.......!! EL BAILE DE LA LOCA...!!
Publicado en Nov 02, 2021
Unas de las películas, súper 8 en estos momentos el Boom, mejor dicho cuatro de ellas porque eran de esas cintas cortas de tiempo y de vida, pero que registraba desde el inicio del acto patrio del 25 de mayo de 1975, donde filmé naturalmente soldados gendarmes, armamentos, armas de guerra, la bandera, el público y los aplausos. Me las robaron en unos de los allanamientos del 1976.Es decir. Filmaba un acto patrio, sin embargo esas cuatro películas nunca me las regresaron al igual que las familiares donde estaban todos. Y esto era el cierra esperado, el desfile de la que llamaban “La Loca M” un personaje de la fantasía casi de García Márquez. Bueno Parece que CREYERON era posiblemente una filmación “clandestina y subversiva” para ver el armamento seguramente FILMADO DE ESA REPARTICION MILITAR” Nunca me la devolvieron quedó en esos allanamientos con centenares de rollos y fotos y documentos, pero bueno, me quedo el recuerdo que más tarde pude escribirlo.
El desfile Casi-Desnuda. Con toda su decadente belleza baila, acompañada por una banda típica de instrumental musical que severamente marca cada uno de los pasos marciales de soldados, castigando sus tacos sobre el asfalto sereno y frío de la mañana. Cientos de uniformados festejan el día patrio, luciendo uniformes de gala ornamentados con medallas color oro y condecoraciones de vaya a saber el por qué. Las hebillas con arneses de cuero y metal, posibilitan que cuelguen las cartucheras con balas de plata, brillando cada vez que el rayo del sol acariciaba esas superficies metálicas. Cada cartuchera, muestra las puntas de plomos pulidos, metálicos como espejos. La banda musical tiene todos los instrumentos necesarios para llevar adelante himnos, capaces de conmover a cualquier espectador. Los inmensos tambores, retumban en contundentes ruidos de truenos, almacenados en espacios cerrados de madera y cuero estirado. Los clarinetes; llegan a tal velocidad con sus sonidos, que espantan los pocos pájaros que aún están atentos en ramas de árboles custodiando las calles colmadas de gente y curiosos. Las armas flotan en esas compactas columnas de severos rostros, con bayonetas puestas en boca de cada fusil. El cielo plomizo. Como cielos de toda batalla cuando se enfrentan soldados y ejércitos, en búsqueda de gloria y triunfo. Los rostros de cada soldado están rígidos. Duros. Con un rictus de bronca, como si estuviesen buscando enemigos que todavía no pueden encontrar. Rostros de guerra. Así lo denominan sus superiores, describiendo el perfil del soldado que desfila y se muestra generosamente al civil, que admira el paso de la tropa. La loca Meriño atrás de todos. Mirando el cielo sin ojos que puedan definir la forma de nubes blancas y espesas cubriendo el azul intenso. Después, mutan surgiendo figuras cambiantes, similares a cadáveres silenciosos en campos de batalla donde perdieron la memoria todos aquellos que nunca desearon verla. Allí está la loca M. Llamada así porque no es calco de nadie. Ella se encadena al desfile a cuatro pasos del último soldado. Baila con sus carnes flojas, colgantes, fláccidas en zonas y opacas en otras, en un baile flatulento, con música propia. Un niño solitario sentado en el borde del monumento, mira distraídamente el paso majestuoso de los soldados. Dibuja uniformes; armas, tambores y clarinetes. Cuando descubre esa mujer bailando con tanta delicadeza junto a sus perros amaestrados. Sintió una imperdonable nostalgia. Lo invadió la furia del arte. Tomó sus cartulinas y comenzó a dibujar apresuradamente esa mujer y también, sus perros. Pudo captar en pocos segundos toda la belleza de una mujer ajada por el tiempo y descubrió en cada perro, una doncella dormida. Dibuja con tanta soltura, que no lo puede creer. El grafito se desliza mágicamente. Esa imagen ha capturado su corazón; sus manos toman la agilidad de un pintor. Supo que esa mujer, era algo importante en su vida, si logra descubrir sus ojos, capturándolos en su cartulina para siempre. Después. Trata de arrebatarle sus movimientos. Movimientos de manos, piernas asimétricas y las graciosas figuras flotantes -como sus pensamientos- escapando de su boca, con ruidos sin entendimiento para nadie, ni palabras claras para ella o para quienes la ven y escuchan. Solo ella entendería su mensaje. Acaricia sus palabras disonantes y cálidas, persiguiendo el ritmo de tambores y redoblantes de la banda musical clavada como estatua frente al palco oficial bordeando el asfalto húmedo de la plaza recién regada. Cinco perros la acompañan festejando su alegría y ocurrencias parados en dos patas, o en una sola, en algún momento de saltos y tumbas carneras. Algunos gruñidos y ladridos de festejos, de