí hay algo grande, pero no tiene la más vaga idea de qué es. Y si el camión empieza a moverse y el neumático a rodar, la hormiga intuirá que algo importante está ocurriendo, pero hasta el momento que llegue al suelo y muera aplastada, el único pensamiento que pasará por su minúsculo cerebro, será: ¿Qué? Así pues, el primer consejo para las mujeres es: No den nunca por sentado que el hombre sabe que entre usted y él existe una relación. Meta esta idea en su cerebro de a poco, haciendo sutiles, pero constantes, alusiones a ella. Por ejemplo: -Rogelio, ya que tenemos una relación, ¿podrás pasarme el azúcar? -¡Despierta Rogelio! ¡Hay un ladrón en casa y tenemos una relación! Quiero decir, tú y yo. -Rogelio, puesto que este avión está por estrellarse y solo nos queda un minuto de vida, quiero decirte que llevamos 53 maravillosos años de casados, lo que, claramente constituye una relación. No se den por vencidas señoras. No dejen de machacar sobre este concepto y, algún día, empezará a abrirse camino en el cerebro del varón. Quizá hasta empiece a pensar en él por iniciativa propia. Por ejemplo, estará conversando sobre las mujeres con otros hombres y, en el momento menos pensado, dirá: -Susana y yo tenemos... bueno... tenemos, esto... tenemos... tenemos algo. Y lo dirá de todo corazón. Por Dave Barry. Condensado de Selecciones del Reader's Digest, julio de 1996. Fuente original: "Dave Barry's Complete Guide to Guys", 1995 por Dave Barry, publicado por Random House, Inc., de Nueva York.
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Mara Marta Eliggi de Cazau
Gracias por tu comentario, me gustó.
Saludos.
Marta
Verano Brisas
Mara Marta Eliggi de Cazau
Lamento que no le haya gustado, me gusta su sinceridad.
Saludos.
Marta
Simon Cofre Iturra
Simon Cofre Iturra