El dia de mi liberacin
Publicado en Oct 16, 2009
Sinceramente, creí que después de morir no habría nada, que el alma no era más que energía y se disipaba cuando el cuerpo moría, sin embargo aquí me encuentro. No se muy bien donde estoy, pero vivo no.
Lo ultimo que recuerdo fue mi agonizante muerte, cuando caí desde una segunda planta en un edificio en construcción, sobre las cuatro barras que sobresalían por encima del maldito pilar hormigonado que me esperaba debajo amenazante. Las barras de hierro me atravesaron los dos pulmones, un riñón y el estomago. La barra que me atravesó el estomago me partió también la columna, al salir por la espalda. Estuve media hora desangrándome muy poco a poco, porque las barras taponaban las heridas. Recuerdo que me retorcía de dolor como un gusano cuando lo parten por la mitad. Y mi ultimo aliento llego, creo recordar, cuando el bombero estaba cortando la ultima barra de hierro. En fin, como iba diciendo aquí estoy, en una espacie de desierto de piedras, sin rastro de alma alguna salvo la mía. El aire esta soplando fuerte, lo noto como pasa a través de mi cuerpo diáfano, que por cierto acabo de descubrir, es una sensación extraña, porque siento mi cuerpo entero y sin embargo es etéreo. El cielo esta cubierto de espesas nubes negras con tonos púrpuras. Escupen rayos que describen arcos para volver de nuevo a tragárselos. Ningún rayo llega a tocar el suelo que piso. Es el momento de averiguar donde me encuentro. ¿Será el cielo?, lo dudo, ¿el infierno?, no veo a mi anfitrión, ¿el purgatorio?, tal vez, no lo se, solo se que estoy aquí. Acaba de empezar a llover y he empezado a caminar. Mientras camino puedo divisar en el horizonte una enorme muralla de piedra que se pierde atravesando el sombrío techo de nubes tormentosas en cuanto a altura se trata, y mí vista no esta lo suficiente desarrollada como para determinar donde acaba la muralla en cuanto a anchura se trata. No quiero ni pensar lo que pasaron los que lo tuvieron que construir. Puedo divisar lo que parece una enorme puerta de dos hojas, tan grande como un edificio de doce plantas cada una. Una de las hojas esta ligeramente abierta. Mi intención ahora es atravesar esa puerta. Después de caminar bastante tiempo, me encuentro delante de la puerta, es mucho más impresionante aquí delante. La puerta también parece que estuviese hecha de piedra, con enormes grabados en bajorrelieve, símbolos pertenecientes a alguna lengua ancestral y escenas de acontecimientos que ocurrirían en la época de su creación, supongo yo. La apertura entre las dos hojas es de unos diez metros, y sin más dilación me adentro por ella. Detrás de la puerta es igualmente inmenso, el suelo no esta empedrado, aunque si que estaba hecho de enormes placas cuadradas de piedra bastamente pulidas. A ambos lados de la puerta se encuentran dos hileras de enormes columnas con grabados similares que se pierden hacia el fondo creando un largo pasillo. El diámetro de las columnas es igual o superior al ancho de las hojas de la puerta. Nacen en el suelo y se pierden en el techo, que por cierto esta hecho de las mismas nubes tormentosas que hay en el exterior, o interior, porque ya no se si estoy dentro o fuera. Me adentro por el pasillo que crean las dos hileras de columnas. Por el rabillo del ojo me parece ver a gente intentando agarrarme y lamentándose, pero cuando miro en la dirección donde me ha parecido verlo, no hay nadie. Me pasa durante todo el trayecto, y ya me he acostumbrado.
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Aete
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Matteo Edessa