POR AMOR AL PRJIMO
Publicado en Oct 14, 2009
Ya es tiempo de que el mundo deje de mancharse de sangre humana por causa del propio hombre, y se borre todo vestigio de esclavitud enmascarada de la faz de la Tierra.
La libertad debe darse la mano con la paz, la sensatez debe imperar en todo rincón del mundo y la cultura debe imponer la armonía. Trabajos con dignidad y respeto exige la gente, no explotación ni esclavitud disimulada. Todos venimos a este mundo a dar lo mejor de nosotros, para procurar un mundo más equitativo, pero en el camino nos quitan el amor y la solidaridad, y nos volvemos insensibles al dolor ajeno. En el sistema neoliberal, los pobres se vuelven más pobres y los ricos más ricos. Éstos se olvidan que nadie nace para trabajar muerto de hambre. Tenemos que decir ¡basta! a una democracia engañosa que sólo sirve a los intereses de las grandes corporaciones, y que en su interpretación, ya ha dejado de significar: soberanía y poder del pueblo. El sistema económico liberal que se impone, quita a los pobres la ilusión de vivir, les borra el futuro y los llena de desesperanza. La vida es bella, podrían decir muchos, pero adicionándole la miseria, se vuelve horrible. "El que siembra vientos cosecha tempestades" dice un refrán popular, y ya estamos viendo tempestades de inconformismos por todas partes, que ha sembrado el capitalismo salvaje que impera en el mundo. Estamos convirtiendo el mundo en un lugar inhóspito, con masas de esclavos embobados de la tecnología emergente, donde se privilegia el dinero como único fin, sin importar nada más, ni la depredación del medio ambiente. Es decir, se está perdiendo el sentido de la evolución. Creo que los países desarrollados tienen todo el derecho de hacer riqueza y de sentirse grandes, o si prefieren: poderosos, pero los países pobres también tienen derecho a crecer, de convivir con ellos en paz, con dignidad y sobretodo, participar de la riqueza del mundo, que a fin de cuentas es de todos, aunque otros piensen lo contrario. Aplastar al débil no es la victoria de la vida. La rebeldía de la dignidad y el aprecio al valor de uno mismo, hacen que el hombre desprecie la esclavitud, así venga disfrazada de sueños asombrosos.
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