Gabriel, el de la calle...
Publicado en Oct 13, 2009
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Gabriel dormía en las calles, justo ahí donde lo tomaba la noche, con frío, con calor, con lluvia.
Lo conocí un día  sentado frente a un negocio a quien el tiempo  puso en el mismo lugar que a él, en el lugar de los excluidos. Allí pasaba sus mañanas, viendo como la gente que iba y venía, lo ignoraba. Para hacerse notar tiene un buen sistema, pide cigarrillos.
Hacía frío y se nos ocurrió hacerle un té para que pueda pasar el rato. Agradeció como lo hacen los señores educados, los preparados, nos miró directamente a los ojos y sonrió. La suciedad de su cuerpo no le pertenece, eso se nota.
Las manos son refinadas, como quien ha pasado la mejor parte de su vida sentado frente a un escritorio, escribiendo en un teclado, atendiendo teléfonos, atendiendo público. Su rostro también lo es.
Pero su mirada, su mirada es la de un niño asustado y a la vez agradecido. Se acerca tímidamente a devolver el recipiente donde tomó su té o su mate cocido. Para dar las gracias, esboza una sonrisa y coloca una de sus manos sobre el corazón. No es una persona cualquiera.
El deterioro que da la calle, la intemperie, la soledad, no bastardeó ni sus refinamientos, ni su educación. Él, es más fuerte que muchos otros. Y esa fortaleza no se saca de cualquier parte. Se saca de su propia historia, que debió haber sido sólida, mientras duró.
Gabriel seguramente habrá tenido sus días de cuidados maternos; cuidadosamente preparado su desayuno, delicadamente planchada su camisa y no menos minuciosamente cuidada su alimentación.
Me parece verlo. Partiendo hacia su trabajo mientras se mira por última vez al espejo que cuelga junto a la puerta y su madre le alcanza el abrigo. Saludando a su padre que está cuidando las plantitas del jardín. Caminando hacia la parada del colectivo, la misma de cada día, el mismo interno de cada día, el mismo colectivero de cada día, la misma gente de cada día.
Un día, quién sabe de qué estación. El silencio rodeó la mañana, alcanzó ir a la cocina, estaba oscura y sin desayuno sobre la mesa y ese silencio lo marcó. Se asomó al dormitorio de sus padres, dudó en abrir la puerta de una intimidad a la que nunca había ingresado. Tal vez, el temblor de sus manos fue el anuncio de lo que iba a encontrar, pero nadie lo haría por él.
Vio la paz de la pareja durmiendo para siempre. No pudo comprenderlo, llamó a un médico, llamó a su trabajo y después las cosas se sucedieron una tras otra sin pedirle permiso, tan rápido fue todo que ya no recuerda haber llorado. Y de pronto, de un segundo a otro, tuvo que comprender que estaba solo.
Su tranquila vida de hombre tranquilo, entró en crisis y le pasó lo que le pasa a toda persona que conoce la soledad más profunda de una sola vez, se sintió excluido.
Ya no pudo pensar, se dejó ir, se dejó llevar. Salió de su casa sin cerrar la puerta, como siempre, esa nunca había sido su tarea. Pero este no fue un día común. Ya no tendría donde volver, comenzó a caminar y llegó a este barrio.
Si en algún lado de la ciudad se unifica la pobreza y la marginación, acá es. Por algo se ha quedado. Tiene con él una gran bolsa de consorcio que carga sobre sus hombros cuando camina.
Al entrar la noche, encontró su lugar en una calle oscurecida por la frondosidad de los árboles. Se sienta en una vereda tanto más alta que el resto y comienza a sacar de su bolsa mantas, frazadas, después busca donde depositar su estructura ósea, su arrastrada pesadez de hombre vencido y así espera el amanecer de cada día.
Donde lo encuentres, a la hora que sea, una sonrisa sale de sus labios, una sonrisa agradecida. Aunque él no se de cuenta, esa sonrisa es la esperanza, la esperanza de recuperarse algún día.
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Descripción

quin vive en las calles

Palabras Clave: mendigos calle

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



Comentarios (3)add comment
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fedra

Cándido y Gabriel. Gracias a ambos por leer mis escritos, de verdad. Sí podría estar en cualquier esquina de buenos aires, de ahí sos gabriel?, gracias x tus estrellitas.
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October 13, 2009
 

candido

La esperanza que hasta el más pobre de los hombres la conserva,la fortaleza tambien dentro de esa debilidad
extrema, para mantenerse a flote y no caer en la desesperación o en los narcoticos brazos de la locura, queda la esperanza Fedra para él, para todos.
Responder
October 13, 2009
 

gabriel falconi

me parece coconcer a ese gabriel
podria estar en cualquier esquina de buenos aires...
estrellitas
Responder
October 13, 2009
 

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busy