La vela consumiéndose tardíamente,
con los minutos contados y el furor del cruel presente
que aparece intacto, reacio a los cambios.
El modo que rezonga sus débiles disposiciones,
ostenta sus valores medianamente y termina por
convencer a los más rebeldes.
Es una perversión insospechada que implora ser
reconocida y los lamentos se oyen lejanos,
oprimidos sin poesía.
El contorno que nucela lo importante tiene base
firme para responder a las intrigas,
es sólo el centro la vedette que nos preocupa y
nos castiga.
La eminencia se returece indefensa pues las voces
no soportan las mentiras
y es correcto o incorrecto que no pueda contemplar
a la turba enardecida.
Ya estamos todos esperando la nueva tierra, conformes
de lo inconforme para ser mejores actores,
para contratar nuestra imágen descolorida a los
sabios conductores del teatro del dolor.
 
Jorge Dossi - 15-1-1979