La Odisea de un viaje a Club Med.
Publicado en Oct 18, 2009
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 Nunca en mi vida yo tuve una experiencia   como aquella en que viajé a Club Med . Hace ya  como trece años, cuando  visitaba la República Dominicana  después de vivir casi diez años en Puerto Rico. Ese viaje tan planeado y soñado  con mis amigas, me iba a costar el divorcio y yo estaba dispuesta  si era necesario a ello.  Al final, lo que yo vivía con mi compañero , marido, esposo o como se le quiera llamar  era una guerra interminable, desastrosa que Vietnam  era una tontería al lado de aquello.
Yo compré ropa nueva, trajes de baño sombreros, bloqueador solar y ya tenía lista mi maleta esperando por la promesa de mi compañero, que había dicho  me iba a regalar el pasaje. promesa que había hecho una semana antes de la fecha en que yo pretendía  viajar. Como siempre  guerra avisada no mata a soldado , yo tenía mis ahorros  por aquello de quien sabe que pasa a última hora . El se pasó esa semana buscando pleitos , mientras yo ensimismada soñando con el viaje a la playa y lo que iba a disfrutar en pleno verano en Club Med. Cada vez que el me salpicaba con su cinismo, me hacía la loca y no respondía, me quedaba como  la no aludida sin decir esta boca es mía. Finalmente como no pudo hacerme explotar como un cohete se molestó conmigo de tal forma que se ofendió el mismo por un quítame esta paja. Entonces me dijo a mí que tenía cuarenta y tantos años bájate de ese avión que tu no vas, es un decir que significa  en otras palabras no te voy a pagar el pasaje que te prometí , mira a ver como te quedo ese ojo y yo seguí sin comentarios haciendo mis cosas. Eso es mal trato o trato cruel o como quieran llamarle . A todo esto seguí empacando mis trapos como si nada y el día que me iba de viaje, agarré mi maleta y me pregunto para donde iba y yo sin hablar le mostré el pasaje y seguí a tomar el taxi que ya había pedido. Le dije mira a ver lo que vas hacer con tu vida porque yo me voy para la República. Al llegar al aeropuerto  las chicas pensaban que yo nunca llegaría pues sabían con el troglodita que yo compartía mi vida y se sorprendieron de ver cuando llegué mostrando  hasta las muelas de atrás. Les conté la cara que había puesto  ese expediente  como yo le llamaba últimamente, cuando me vió, ecuánime y segura saliendo de la casa como si tal cosa.
Ahora todo está planchao como dicen los boricuas , aquel gesto mío de mujer poderosa, violando los cánones de la sociedad de bienes gananciales, de la convivencia , las leyes patriarcales , del dominio masculino y sosjugación  a la decima potencia en que había estado todos esos años de matrimonio. Esto,  merecía una copa de vino.  Allí fue  el momento en que yo dejé de llorar y me planté en los dos pies  y dije que yo iba  en ese viaje, truene llueve o venteé , saqué mi pasaje  y comenzó la de Troya,  pero con morteros y ametralladoras. Así , que tenía que estar alerta para no morir en esa guerra antes de tiempo.
Fue en aquel verano de 1995 cuando planeamos el viaje  a Club Med y lo haríamos en guaguas públicas por aquello de hacerlo distinto , mas típico , mezclándonos con el pueblo realmente criollo.
Llegamos a Santo Domingo, tomamos una guagua de transporte colectivo como le llaman y el viaje fue cómodo hasta llegar a la provincia de Higuey. El viaje de Higuey para allá fue usted y tenga . Me refiero a esas pequeñas guaguas que le llaman en el Este pisicorre.  Recuerdo  que así le llamaba mi abuelo  a las guaguas pequeñas cuando yo era niña.
Eran unas guaguas pintorescas, no sólo por los colores, sino  por todo lo que llevan enganchado en el techo en una parrilla . Allí enganchan gallinas, sacos de comida, chivos, cerdos, además de las maletas y paquetes de los pasajeros. Los paquetes parecen que van a salir volando  junto con los racimos de guineas y los sacos de china. De manera que hicimos un viaje peculiar  a pesar de todos los contratiempos. Yo diría que fue un viaje  compartiendo con el pueblo, con la gente común que se monta en las guaguas destartaladas  que van circundando la carretera del Este de la República. Allí , donde los olores se pierden entre la gente y no se puede distinguir entre ellos, no sabes a que te huele realmente. Se mezcla el grajo de negro con el grajo del blanquito, la ropa que no se ha lavado en  varios días por falta de agua , el olor a greña suda, el macuto del campesino. En fin ,una variedad de olores particulares y sui generis que no se sabe si es por falta de baño o por falta de desodorante.
