Vos me poblaste de alegrías
en el tiempo del martirio.
Inundaste mi corazón con la ternura
de tu mosaico mágico de palabras.
Y cuando el terror quiso violentarme
en las madrugadas de alguna pintada
me refugiaste en tu guarida tan amada,
de húmedas paredes y café humeante.
Vos te acordarás de los proyectos,
de mi hambrienta militancia y los sueños
de un mundo mejor.
Y cuando todo se perdió en una madrugada
de marzo y fuí un largo silencio de impotencia
acumulada, me diste la fuerza, la comprensión.
Vos pudiste inspirarme en los años tenebrosos
del ocaso.
Sin embargo, la tristeza desterró motivos y ya
no pude crear las frases que te gustaban.
Como te dolía ese ultraje a mi interior rebelde.
Cuando todo volvió a la supuesta normalidad
no pudimos conciliar tantas ganas de vivir que
nos habían robado, y entre mi tiempo
de escribir y tus traducciones agotadoras nos
fuimos alejando de un estilo, de un sabor, de una
etapa dura, pero rica en crecimientos del alma
A veces pienso y me sigo preguntando si nuestro
amor fue una conquista o una liberación.