Insatisfecho con su insoportable devenir
Publicado en Oct 16, 2009
Hacía ya mucho tiempo que el amor en su relación con Clarisa se había convertido en una farsa, en una historia olvidada insoportable y pesada. Se había convertido la relación en una solemne tonteria , se podria decir en estos momentos que en menos que una nada. Era un espacio hostil rodeado de una frialdad en la que convivíamos como dos sonámbulos.
Temía que el paso siguiente en nuestra relación se condensara convirtiéndose en odio. Ahora mismo sin temor a que me escuche porque me importa un carajo lo que piense, yo diría que se ha convertido en un odio que hace visitas tímidas de vez en cuando. Visitas que se han incrementado para ir formando un hábito de retirar a medias la confianza que una vez deposité en ella. Clariza no había cambiado mucho desde que nos casamos . ¿Que pasaba conmigo entonces? ¿porque este descontento, este desamor que llegaba al fastidio de lo inoperante . Todos ¿cuantos eran todos?- nuestras amistades , las que la encontraban alegre, sencilla, caprichosa, un estuche de monerias . No era tal cosa ni ella se creía eso o se hacía la ingenua. Ni se puede decir que era una buena ama de casa, ni una buena cocinera y mucho menos ahora que había engrosado y parecía un elefante, no había en ella ni una pizca de sensualidad. Podría decir sin temor a exagerar que en el orden domestico , ella trabaja tan poco o menos que antes y con la muchacha que venía a ayudarla los sabados era menos exigente cada vez. Había llegado a convertir su vida en una inercia, como que todo le daba lo mismo. Si lo hacian bien y si no también y muchas veces tenía yo que quejarme porque la señora no había barrido bien la alfombra o sacado el zafacón de la basura. Tonterias de viejo mañoso me decía ella, que no protestara tanto por nada, que dejara de fastidiar y me hacía quedar mal frente al servicio domestico. Ella tampoco sacaba el tiempo para dialogar conmigo y saber un poco de mí , de mis cosas las que a veces pienso ya ni le importan. Todo esto no llegaba a sacarme el monstruo que llevo dentro pero me fastidiaban sus discusiones insulsas por un quitame esta paja a las que ella estaba siempre preparada. Sus polémicas y ese afán de siempre llevar la voz cantante y tener razón. Como había ocurrido esta tarde en que sin ton ni son él no estuvo de acuerdo con el comentario que hacia ella sobre una amiga de ambos . Comentario exagerado sobre su personalidad que pienso en última instancia si ella no se habrá visto en el espejo porque creo que era pura proyección de si misma la que juzgaba sobre Margarita. Él estaba descontento con ella y con el mismo que aún no sabia ni porque no terminaba de recoger sus cosas para mudarse al apartamento donde tenía la oficina. Clariza últimamente le provocaba una especie de calambre mental, que lo turbaba y le hacia sentir impotente ante el solo hecho de pensara que tendría que vivir el resto de su vida encadenado a una mujer como ella. Sometido como un desperdicio absurdo de conciencia del que a veces llegaban de repente alguna oleada fetida por no decir cagada de lo que era su vida en la que se comparaba con su ser estupido fosforescente. La calle estaba sola , se puso a pensar en las cosas ridiculas que había leido sobre las aceras solitarias , sobre la medianoche, sobre los deambulantes que duermen en la acera, y se sintió capaz de avergonzarse por ellas. La calle estaba quieta como en un cuadro patético y a él le quedaba el problema de que hacer ahora con su pasado, no era cosa de alimentarlo en silencio ni estrangularlo. En el cafe de la esquina donde sentado hacía ya varias horas se había sentido bruscamente , solo, sin amistades . Pensó en algunos de aquellos que decían llamarse sus amigos y encontró dificultad en confiar lo que en este momento pensaba sobre su vida acabada antes de tiempo con Clariza y dudó de exponer su sentir a ninguno de sus amigos. Como poder hablar sobre la intimidad deteriorada entre él y Clariza? Allí sentado en el taburete de la barra de vez en cuando se llevaba el trago a los labios mientras se contemplaba en el espejo que lo miraba frente a el. En el silencio , como si estuviera en un limbo así su incomunicable silencio se regaba por la calle. Miró un momento al grupo que se encontraba próximo en la mesa de al frente . La tertulia animada entre ellos, la voz de una mujer cantandoal ritmo del acompañamiento de una guitarra y el bullicio que llenaba el salón. Por lo menos ellos no están solos pensó por un momento mientras envidiaba la camarería que se observaba en ellos. Pero otra vez calló en su silencio introspectivo . Porque era él menos feliz que un fantoche? ¿donde está la intimidad en que refugiarse, la vida ajena que justificara la propia? Como siempre , llegó a casa despues de un mal momento con sumo cuidado, cerró la puerta y pudo ver que aún había luz en el comedor. Había como siempre queso , pan , galletas , leche fría que con seguridad ella había dejado para que no me acostara hambriento despues del disgusto que tuvimos esta noche. Comió sin hambre, leyó el periodico de la tarde , las noticias y bostezó con un triste desaliento de su insoportable vacío al que no era capaz de renunciar ese día. Cuando por fín entró a la habitación Clariza dormía . Los ronquidos la sacudían a veces como una carcajada incontenible. El comenzó a desvestirse y como siempre puso la corbata y toda la ropa sobre una silla , se sentó en la cama y cuando se quitó el último zapato sin querer se le calló , despertándo de su sueño profundo a Clariza . El último ronquido tuvo cierta emoción . Luego ella con la cabeza llena de rolos y la cara como un vejigante enmascarado casi haciendo una mueca de esperpento abriendo un solo ojo murmuró, ¿que tal querido? no espero siquiera la respuesta se viró del otro lado al encuentro de la próxima descarga de ronquidos. Doris Melo.
Página 1 / 1
|
JUAN CARLOS
Cariños ..Juan Carlos...