Ellos están tan ocupados en como van a conseguir que comer ese día que no tienen tiempo para fijarse en detalles como  la higiene o quizás no tienen agua  para bañarse o comprar desodorante, elementos pocos comunes entre esa pobre gente  que vive en el batey por esos rumbos.
La guagua entre dar brincos en el camino , hacer más de veinte y cinco paradas en cada batey de donde salen tres o cuatro haitianos que se suman a la guagua con sus respectivos paquetes. Entre el tabaco ,el  ron y el  perfume, alguna jovencita con olores a guayaba madura o brillantina barata se mezcla la negritud del ingenio con tres blanquitas turistas que viajan a un resort y huelen diferente  y quien sabe si hasta le molesten esos olores a cremas o colonia fresca.
Las blanquitas que irónicamente se mezclaron con la pobreza y la negritud  de los ingenios del Este, que viajaban  a un hotel cinco estrellas en el confín de la isla casi a cinco horas de la capital .
Cuando logramos subirnos a la dichosa guagua el chofer nos miró como si fuéramos una especie rara en extinción . Yo no sabía el porque de ese gesto hacía nosotras . Imagínate subirse a aquello  que más que guagua era un pedazo de metal cubierto de parches y letreros para cubrir los huecos, quemando aceite, y con cuatro ruedas que no se saben si eran de goma o eran pedazos empatados que iban soltando por todo el camino aquí y allá. Yo escuché al chofer que dijo en un tono bajo: Estas mujeres estarán locas ¡oh y e fácil! 
Le dijo uno cuando vio a una de mis amigas  con sus pantalones blancos cortos , lo más voluptuosa, trepando sus piernas blancas y bellas sobre uno de sus pies y sin querer pues no había casi espacio cuando sintió el peso y el pisotón de ese monumento de mujer con un culo tan grande como la catedral primada de América, que casi se lo pega en la cara al montarse en la guagua . Más aún cuando vio que Ana, casi quería usar tres asientos y pagar por uno solo, para depositar sus paquetes y apartarse de los ricos olores que despedían los pasajeros.
Las otras situaciones estaban sujetas a condición de que se pudieran respirar y para hacerlo había que tener la cara fuera de las ventanas o sacar la nariz de la guagua a todo dar y los gritos del cobrador parado en el centro de la guagua,  cobrando para que no se fuera nadie sin pagar .
Yo estaba loca por llegar pues, ese ¡Hay amor ya no me quieras tanto! y ¡pónmelo ahí que te lo voy a partir!  y los mismos pasajeros dando brincos al son de la música. 
Al llegar al cruce,  yo ya tenía ganas de regresar a la capital como fuera. Estaba agotada y cansada , cada vez el camino se me hacía más largo y según el chofer hacía dos horas que estábamos trotando en ese bendito camino lleno de rotos porque las carreteras eran pésimas. Aquello parecía un carnaval  de esos que salen el 27 de febrero en la capital con variedad de tipos y comparsas. Faltaban dos horas para llegar a Bávaro donde se encontraba el resort. No podía hacer nada para regresar. Pregunté si se podía conseguir un taxi y se rieron de mi como si estuviera loca. Me quedé en silencio, tratando de calmarme y respiré profundo, pues no había esperanzas ni mejores guaguas por ese lugar inhóspito además Juan mi hijo que había inventado todo aquello nos estaba esperando en el hotel . Si , pensaba yo, que él tenía la culpa  de convencernos para llegar a ese lugar en esta clase de guaguas, pues yo no tenía ni la remota idea  de que me iba a encontrar con esto . Ya  estaba hecho y en alguna hora tendríamos que llegar. No se que pasó  pero por fin llegamos como a un kilometro del hotel entre la caña alcanzamos a ver a mi hijo que nos esperaba en un kiosco de parada con una guagua más decente del hotel  para llevarnos hasta Club Med.
 
