Yo me encontré un día con la Virgen
Publicado en Mar 22, 2009
En el punto exacto donde convergen
Borgoño con Tres Poniente veo a la Carmela interrogando a pájaros y drogadictos sobre el paradero de su Hijo Atraviesa la calle en zigzagueante línea recta cuando me reconoce se aferra a mi brazo como loca me muestra los últimos estigmas a falta de mejores fotografías Como no dejo de ser psicólogo ni siquiera cuando me olvido le sugiero se calme con una voz que más bien se parece al silencio La Carmela, por fin, escucha mis ruegos y me pide la lleve, otra vez, de regreso a su reino no sin antes anatematizar por los siglos de los siglos tanta humana bajeza En la cuadra número seiscientos sesenta y seis de una calle demasiado oscura para recordar su nombre balbuce ideas ininteligibles Yo la ciño del talle translúcido para que no se desmaye le ordeno la aureola que se enreda en sus greñas seco la sangre que rueda por sus mejillas con una astucia infinita la empujo a vivir "Ud. se parece a mi madre señora" -le digo- Y tras un púdico beso me aparto de ella en el frontispicio de su pocilga sin que se diera cuenta, por cierto de que en ese momento yo ni siquiera lloraba pero tampoco reía, pero tampoco reía.
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