Poema 0
Publicado en Oct 15, 2009
Presenciando el suceso,
el hombre miraba fríamente a la mujer. “No más” dijo él y arrancó su mano del brazo de ella, sin poder evitar nadie nada. De en medio de una vorágine de color y dolor surge de entre las cenizas el espíritu de mi ser, que sin razón alguna huye aterrado de cualquier tipo de sensación que pueda perturbar su mente. ¡Muerte a la vida! ¡Muerte a la muerte! Sin figuras y sin líneas. Solo el color, la triste idea se pasea por el laberinto que el artista tiene por mente y se aventura a encontrar a su igual. Un beso es lo que él esperaba de ella, sin embargo los labios solo le antojan y le hacen sufrir. Lo acercan al paraíso para luego alejarlo súbitamente y atraparlo en el nudo de colores que es el infierno eterno de su corazón. Corazón negro y sin dolor. Sin dolor y sin amor, porque su único amor era ella. Un blanco ojo mira la escena. Imperturbable. Solemne como el silencio y llamativo como el seno descubierto de una mujer. Aprecia como el dolor, se apodera de él mientras ella guarda un silencio digno de un sepulcro doloroso, donde solo la Muerte tiene el derecho para reír o llorar mientras los feligreses solo son parte de un triste y gris entorno sin vida.
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