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Descripción

Un viaje a Club Med Punta Cana , viaje imposible de olvidar. sorpresas, espectativas no cumplidas de comodidad y confort. El convivir con la gente de los bateyes entre la caa y las guaguas destartaladas que viajan por el Este en Repblica Dominicana.

Palabras Clave: batey pisicorre caracteristicas sui generis

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos


Creditos: Doris Melo Mendoza

Derechos de Autor: reservados.


Comentarios (4)add comment
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JUAN CARLOS

Querida Doris..Un relato sabroso ,llenos de detalles y de anécdotas; Tu manera casi suicida de emprender viaje sin el consentimiento de aquel expediente,como tu llamabas a tu compañero..Dejaste claro que el viaje se hacía contra viento y marea..El relato, de notable perfeccion y con toda la maestría que solo Tu sabes darle ..
Felicitaciones por tu exquisito trabajo..Mis estrellitas ¡¡¡¡¡

Mi cariño y estrellitas ¡¡¡
Juan Carlos..
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October 19, 2009
 

doris melo

Gracias Rocio por tomarte tu tiempo en la lectura de esta aventura. Como dices es una aventura de altos contrastes porque le puso fin a mi paciencia y pude tomar mejores desiciones en mi vida como puedes ver aprendi mi lección de una vez y para siempre. El viaje fue maravilloso despues de todo no fue tan angustiante como lo pinto pues tuvo sus encantos y la presencia de otras culturas diferentes a la nuestra es siempre interesante. Pues sobre la reflexion de lo que haria luego cuando regresara seguro que lo pense pero luego de eso deje que pasaran unos años y hoy pienso que nunca se puede decir que uno aprende de un primer golpe , a veces uno se tiene que pelar unas cuantas veces las rodillas para tomar una desicion. como el hombre del cuento que publique hace poco. Asi es la vida. Saludos
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October 19, 2009
 

rocio nava

Te saliste con la tuya, eso es lo importante. Y lo màs gratificante es tu estilo ameno y fino de contar las cosas. Te he de contar una aventura con Mirta Silva en Puerto Rico, la autora de Què sabes tù. Creo conductora de canal 40 de hace uf, muchos años. Era muy grato cuando venìa a Mèxico, especialmente cuando la banca congelò las cuentas en dòlares. Entonces me dedicò en la portada de su disco long play, de 30 revoluciones, " A Rocìo mi nueva amiga con cariño entrañable, Mirta Silva". Su verdadera amiga era Conny, y yo su jefa. ambas ya murieron, y yo era muy joven. Trabajaba en la banca turìstica precisamente, asì que viajaba por las zonas fronterizas, y al extranjero a negociar los prèstamos para los desarrollos de hoteles sensacionales como la novedad de entonces, el Club Mediterranè. En esas andababa yo tambièn, en tràmites de divorcio, ya lo habìa decidido desde que hice mi primer viaje. Nada me detuvo, pero a lo que voy es a contarte que coincide que las amigas mìas en la playa decidieron sus destinos, cambios de hombres, porque decìan las expertas amigas de Cony y Mirta que amaban a ambos a la vez, que conflicto. A la distancia miro esa frivolidad en la que estaba yo metida, pero me enamorè y empecè a vivir en el limbo. Feliz, lo que se dice feliz y plena de tanto amar, yo por uno de esos dìas.
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October 19, 2009
 

rocio nava

Una aventura al fìn Doris, de alto contraste. Y, al final, no me dejes la duda, que reflexionaste en el Club Med,
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October 19, 2009
 

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