PROTAGONIZAR LA HISTORIA
Publicado en Oct 20, 2009
A propósito del polémico trabajo de Francis Fukuyama sobre el fin de la historia, es conveniente y necesario efectuar algunas consideraciones. Afirma Fukuyama que la idea liberal, simiente de la democracia capitalista como forma de gobierno, ha triunfado en el escenario de la confrontación ideológica mundial merced a la afirmación de contenidos que han privilegiado la libertad del hombre y el respeto de sus derechos esenciales. Tal afirmación se sostiene frente a los cambios producidos en la Unión Soviética con la llegada de Mijail Gorbachov que obraron como fermento en las conciencias de millones de hombres en los pueblos del Este Europeo y prepararon el clima que devino en las irreversibles transformaciones que estamos presenciando, confirmando así el fracaso del marxismo-leninismo en tanto ideología y del comunismo como sistema político. Un rasgo peculiar de este análisis consiste en que la simple observación de tales acontecimientos permite deducir lo que abiertamente se proclama como hecho. Al mismo tiempo se descartan por incumplidas las teorías que preconizaban el fin de las ideologías o la convergencia entre capitalismo y socialismo. El fin de la historia aparecería así como punto final de la evolución ideológica de la humanidad universalizando la democracia liberal occidental como la forma final del gobierno humano. Desde la historia -a la que Fukuyama nos condena a permanecer trabados y conflictuados como país del tercer mundo que somos- es preciso elaborar una respuesta apropiada para rebatir su teoría tan inquietante como persuasiva. Si se acepta el triunfo del liberalismo en el mundo de las ideas y la conciencia partiendo de su inevitabilidad, de antemano y por comodidad se terminaran adaptando estructuras que influirán negativamente en el desarrollo de nuestras ideas, esto es, las que movilizan la preocupación constante por la resolución de nuestros problemas, las que no resignamos porque aún creemos que son factibles de plasmarse en la realidad. Fukuyama expresa una convicción a medias ya que, desde su óptica, el liberalismo ha triunfado con su idea pero nada garantiza que la victoria se logre en el mundo real o material. ¿Cuánto tiempo puede perdurar una idea asumida como terminal, mientras convive con su praxis, adeudando y contradiciendo la raíz de sus piedras filosofales? No puede negarse -pues es comprobable- que la abundancia generada por la concentración económica de las economías liberales avanzadas prohijó una nefasta cultura consumista que promovió y preservó al sistema liberal. Ahora bien, si se admite el triunfo del liberalismo económico con el apoyo de simples criterios economicistas, se arribará a diagnósticos falaces y perversos que terminarán justificando las lacras sociales que tales criterios contribuyen a fomentar. Sin ir mas lejos, Bruce Sterling, un escritor norteamericano de ciencia ficción afirma sin tapujos que la droga es un estilo de vida y que la guerra contra ella es una causa perdida en la cual la única cuestión es cuantos morirán al servicio de la retórica vacía. Si cotejamos esta afirmación -tan galante con lo inevitable- con el presente análisis se puede divisar hasta que punto la cultura consumista parida por la idea liberal impregna las conciencias y prepara el camino hacia su dominación. Como sostiene Fukuyama, los intelectuales de las sociedades avanzadas no defienden las críticas a la sociedad burguesa y ese pobre desempeño los convierte en atractivos pero inofensivos portavoces del paisaje finisecular. La tarea intelectual de quienes no sólo se atreven a mantener su afirmación en la creencia de un futuro socialista., sino también la de quienes teoricen propuestas alternativas carecerá de sentido y terminará ahogada en la convicción de su inutilidad. Fukuyama en un rapto de pedantería sugiere que hay que poner fin a las pretensiones ideológicas que buscan representar formas diferentes y mas elevadas de sociedad humana. Es que si como él mismo afirma -refiriéndose a la Unión Soviética- sólo una ideología nueva y vigorosa podrá restaurar el principio de autoridad cuestionado, implícitamente esta admitiendo la posibilidad de surgimiento de una idea que pueda obrar como superadora del liberalismo y ponga en duda su construcción reflexiva sobre el fin de la historia. No puede dejar de valorarse el esfuerzo que Fukuyama ha hecho por teorizar sus convicciones pero cabe la discrepancia con el grueso de sus afirmaciones y en particular con la tristeza que acompaña el fin de la historia, fin que en modo alguno constituye un tiempo de aburrimiento o habilita recursos para apelar a la nostalgia. La lucha por la idea siempre va a requerir de audacia, coraje e imaginación Quienes desde el peronismo, aun luchamos por la idea justicialista y admitimos el bastardeo a la que ha sido llevada por gran parte de la actual dirigencia no dejamos de extrañarnos ante el panorama que plantea Claudio Uriarte desde un marxismo al que considera derrotado. No podemos coincidir en que al no reconocer el fin de la historia lo que no queremos es reconocer nuestra derrota, pues la derrota del marxismo, en el análisis de Fukuyama también alcanza a otras ideologías y decimos esto en la certeza de que su construcción cierra toda posibilidad a la superación de la idea liberal, con lo cual las nuevas reflexiones son enviadas a cuarteles de invierno sin permitírseles la posibilidad de asumir un perfil cuestionador. Es indudable que el ensayo de marras inyectará savia nueva a quienes de un tiempo a esta parte se deleitan con el discurso posmodernista y adscriben al estructuralismo de Foucault buscando justificar -con esta filosofía de las sociedades opulentas que proporcionan al hombre comodidades, bienestar y recursos mecanizados así como prosperidad y confianza- la tan pregonada muerte de la ideologías. La cultura superior que concientiza la satisfacción y el conformismo generando las consignas que adormecerán la oportuna reacción del individuo fue estudiada por Marcuse en su obra "El Hombre Unidimensional". Acaso se puede renegar de tan certera reflexión enunciada hace más de veinticinco años pero que mantiene una vigente posición crítica. Es de lamentar que Uriarte se sienta derrotado y no recuerde que una camarada suyo, Antonio Gramsci afirmaba la necesidad de impedir que la tecnología dominara a la historia ya que solamente las conciencias y el espíritu modelarán los hechos y triunfarán Este pequeño aporte pretende contribuir a la polémica despertada por Fukuyama y a comprometernos para continuar protagonizando la historia. Jorge Dossi - 8-2-1990
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