Destino. Poema de Alberto Carranza Fontanini
Publicado en Oct 15, 2009
" A veces la verdad es tan abrumadora, tan rotunda que, ante tal certeza nos volvemos insectos" Ayer como siempre sin piedad obró el destino, como un reloj perfecto - que nunca lo es-, descompuso mi corazón, lo sustrajo bruscamente, y bruscamente el corazón se dio por vencido; un gesto basta para morir de pie como un árbol, dos gestos bastan para morir sentado en un Café. tres gestos, para observar en un sitio seglar a un ignorado artista tocando un violín en una calle, de apresurados pasos que ignoran una denario. Cuatro gestos, para ver las piedras de canteras, enormes y fabulosas, demolidas del antiguo imperio; o para maravillarse con el asombroso pretérito Allí, debajo, entre robles de base se halla impertérrito el restaurante donde saborean unas sardinas fritadas al ajo, y un vino. Otro gesto basta para sorprender a tu amada, con un escabeche reconocible desde su niñez. Con el fuerte vino pretendes olvidar de un trago, Con su risa de saltimbanqui intentas amar el olvido, Y si te quedas un instante en silencio, a solas no olvides esa hermosa colección de fotos que ilustran instancias del siglo anterior. Pero todo ha concluido y luego, con pasos vacíos, con pasos inciertos sobre los siglos sin rumbo, o impremeditados, vamos a las ruinas del pretérito. El anfiteatro iluminado comparte sus restos contigo. Allí miles de artesanos sucumbieron inciertamente. Allí quedaron ignotas huellas del arte inapreciable, Alli para nada importa si el presente se detiene, pues llega el momento de dejarte ir dulcemente de ese mar incomprensible de desdichas, de ese mar desecho en lágrimas negadas, que para que no aflore unido a tu llanto, ha narrado pícaras historias que dan vida y expresión para que tu llanto no pugne neciamente. No olvides que sólo moja antes de apagarse, la lluvia repentina y corta, opuesta al diluvio, y aunque temo que todo pueda ahogarse, no permitiré que polvorientas matas cubran de una vez tus oscuras pupilas, vanamente ardientes y esperanzadas. Tampoco olvides que los espíritus libres, deben pertenecer a todos y a ninguna parte.
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Susana Sols