sus mansos animales se suman a ruidos y movimientos del resto de la fiesta. A veces, saltan tan alto que llegan hasta la cara de ella, lamiendo sus mejillas agradecidos por compartir música y fiesta. Cuidan sí, que las uñas de sus patas no rocen la delicada y deshidratada piel. Ella tiene surcos y arrugas que los años dejan a la intemperie, para que la boca no mienta lo que el pensamiento cree. Continúa bailando con endiablada lucidez, en el desorden de la calle. Ante aplausos y abucheos, y también, algunos aislados insultos que no responde porque patinan por su piel. Admira la mujer, y dibuja sin ver, con una memoria desconocida, aparecida súbitamente. Quiere aplaudir, besarla, decirle que la quiere, que la admira. Decirle que por primera vez, siente un fuego en su corazón, y que sus manos se han transformado en mágicos instrumentos del arte. Los vecinos, en las orillas de las calles, la miran asombrados. Algunos con reproche, porque en definitiva, vuelve a opacar el desfile patrio que tanto trabajo dio para organizarlo meticulosamente. Ellos quieren que todos pudiesen sentirse orgullosos de las banderas y escarapelas que llevan en sus manos y que a veces agitan. Es la fecha en que los próceres aparecen. Esos días en que la obligación de la historia, determina cuándo sacan de las tumbas los recuerdos para honrarlos, y prometer continuar su obra y ejemplo, aunque después; lo pisoteen en el tiempo. Son estatuas paseadas sin muestras de vida, incrustadas en estandartes bordados de fino hilo, llenándolas de elogios, homenajes que en vida jamás hubiesen tenido intención de hacerlo; pero hoy, la historia los ha reinventado a fuerza de recordatorios. Porque los políticos, siempre quieren descubrir nuevas aptitudes que signifiquen luego, una aprobación académica por haber incursionado en historias desconocidas para el resto, pero habilitada para el sabio. Aquellos que realmente conocían la verdadera historia, se retiran silenciosos y ofendidos, pateando baldosas rotas y desgastadas en veredas irregulares como el tiempo. Calles ocupadas por jóvenes y niños con enseñas patrias peleándose por el primer puesto sobre la misma acera. Ella escupe alaridos de vez en cuando, sobre todo, cuando recibe naranjas o algún proyectil elaborado previamente al desfile, porque todos saben que el último en desfilar: será ella. Aquellos panes untados en mayonesas rancias y hediondas, resbalan en su cuerpo dejando caminos de suciedad, con migas cayendo al compás de sus movimientos y contorsiones que devuelve la agresión con miradas perforantes y profundas llegando a las córneas de los burlones, que ante tanta fuerza, estallan en mil pedazos, quedando las órbitas lesionadas, sangrantes y hasta vacías, condenados a mantener en la retina la imagen de ella bailando, para que oculistas den luego su veredicto: haber perdido la vista por la desnudez salvaje de la loca, que fuera vista, burlada, y admirada. Las miserias de aquella mujer al desfilar orgullosa emergiendo en su propio homenaje; muestra la realidad de su vida y no la angustia de tantos cuerpos ocultos por ropas a veces ajena e incómoda. Sus perros lamen la punta de sus dedos cada vez que baja las manos buscando darle nuevo ritmo al baile y música propia a sonetos, que perdidos, huyen de esa multitud. Las armas brilla en los hombros de los soldados, las banderas patrias ondulan, las botas y borceguíes taconean el piso al compás del tambor. Pero ella; sigue al final de esa emotiva marchas de armas, cañones y balas….bailando con sus perros hasta el final del acto en que se va nuevamente a las orillas del río a descansar. Uno a uno se fueron sumando hasta ser presentados con sus nombres en esa noche de verano; era tal la alegría de ella, que preparó alimento para un festín. Carne de ratas y culebras, con salsas y lechugas cuidadosamente cortadas. Ella les dió de comer y luego de contarles cuentos fantásticos de vida, comenzó a bailar. A contagiarlos para que desde ese mismo momento, fuesen sus compañeros de danza en cuanta ocasión tuviesen en la vida. También les enseñó a bailar en dos patas; a guiñar los ojos en forma separada y a respirar por un solo orificio de la nariz. Les enseñó a ladrar por las orejas y a respirar por las patas. Todo es posible para ella. El desfile había terminado tal como ella quería. Su vida también.
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Gustavo Adolfo Vaca Narvaja
Una acotación: quienes quieran bajar los libros lo ´reden hacer en el link que está en mi perfil todos son de libre circulación y están registrados pero libres de costos.
Raquel
Gustavo Adolfo Vaca Narvaja
Gracias y Un abrazo
Lucy reyes
Te felicito Gustavo, por mantener intacta tu memoria y compartir tan interesante historia.
Lucy